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– Jonas. -La voz de Jackson fue brusca y apremiante-. Céntrate. ¿Sigues sintiendo la misma amenaza hacia ella? ¿Fue un tío solo?

Se aclaró la garganta e intentó dominarse.

– Es imposible de saber. El peligro es tan fuerte que no puedo decir si es porque está cerca de la muerte o porque todavía hay alguien tras ella.

Sarah estiró la mano hacia el maletín y sacó algunas de las fotografías, sacudiendo la cabeza mientras las miraba.

– ¿Por qué demonios consideráis siquiera a esta gente? -Sostuvo en alto dos de las fotografías-. Dudo que un grupo pro-derechos de los animales considerase matarla y continuar enviando asesinos. E incluso el Reverendo con su grupo moral tendría poco que ganar.

– Permanecerían en las noticias. Quién sabe cómo piensa la gente retorcida, Sarah -respondió Damon, acercándola más. Él había sido una víctima y tenía cicatrices y la pierna que ya casi no le funcionaba para probarlo-. Podría haber una docena de razones, todas perfectamente lógicas en sus mentes. Cualquiera que hace este tipo de cosa está realmente mal.

Jonas giró la cabeza para volver a mirar fijamente pero sin ver por la ventanilla. Ya nada tenía ningún sentido. Nada salvo Hannah. Había perdido tanto tiempo esperando a que ella hiciese el primer movimiento. ¿Por qué lo había hecho? Tomaba el mando en toda situación, pero no con ella. Porque ella le tenía miedo. Suprimió un gemido. Esa era la verdadera razón. Era una persona que complacía a los demás, que quería que él fuera feliz, quería ver su familia feliz, siempre dando de sí misma, pero nunca tomando. También le quería a él feliz, pero no a costa de sí misma. Y se conocía lo suficientemente bien como para saber que no podría permitirse ser tragada por completo.

– Tiene genio -murmuró en voz alta.

Sarah le echó un vistazo.

– ¿Quién?

– Hannah. Tiene genio. Y cuando está enfadada, puede causar estragos.

– Por eso raramente hace algo más que tomarse pequeñas y molestas formas de venganza, como echar a volar tus sombreros por la calle -dijo Sarah.

– La abrumo, ¿verdad? -preguntó Jonas. Sabía la respuesta. Siempre le estaba ordenando hacer algo. Raramente se lo pedía. Demonios, había sido tan jodidamente miserable con ella en el hospital, que era un milagro que no hubiese sacado una pistola y disparado.

Sarah sacudió la cabeza.

– Honestamente no lo sé. Estoy empezando a darme cuenta de que no conozco a Hannah muy bien, Jonas. Pensaba que lo hacía, pero todas las cosas que creía saber sobre ella, bueno, creo que simplemente me dejó ver que lo creía que yo quería.

– Es tan malditamente hermosa y lista. Puede superarme cualquier día de la semana. -Jonas se pasó ambas manos por el pelo-. Cualquiera pensaría que debe de tener suficiente confianza para diez personas. Parece que la tiene. Es toda no-me-toques, no-me-revuelvas-el-pelo, con su actitud de estoy-tan-jodidamente-por-encima-de-ti-que-nunca-estarás-a-mi-altura.

– Es tan dolorosamente tímida que tartamudea, Jonas; eso no es algo que dé seguridad a una mujer. -Frotó la mejilla contra el hombro de Damon-. Tuvimos que ayudarla a hacer las apariciones públicas.

Jonas cerró las manos en dos apretados puños. Eso claramente les debería haber demostrado algo. Si Hannah no podía salir en público sin que sus hermanas la ayudasen, ¿no se les había ocurrido que la tensión sería demasiada para ella? No manifestó lo obvio. ¿De qué serviría? Sarah estaba empezando a darse cuenta por sí misma, y le dolería. Quería a Hannah. Se culparía a sí misma por no darse cuenta de que Hannah no había sido feliz. Todas las Drakes lo harían.

Hannah. Cariño. Te amo tanto. Tan jodidamente tanto. ¿Alguna vez te lo dije? No lo podía recordar. Le había dado todo lo que era, la había venerado con su cuerpo, ¿pero había pronunciado las palabras? Cobarde. Había sido un jodido cobarde incluso cuando ella se le había entregado.

