– Hubo un breve momento durante una entrevista con un reportero en que citó algo de la Biblia acerca de que cada uno recibe lo que cosecha -apuntó Damon-. Parecía muy devoto.
– Santurrón gilipollas -gruñó Jonas-. Ponlo a la cabeza de la lista.
– Este otro está en Deja que los Animales Vivan Libres, el grupo DAVL. Han hecho bastantes amenazas contra Hannah desde que los rechazó cuando le pidieron que fuese su portavoz. Tienen mucha pasta y una reputación desastrosa gracias a ella y a un amigo suyo reportero de investigación. Tienen la fama de ser violentos, todo en nombre de los derechos de los animales, por supuesto, y sabemos que algunos miembros del grupo la han amenazado muchas veces. -Jackson le pasó a Jonas la carpeta-. Creo que tenemos que examinarlos a fondo. Uno de los hombres que presentó pruebas contra ellos, Benjamin Larsen, desapareció el verano pasado.
– Es el que se deshacía de los cuerpos de los animales, y se estaba llevando partes de tigre y vendiéndolas en el mercado negro. -Jonas forzó a su mente a recordar, a pensar en algo que no fuese Hannah, yaciendo tan cerca de la muerte. Apenas podía concentrarse con el ruido en sus oídos y la protesta latiendo salvajemente en sus tripas.
– Exacto. Un negocio muy lucrativo hoy en día. La piel, las partes del cuerpo, pueden valer una fortuna si uno sabe lo que hace. DAVL protestaba contra un refugio de animales, obtenía un mandato judicial, sacaba a los animales y les practicaba la eutanasia tan pronto como los periodistas se iban. DAVL afirma que nunca han recibido ni un céntimo por la muerte de los animales, pero Larsen afirmó que las mascotas eran entregadas a centros de investigación y los grandes felinos fueron vendidos por partes en el mercado negro.
– Eso es horroroso -dijo Sarah.
– ¿Cómo demonios se vio Hannah involucrada? -preguntó Damon.
Jonas suspiró.
– Cuando les dio la mano, percibió todo tipo de imágenes y partió de ahí, pidiéndole a un amigo periodista de investigación que rebuscase. Todo el lío se descubrió y fue un escándalo enorme. DAVL lo minimizó, tienen mucha influencia política. A los políticos y celebridades les gusta la imagen de salvar la vida salvaje y DAVL es muy bueno consiguiendo publicidad. Les echaron la culpa a algunos miembros demasiados entusiastas y contrataron a una importante empresa de publicidad para cambiar por completo su imagen. Pero desde entonces Hannah ha estado recibiendo cartas.
Hannah. Ella había llorado ante el conocimiento, ante las impresiones que había obtenido cuando le había dado la mano al presidente. Jonas la había encontrado en la playa con lágrimas cayéndole por las mejillas. Fue una de las pocas veces que se atrevió a abrazarla. Encajaba tan perfectamente en su cuerpo, hecha para él, ese era su lugar. Quiso matar a todos los dragones para evitar que derramase más lágrimas.
Había sido suave y cálida, y totalmente femenina, su cabello había fluído alrededor de ellos como la seda. El mar había estallado en columnas tormentosas de espuma blanca, golpeando contra las rocas en armonía con su propia tormenta salvaje de lágrimas. El viento se había arremolinado en torno a ellos, apartándolos del resto del mundo, haciéndole sentir como si estuviesen solos y juntos, el sol pasando por cada matiz de rojo y naranja, una bola gigante y brillante vertiendo oro fundido en el agua revuelta. Todo había sido precioso y maravilloso, y tan correcto que le dolía cada vez que pensaba en ello, todo en Hannah era mágico, incluso sus lágrimas.
Jonas apartó la vista de Jackson, asegurándose de no tocarle. Sabía que Jackson era un poderoso psíquico, su talento era distinto al de las Drakes. Siempre se había preguntado si Jackson podía leer a la gente, captar pensamientos de ellos, pero Jackson prefería el silencio a hablar. Raramente desvelaba algo sobre sí mismo. Ciertamente nunca hablaba sobre sus dones psíquicos.
