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Hannah miró en derredor a sus hermanas.

– Tengo una tremenda deuda, todas la tenemos, pero este no es mi secreto para decirlo. Si lo fuera, te daría la información que requieres, pero lo siento, no puedo.

Prakenskii miró las caras alrededor de la habitación.

– Pregunté eso como la devolución de una deuda de honor. ¿Me la niegan?

Libby agitó la cabeza.

– No, no lo hacemos. -El color le subió a la cara, pero le mantuvo la mirada-. Estaba con Tyson en la casa y alguien quería hacerle, hacernos daño… El hombre tomó fotografías de los dos. Soy médico y no estoy acostumbrada a la prensa sensacionalista y las terribles cosas que le hacen a la vida de una persona. Joley se tiñó el cabello y se hizo cargo pretendiendo que las fotografías eran de ella, para que mi reputación no fuera dañada -dijo Libby-. Fue generoso y tierno por su parte hacerlo.

Prakenskii permaneció de pie absolutamente inmóvil en medio de la habitación. Su mirada sobre la cara desviada de Joley.

– Fue peligroso. Y ella sabe que lo fue. Mírame. -Cuando no lo hizo, la voz se le endureció-. Mírame.

Joley alzó la mirada hacia él.

– Debiste habérmelo dicho cuando te pregunté.

– No era de tu incumbencia.

Hannah le sujetó la mano.

– ¿Por qué sigue diciendo que estas haciendo algo peligroso, Joley?

Joley se encogió de hombros.

– No lo sé. Piensa que estoy atrayendo a todos los locos.

Hannah palideció y se extendió hacia Jonas, inconsciente de ello.

– Sé que tienes precogniciones, Ilya. Si Joley está en peligro, ven y dilo. Dinos de donde viene el peligro.

– Ya lo dije. Y si supiera de donde viene el peligro, lo eliminaría -dijo Prakenskii-. Sé que no confías en mí, Hannah, ninguna de ustedes, y en realidad no importa, pero quién sea el que haya organizado el ataque contra ti estaba haciendo una advertencia. Fue brutal, cruel y directo. Trataron de destruir tu cara, tu cuerpo y luego terminar con tu vida. Vendrán detrás de ti de nuevo. Y Joley está atrayendo el mismo tipo de atención, pero ¿por qué? Tendrás que preguntarle a ella. -Extendió las manos.

Se volvió y se dirigió hacia la puerta.

– Estaré en el pueblo algún tiempo. Sé que no me pedirán ayuda, pero la tendrán de todas formas.

– ¿Está Nikitin en el pueblo? -preguntó Jonas.

– Oh sí. Joley está aquí. La prensa está aquí. Nitikin estará justo en el centro de todo. Puede hacer negocios desde cualquier parte del mundo, gracias a los teléfonos móviles y los ordenadores.

– ¿Por qué trabajas para él? -preguntó Jonas.

Prakenskii se encogió de hombros.

– ¿Dónde si no un hombre como yo puede encontrar trabajo?

La respiración de Joley siseó entre los dientes.

– Sí, vuelve arrastrándote y protege a ese idiota despreciable. No es como si pudieras cambiar lo que eres.

Prakenskii se detuvo en la puerta, los ojos centellaron cuando vagaron sobre la furiosa cara de ella.

– No, no puedo. No más de lo que puedes tú.

Jonas lo siguió fuera.

– ¿Está Nikitin involucrado en el ataque a Hannah?

Los ojos de Prakenskii se habían vuelto fríos como el hielo.

– Si lo hubiera estado, estaría muerto. A pesar de lo que piensas de mí, las Drake están bajo mi protección. Pero he oído rumores… susurros… y hasta ahora no he sido capaz de encontrar quien contrató al asesino, pero ahí hay uno. -Señaló hacia la congregación de gente que había alrededor de la cerca-. Tienes un problema aquí. Quienes quieran que sean volverán a atacar y lo harán de diferente modo esta vez. Tienen la atención de los medios e hicieron su declaración. Ahora la quieren muerta.

Jonas dirigió una larga mirada asesina al montón de gente alrededor de la cerca. Había flores, peluches y velas por todos lados. Pero reconoció a un par de los guardias cercanos al Reverendo y divisó a Rudy Venturi, un hombre que seguía a Hannah a todas partes a las que iba, justo delante, sujetando flores en las manos.