– Jonas. -La voz baja de Jackson irrumpió sus recriminaciones-. Te vas a volver loco. Mira estos archivos. Haz lo que se te da mejor. Si Prakenskii eliminó la amenaza hacia ella, bien, pero si hay más, si hay un grupo detrás de esto, vamos a hacer que esté segura cuando se despierte.

Jackson no había dicho “si” se despertaba. Jonas se aferró a eso mientras cogía uno de los archivos y lo abría para mirar la cara infantil de Rudy Venturi.

– Este no. Está tan concentrado en ella que nunca la compartiría. En su mente tiene desarrollada una fantasía con ella. -Le pasó el archivo a Sarah-. Léelo, Sarah, mira a ver si sientes lo mismo. -Sarah tenía buena cabeza y un talento para “sentir” cosas a las que él no llegaba. Apostaría lo que fuera a que el ataque no había sido una conspiración que involucrara a Rudy, pero no estaba dispuesto a correr riesgos con la vida de Hannah. Sin importar lo que dijese Sarah, Rudy sería interrogado, pero quizás estaría en los puestos bajos de la lista.

Jackson le pasó el siguiente archivo abierto, dándole unos golpecitos cuando Jonas lo cogió.

– Este parece problemático -dijo Jackson-. No me gustan las cartas que ha escrito o las cosas que tiene que decir. Tiene bastantes miembros de su “rebaño” apoyándole y las cartas de esos son más fanáticas que las suyas. El Reverendo cree que Hannah, y las modelos como ella, están tentando a chicas jóvenes a cometer actos perversos, luciendo sus cuerpos y promoviendo la sexualidad y promiscuidad.

Jonas juró.

– Menudo santurrón hijo de puta. Es él el que fuerza a chicas jóvenes a actos perversos. Ha estado reuniendo un pequeño harén, chicas de las calles, que se han escapado. Y los hombres de su rebaño no son oveja, más bien lobos. Hasta ahora no hemos sido capaces de pillarlo en nada, pero sospechamos que tiene uno de los negocios activos de drogas más grande.

– ¿Nikitin se dedica a las drogas? -preguntó Sarah, devolviendo a Jackson el archivo de Rudy.

– Nikitin tiene la mano metida en prácticamente todo, pero Tarasov, su mayor competidor, dirige la mayor parte de los negocios en Rusia -dijo Jonas. No quería hablar sobre Boris Tarasov, no después de haber visto el material explosivo que había habido en la película que él y Jackson habían entregado a su comandante. Karl Tarasov y los hermanos Gadiyan habían conseguido salir del país, pero Petr había sido capturado tranquilamente cuando intentaba escapar, y estaba siendo retenido en un lugar no revelado. Con toda seguridad Jonas no quería saber su localización, pero quería enterarse de quién había sido el traidor dentro del Departamento de Defensa.

– ¿Alguno de estos archivos tiene algo que ver con alguno de los rusos? -insistió Sarah-. Quizás Nikitin estaba ahí por alguna razón.

– Nikitin tiene una razón para todo lo que hace -estuvo de acuerdo Jonas-, pero ninguno de ellos ha amenazado nunca a Hannah, o se ha comunicado con ella. Y ella no tiene ni idea de drogas, así que podemos eliminar a los rusos. A menudo Nikitin asiste a fiestas destacadas, en particular a las de la industria de la música y la moda. Creo que es seguro decir que fue allí para ser visto, más que para ver a Hannah. -Pero no estaba descartando nada por completo. Todos eran sospechosos, incluso Ilya, especialmente Ilya.

– También quiero echar un vistazo más de cerca al Reverendo -dijo Jonas-. Sarah, estudia su carpeta y dime si percibes alguna sensación de ella. -Le puso la carpeta en el regazo.

– Te puedo decir que es repulsivo -dijo ella, su mano se deslizaba sobre los papeles-. Y no se opone a la violencia, ni al dinero. También tiene una fijación con Hannah y Joley.

– Genial. -Jonas se frotó las sienes palpitantes.

Sarah tomó aire.

– Tiene una pared con imágenes y artículos de nuestra familia. Puedo verla.

– Me pones muy nervioso cuando haces eso -dijo Damon-. Nunca me voy a habituar a esto. ¿Estás segura, Sarah?

Ella asintió.

– Para alguien como el Reverendo, mi familia debe ser lo más cercano a Satán que se pueda encontrar en esta tierra. Si ha descubierto que alguna de nosotras puede hacer las cosas que hacemos, puede ser razón suficiente para agitar a sus seguidores a la violencia.