Jonas se sentía roto, incapaz de dejar de estar afligido por Hannah. No necesitaba que Jackson viera su interior hecho pedazos, que viera la profundidad de sus sentimientos y necesidad por Hannah.
– Así que el DAVL va a la cabeza de la lista de sospechosos -dijo Damon.
– Deja que Sarah lo “lea” -dijo Jonas.
– Casi tengo miedo -dijo Sarah, y de mala gana cogió la carpeta del regazo de Jonas. Le temblaban las manos-. Estoy percibiendo un montón de cosas mezcladas. Muchos de ellos están auténticamente comprometidos a salvar a los animales. Desafortunadamente hay un par que están usando la organización para sus propios fines, que son básicamente dinero y poder. Y sí, hay odio hacia Hannah. Puedo sentirlo, pero no te puedo dar un nombre. Lo siento masculino y femenino, así que hay más de uno. Podría ser una conspiración. -Hizo una mueca-. Lo siento, Jonas, hay demasiada gente para conseguir una buena lectura, y de todos modos son todo impresiones.
– Lo estás haciendo genial, Sarah.
Parecía pálida y cansada. Jonas esperaba no tener ese mismo aspecto, destrozado y expuesto, y tan malditamente vulnerable a la vista de todos. Sacó de repente sus gafas de sol y se las puso en la nariz para esconder sus ojos, temeroso de que estuviesen tan rojos como los de Sarah. Le quemaba la garganta, se sentía como si tuviera arena encajada en el interior. Estaba hecho un desastre, y se suponía que era la persona con la que las Drakes podían contar.
Hannah. Cariño. No me dejes. Quizás si lo decía un millón de veces, si lo lanzaba al universo, de alguna forma ella lo escucharía. Sabría todas las cosas que le debería haber contado. Como que ella era su cordura. Era magia pura. Todo lo que había soñado, lo que siempre había querido. Era la mujer que le hacía estar completo. Le hacía reír, le calmaba, le enfadaba, le daba una razón para volver a casa de una pieza. ¿Me escuchas, Hannah? No te vayas. Espera por mí. Quédate conmigo.
Incluso su corazón dolía. Dolor físico. ¿Cuántas veces había ido a una casa y contado a los ocupantes que un ser querido había muerto? Había habido dolor en sus caras, emociones tan devastadoras que había abandonado la casa enfermo… y había acudido junto a Hannah. Se despertaría con pesadillas de esto. Nunca superaría la imagen de alguien acuchillando a Hannah, con una mirada cruel y decidida. Dudaba que alguna vez le permitiese alejarse más de metro y medio de él.
– ¿Por qué demonios no evité que fuera?
– No sigas, Jonas -dijo Sarah con suavidad-. Ni siquiera pienses en ello. Hannah firmó un contrato. Tenía un compromiso. Incluso si no deseaba ir, habría mantenido su palabra.
– ¿Quién va después? -Preguntó Damon-. Tienes un montón de carpetas ahí.
Jackson estiró la mano hacia el maletín.
– Permanece concentrado, Jonas.
Jonas sintió el maletín entre las manos, supo que se lo había arrancado a Jackson de las manos.
– ¿Me quieres jodidamente concentrado? -lanzó el maletín por el pasillo y lo siguió, golpeándolo con fuerza con su bota, después se giró para estampar un puño en el asiento vacío más cercano.
Un estruendo tronó en sus oídos, los ojos le quemaban, sentía la garganta descarnada.
– ¿Qué demonios hay sin ella? Dímelo, Jackson. Dime qué coño voy a hacer sin ella. Porque no lo sé. -Entonces levantó la vista, desamparado, perdido-. Estaba ahí de pie mirándola, mirándola, mientras ese bastardo la trinchaba. -Estiró las manos-. ¿Qué pasa conmigo y las mujeres que amo? -Se dio la vuelta y marchó furioso por el pasillo hacia la parte trasera del avión, dejando a los demás sentados en un silencio asombrado.
– Maldición -dijo Jackson-. Está perdiendo los nervios, Sarah.
– Esto es muy cercano a casa para él. Ya sabes como ha sido su vida, su madre, ¿verdad? No puede soportar que las cosas estén fuera de su control.