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Él se volvió a mirar, más por el tono receloso de ella que por interés.

– No presté atención al pronóstico del tiempo.

Su mirada saltó nuevamente a la televisión cuando Hannah apareció una vez más, esta vez con un conjunto diferente. Los vaqueros eran una delgada pincelada, falsos diamantes a lo largo de los laterales de las piernas y chispeando en arcos gemelos cruzando la parte posterior, llamando la atención sobre la silueta y la forma en que el material acunaba cariñosamente su trasero. El chaleco era corto, sin llegar a tocar los ajustados vaqueros bajos en las caderas de Hannah, exponiendo una banda de tersa piel, el intrigante ombligo y una brillante cadena de oro salpicada de diamantes.

Jonas sintió una oleada de calor extendiéndose a través del cuerpo. No podía mirar a esa mujer sin que su cuerpo reaccionara. Había pasado la mitad de su vida caminando por ahí con una erección provocada por ella y la otra mitad queriendo pelear contra cada hombre que la miraba. Todavía podía saborearla en su boca, sentir la forma en que era toda sedoso calor, su cuerpo envolviéndose a su alrededor.

– Maldita sea de todos modos, Sarah ¿Por qué tiene que hacer eso?

Sarah se puso de pie y fue hacia la ventana mirando paralizada al mar.

– Lo hace porque es su trabajo y gana un montón de dinero con ello, Jonas. -Murmuró las palabras distraídamente, con la mente en la creciente turbulencia de afuera. El tiempo y el furioso océano parecían estar a tono con el crispado y sombrío humor de Jonas.

Jonas la miró fijamente pero su mirada fue atraída nuevamente por Hannah, el estomago se le revolvió otra vez y los músculos se le tensaron. Realmente se sentía enfermo.

– La quiero fuera de ahí demonios. -Se pasó la mano por el cabello-. Lo digo en serio, Sarah. Me pondré firme con ella. Este es el último desfile que hace. Simplemente se va a retirar.

Eso atrajo la atención de Sarah.

– ¿Cómo lo vas a hacer?

– Sencillamente voy a decírselo. Puede vivir con eso. He tenido que aguantar esta mierda durante años.

– ¿Quieres que se retire cuando está en la cima de su profesión?¿Sabes que en este momento es la modelo de pasarela más solicitada del mundo y que las carreras de las modelos no son muy largas?

– Me importa una mierda, y si quieres saber mi opinión, ésta ya ha durado demasiado. Hace tiempo que no le gusta, pero es demasiado testaruda para admitirlo, ó quizá sencillamente está demasiado asustada para admitirlo, asustada por la reacción. No puede ser por el dinero, tiene suficiente para diez personas.

– ¿Qué quieres decir con eso? -exigió Sarah.

– Detesta exponer su cuerpo ante todo el mundo, siempre lo ha detestado. Mira lo que le han hecho. -Hizo un gesto hacía la pantalla-. Se ha vuelto complaciente, si quieren huesos entonces les da huesos. Odio que exhiba su cuerpo de esa forma ante todo el mundo, pero ¿sabes qué, Sarah? Hannah lo detesta aún más que yo.

– Te has convencido de eso para justificar tu actitud.

Jonas sacudió la cabeza.

– Tú lo has hecho. Lo percibo cada vez que la veo en una pasarela o en la portada de una revista, o aún peor, en un anuncio. Tiene éxito, pero odia cada segundo.

– No sabes nada de Hannah.

– No, no sabes nada de Hannah -contestó Jonas-, todas creéis que la ayudáis, pero no lo hacéis, porque no la entendéis.

Sarah le miró con odio.

– Realmente me estas haciendo enfadar, Jonas. ¿Por qué tienes que ser tan imbécil acerca de Hannah? Es una modelo maravillosa, siempre lo ha sido.

– Detesta salir en público. Es modelo porque todas vosotras habéis hecho cosas con vuestras vidas que ella cree que son impresionantes y se esperaba de ella que fuera espectacular también. Y no me digas que no es verdad, Sarah. ¿Cuántas veces cuando estaba en el colegio os oí decir a todas que era preciosa y que debería ser modelo? Se mencionaba en cada conversación sobre su futuro. Eso y que como es brillante, como tiene un don para los idiomas y puede hablar con fluidez en media docena de ellos, por supuesto tenía que viajar. Eso es lo que tienes que hacer cuando eres brillante. Que el Cielo no permita que una Drake haga algo tan trivial como quedarse en casa y ser una esposa.

