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Damon le apretó el hombro.

– Siempre he sido curioso.

– Padres muy ricos. Le dejaron una fortuna y una propiedad preciosa. Ya eran mayores cuando lo tuvieron, y siempre habían deseado tener niños. Ambos le adoraban. Su padre murió cuando él tenía cinco años, y para cuando tuvo seis o siete, su madre estaba prácticamente confinada a una cama. Él se encargaba totalmente de dirigir su casa. Hacía la compra, pagaba las facturas, le leía a su madre, como si fuese mayor. Era de locos.

Se frotó las sienes.

– No estoy explicando esto muy bien. Después de dar a luz, el sistema inmunológico le falló por alguna razón. Los médicos dijeron que había sido un suceso traumático y que su cuerpo había reaccionado ante él, pero en realidad nadie lo sabe. Desde ese momento fue muy frágil, pero ella se negó, se negó absolutamente a dejarse vencer por la enfermedad. Jonas se ocupó de las responsabilidades porque está en su naturaleza y porque la quería… ella le pertenecía. Era su familia. Al final le diagnosticaron un cáncer. Fue horriblemente doloroso, pero tenía una voluntad de hierro. A Jonas casi le mató no poder evitar su sufrimiento. Venía a nuestra casa cuando la cosa se ponía tan mal que no podía mirarla o pensar más en ella.

Damon echó un vistazo a la parte trasera del avión, hacia el cuarto de baño.

– ¿No deberías hablar con él?

– ¿Qué puedo decirle? Sabe tan bien como yo que las posibilidades de salvar a Hannah son muy pequeñas. Estábamos allí. Mirando. Hannah es su familia. El amor de su vida. Es lo que le hace querer levantarse cada mañana. Se pertenecen. Se siente completamente impotente, y para Jonas, no hay nada mucho peor cuando se refiere a alguien a quien ama. Todo esto -señaló a los archivos-, no importará si ella muere.

Golpeó la cabeza contra el asiento.

– ¿Por qué no me enseñaría estos archivos antes?, cuando estuvo tan desagradable con respecto a que ella fuera a trabajar. Le podría haber apoyado.

Le pasó uno a Damon.

– Mira esto. Esta es una mujer que acosó a Hannah durante unos diez meses. Se emitió una orden de alejamiento y la mujer se volvió un poco loca, y destrozó una colección de ropa de la que Hannah era modelo. Cómo se coló entre bastidores nadie lo sabe, pero Hannah no estaba en el edificio; ya se había marchado.

Jonas reapareció, quitándole el archivo de las manos y sentándose a su lado.

– La puse en prioridad alta porque usó un cuchillo, fue capaz de traspasar la seguridad, y hace poco salió de prisión. El diseñador la denunció y fue encarcelada. -Jackson puso el archivo en manos de Jonas-. Su nombre es Susan Briggs, es de mediana edad, parece normal pero obviamente está enferma.

– Definitivamente no está del todo bien y es capaz de una violencia extrema. Oye voces, probablemente esquizofrénica. Ponla en el montón de alta probabilidad. -Sarah intentó mantener la voz serena incluso cuando lo que quería era rodearle con los brazos y consolarle-. Deberías haberme mostrado todo esto.

Jonas bajó la mirada hacia ella y Sarah hizo una mueca de dolor. Ella sabía que los archivos existían. Probablemente Joley tenía más. No había querido saberlo porque no quería ser como Jonas, siempre con miedo por ellas, enfadada con ellas, queriendo que se quedasen en casa y estuvieran a salvo. Quizás había sabido todo el tiempo que estaban ahí, tantos locos, atraídos por el glamour del trabajo de Hannah y su belleza inmaculada.

– Oh, Jonas, lo que le hizo ese hombre. -Sarah se presionó ambas manos sobre el rostro-. No puedo soportarlo. Incluso si vive…

– Vivirá -dijo Jonas-. Eso es todo lo que importa. No puedes pensar en ninguna otra cosa. -Porque él no podía. No podía permitir a su mente contemplar eso otra vez. No sabía lo que haría si sucedía lo peor.

– Pero Hannah es tan diferente. Frágil y amable. ¿Cómo conseguirá superar el trauma de un ataque de este tipo?

Damon la envolvió entre sus brazos.