– Si no te lo he dicho antes, Prakenskii, gracias por salvarle la vida. Me dijo que nunca lo habría logrado sin ti.

Prakenskii bajó los escalones, se volvió, agitando la cabeza, reflexionando en voz alta.

– Fue un ataque brutal, Harrington. Para mí hay algo que no está bien. Ese tipo de odio debería ser bastante sencillo de localizar. -Se detuvo y miró lentamente alrededor-. Quienes quieran que la deseen muerta están aquí. Están justo aquí en su ciudad natal y esperando la oportunidad para atacar. Puedo sentirlos.

– Gracias. Los encontraré.

– No dudo que lo harás… Pero ¿llegarás a tiempo?

La cara de Jonas de endureció.

– Oh, sí. Lo haré a tiempo. -Miró a Prakenskii alejarse, preguntándose que juego estaba jugando ese hombre y que planeaba Joley. Necesitaba hablar con ella y rápido. La última cosa que quería era agregar otra complicación a este desastre.

Respiró hondo y dejó salir el aire, profundizando en la advertencia de Prakenskii mientras daba otra lenta y cuidadosa mirada a la multitud. Jonas lo sentía también. Prakenskii no estaba echando humo para hacerse el importante, algo malvado acechaba en el aire.

Abajo cerca de la puerta de entrada, Matt Granite, novio de Kate, lo llamó. Matt estaba de pie frente a Rudy Venturi. Rudy era pequeño y ligero, con el brillante y teñido cabello levantado en púas, con una cara indefinible. Sin el cabello sería fácil perderlo entre la multitud. Jonas imaginó que la mayoría de las personas lo pasarían por alto.

Se tomó su tiempo, caminando lentamente hacia el hombre, no queriendo asustarlo. La última vez que habían hablado no había sido placentera. Jonas lo había interrogado durante horas después de que Hannah hubiese recibido una amenazadora carta de él, llamándola perra estirada… y el hombre tenía dinero. Montones y montones de dinero,. dinero suficiente para contratar un brutal y desalmado ataque contra Hannah. ¿Se habría enfadado tanto al advertir el desprecio? ¿Habría estado tan furioso como para pagarle a alguien para que le cortara la cara y el cuerpo en tiritas antes de usarla como un saco de boxeo con un cuchillo apretado en el puño?

Las imágenes regresaron, vividas y repugnantes, tan reales que podía contar las salpicaduras de sangre esparcidas por la habitación. Se le retorció el estómago, le entraron nauseas y se tambaleó, el cuerpo estallando en sudor. Bruscamente apartó las imágenes y forzó una sonrisa cuando se detuvo frente a Rudy, manteniendo la voz amigable.

– ¿Eres Rudy Venturi? Hannah me dijo que vas a todos sus actos -Sabía que Hannah jamás había hablado con Venturi. Jonas lo había dejado bien claro, le había ordenado, mantenerse alejada de él. El hombre tenía un respetable fideicomiso, debido a un accidente de coche que lo dejó sin familia y un leve daño cerebral. Viajaba mucho, la mayor parte del tiempo siguiendo a Hannah de acto a acto.

Rudy asintió, apretando las flores.

– Los doctores dijeron que no podía ver a nadie en este momento. Necesita descansar -dijo Jonas, levantando las manos hacia las flores-. ¿Dónde estabas cuando fue atacada?

Rudy asintió y de mala gana le entregó el gran ramo a Jonas.

– Dd-debería tener un g-guardaespaldas.

– Estoy de acuerdo. Es por eso que estoy aquí ahora. No permitiré que nada le pase -agregó-. ¿Viste al hombre que la apuñaló?

Rudy se presionó la mano contra la boca y asintió vigorosamente.

– H-había tanta s-sangre. Pensé que estaba m-muerta y quise m-morir.

– No, ella está bien viva. ¿Viste al hombre que la atacó hablando con alguien más antes del ataque?

Rudy golpeó las manos contra los muslos con agitación.

– ¡Sí! Sí. No paraba de s-sacudir la cabeza hacia delante y hacia atrás. Lo vi s-sacar el cuchillo. El otro hombre l-lo golpeó en la espalda cuando iba hacia el cordón de seguridad. T-traté de decírselo al policía, pero el p-predicador estaba gritando y el policía fue de inmediato a h-hablarle.