Sarah lo miró con dureza.

– Es preciosa. Y es perfecta como modelo. Puede viajar y de siempre hay alguien cuidando de ella, lo cual ambos sabemos que necesita. Es demasiado tímida para hacerlo por sí misma.

– Para empezar nunca quiso ir, Sarah. Vosotras la empujasteis. -Levantó las manos en el aire, su sombría ira igualaba la de ella-. La transformasteis en una Barbie temerosa de pensar por sí misma.

– Eso es una chorrada, Jonas. Hannah quería ser modelo y viajar. Recuerda, somos capaces de leernos unas a otras con bastante facilidad. Creo que lo sabríamos si lo odiara.

Jonas giró en redondo, por primera vez que pudiera recordar, elevándose sobre ella de una forma intimidante… y era amedrentador. Realmente dio un paso amenazador hacia ella y sus dedos estaban cerrados en dos puños apretados, los nudillos blancos.

– ¿De verdad Sarah? ¿Estás segura de eso? Hannah es poderosa, quizás mucho más de lo que pudieras concebir alguna vez. Nunca querría que alguna de vosotras pensara que no era feliz. Sin duda sabes que tiene un trastorno alimenticio. ¿Cuánto hace que lo sabes? ¿O no lo sabes? ¿Logró ocultar eso también?

Sarah abrió la boca para protestar, y después la cerró bruscamente. Hannah realmente tenía un trastorno alimenticio. Libby lo había descubierto sólo unas pocas semanas antes, pero deberían haberlo sabido. Hannah era capaz de ocultar sus verdaderos sentimientos a sus hermanas -a todas excepto a Elle- quizás también a Elle. Sarah frunció el ceño. En realidad, ni siquiera sabía con certeza si Elle podía leer siempre a Hannah. Desafortunadamente, Jonas estaba en lo cierto sobre las habilidades de Hannah. Era poderosa y amaba a sus hermanas lo suficiente como para ocultar sus sentimientos si pensaba que se sentirían mal.

– No puede ser verdad -murmuró en voz alta, repentinamente ansiosa. Los ataques de pánico de Hannah habían comenzado en el colegio y continuado durante toda su carrera de modelo. Casi nunca concedía entrevistas porque una de las otras hermanas Drake tenía que ayudarla a superar los nervios. ¿Querría realmente quedarse en casa y no viajar por el mundo? ¿Era posible que detestara su fascinante trabajo?

– Vamos, Sarah, no quieres que sea verdad. Estáis muy seguras de saber qué es lo mejor para Hannah y os habéis asegurado de que ella lo sepa también. Las únicas veces que Hannah es realmente ella misma es cuando se está metiendo conmigo porque la he hecho enfadarse.

– Quieres decir que la lastimas -acusó Sarah empezando a perder los estribos, pero más enfadada con ella misma que con él porque empezaba a sospechar que podría estar en lo cierto, y eso quería decir que habían empujado a Hannah a hacer algo que no quería hacer. Sería típico de Hannah quedarse callada aunque se sintiera desgraciada.

El se mesó el cabello con la mano, claramente agitado.

– No tengo intención de herirla. Quiero que se defienda sola, que sea quien realmente es, no quien piensa que todos nosotros queremos que sea. Cuando la hago enfadar, créeme, la Hannah real sale a la luz.

– Ella no es así.

– Es complaciente. Sabes que lo es. Quiere que todo el mundo a su alrededor sea feliz. Todas vosotras esperáis que tenga éxito, y no sólo un triunfo moderado, le exigís un triunfo importante. Todas vosotras sois fantásticas en lo que hacéis…

– Y ella también.

– Pero lo detesta. Preferiría vivir tranquilamente, estar en casa y simplemente hacer feliz a todo el mundo.

Sarah sacudió la cabeza.

– Ese idiota de su agente le dijo que perdiera peso y en lugar de decirle que se fuera al infierno, como teme no ser lo bastante perfecta para que vosotras la queráis, se mata de hambre. Yo pensaba que en algún momento iba a acabar con esto y renunciaría, pero se está matando, lentamente quizás, pero desemboca en el mismo lugar. De modo que voy a ponerle fin.