– Hannah es más fuerte de lo que piensas. Se repondrá de esto. Espera y verás. Es una Drake por los cuatro costados y nos tiene a todos para ayudarla. Lo superará.

Sarah miró a Jonas. Supo instintivamente que si alguien iba a ayudarla a superar esto, ese sería Jonas… ¿pero quién le ayudaría a él? Nunca le había visto tan cansado. Hasta la fecha nada había sacudido la confianza de Jonas en sí mismo, pero se había comportado como un salvaje, fuera de control, asustándola tremendamente en los momentos posteriores al ataque de Hannah. Se había puesto como loco, destrozando la habitación, aplastando cosas, su cara tan contorsionada de angustia que ella había sido capaz de dejar a un lado su propio dolor desenfrenado para ayudar a Jackson a controlarle. Y todavía podía ver -y sentir- la furia salvaje ardiendo ahora en él. De nuevo la había puesto bajo control, pero podía surgir a la menor provocación.

No había duda de que Jonas amaba a Hannah. Nunca había habido duda en la mente de nadie salvo en la de Hannah, pero nadie había conocido la fuerza de ese amor, la necesidad profunda y arraigada que tenía de ella. A Sarah todavía se le hacía difícil mirarlo, estaba tan devastado. Jonas. Su roca. Quebrada en tantos trozos. Manteniéndose unido por pura fuerza de voluntad.

– Necesitamos a tus hermanas. Libby tiene que llegar rápido. -Jonas se pasó ambas manos por el pelo-. Viene de camino a casa, ¿verdad?

Sarah asintió. Libby era una sanadora. Jonas sabía que podía realizar lo que prácticamente equivalía a milagros. Le había salvado la vida a él con la ayuda de las otras hermanas Drake, pero no iban a llegar a tiempo esta vez. Ninguna de ellas. Si Ilya Prakenskii no podía mantener a Hannah, estaría perdida para ellos. Jonas necesitaba desesperadamente creer que Sarah y sus hermanas podían salvar a Hannah, pero ella necesitaba creer que Prakenskii podría hacerlo.

– Dime lo que sepas sobre el guardaespaldas. ¿Quién es Sergei Nikitin y qué hace exactamente Prakenskii para él? Y Jonas, esta vez, dime la verdad. Sé que sabes más sobre él de lo que dejas entrever. No me importa si es un gran secreto de estado, tengo que saber quién es. Ahora mismo es todo lo que tenemos.

– Puede que sea Abbey la que consiga algo de valor sobre Prakenskii -dijo Jonas-. Ya te dije que me había encontrado con un muro de piedra cuando intenté averiguar más sobre él. Usé todos los contactos que tenía en el Departamento de Defensa y también en los Rangers del Ejército, y no conseguí nada. El tipo no es lo que aparenta ser, y tiene capas y capas de protección alrededor de su archivo.

Sarah permaneció en silencio, sus pequeños dientes mordían el labio inferior mientras repasaba la información en su cabeza.

– ¿Y qué pasa con Sergei Nikitin? ¿Qué sabes de él?

– Es un tipo totalmente distinto de pez, un pez gordo. Nadie ha sido capaz de pillarlo con nada, ni en este país ni en Europa. Interpol lleva varios años intentándolo. Surgió fuerte de una guerra territorial bastante sangrienta. Los botines estaban divididos de varias formas hasta que de repente apareció él en escena, y después de una batalla muy desagradable entre facciones, Sergei Nikitin y Boris y Petr Tarasov permanecieron en el puesto. Hay otros, pero no como ellos. Los que quedaron se dividieron entre las dos familias y el resto es historia. Ambas familias son extremadamente violentas, dispuestas a matar y torturar para dejar clara su idea, la cual es básicamente que será mejor que nadie se meta con ellos… y nadie lo hace.

– ¿Son amigos?

– Hacen negocios juntos, pero no, mantienen una actitud hacia el otro. Ha habido algunas matanzas entre las dos facciones, pero la mayor parte del tiempo, se dejan en paz los unos a los otros

– ¿Alguna de las modelos consume drogas? -le preguntó Jackson a Sarah-. ¿Alguna vez te mencionó Hannah que estaba preocupada por alguna? Podría captar eso al trabajar tan cerca de ellas. O quizás alguno de los diseñadores. Traen ropas y profesionales de todas partes del mundo.