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– ¿Realmente lo viste, Rudy? -preguntó Jonas, tratando de mantener la voz calmada y uniforme. Rudy nunca sería un buen testigo, y vivía en un mundo alterno pero si estaba diciendo la verdad, podría ser una gran oportunidad para ellos-. Realmente podrías ayudar a Hannah si me lo describieras.

Deliberadamente se acercó más al hombre, creando una sensación de urgencia y camaradería.

– Por aquí, entra por la valla y háblame donde nadie más pueda oírte. -Sujetó la reja y vio como el pecho de Rudy se expandía dándose importancia y entró a la propiedad de las Drake-. ¿Quieres ayudarla, verdad?

– Ella es tan agradable. Siempre me sonríe. Todos los demás miran a través de mí, pero ella me ve… y me sonríe.

– Yo también pienso que es agradable -dijo Jonas-. Fue bondadoso de tu parte traerle flores -Habían flores a todo el largo de la cerca de admiradores de todo el mundo, pero Jonas hizo toda una demostración al mirar el ramo-. Realmente ama las flores.

La mitad del maldito mundo estaba enviando flores y aún así no se le había ocurrido a Jonas hacerlo. Todo lo que quería hacer era abrazarla. Sentirla. Tocarla. Saber que estaba a salvo. Un hombre como Rudy Venturi sabía lo suficiente como para traerle flores, pero Jonas ni siquiera lo había pensado.

– Rudy, tienes que ayudarla ahora. Trata de recordar todo lo que puedas acerca del hombre que habló con el atacante de Hannah.

– No tengo una fotografía nueva firmada de ella. Siempre me da una, pero no lo hizo esta vez en New York.

– ¿Hannah te dio una fotografía? -Si era verdad la iba a sacudir hasta que le castañetearan los dientes. Sabía bien que no debía acercarse demasiado al cordón. Un año antes le había advertido que dejara de firmar autógrafos a la gente.

– Me la firmó -continuó Rudy-. Dice “Te deseo lo mejor, Hannah”. En cada acto me da una nueva y esta vez no lo hizo.

Jonas apretó fuertemente los dientes y se tragó una maldición. Era tan propio de Hannah sonreír y asentir cuando estaban discutiendo acerca de seguridad y luego hacer lo que le daba la gana.

– Probablemente tenía una, cuando fue atacada, y no pudo dártela -señaló, manteniendo la voz calmada.

Rudy asintió y frunció un poco el ceño.

– Pero si te digo que aspecto tenía, ¿me conseguirás la foto firmada? Tiene que decir, “Te deseo lo mejor, Hannah”. Deber decir eso, porque siempre me da una.

Iba a hacer más que sacudirla. ¿En qué demonios estaba pensando? Rudy quizás parecía inofensivo, pero si lo iba a distinguir y hacerlo sentir especial, debería tener un guardia de seguridad cuidándola. Jonas se forzó a sonreír.

– Me asegurare de que esté firmada, Rudy. Dime que recuerdas.

Rudy arrugó la cara y realizó pequeños sonidos, como una computadora vieja y cansada tratando de acceder a la información.

– Era grande.

Jonas esperó, pero Rudy parecía contento consigo mismo.

– Grande. Bien. Tengo eso. ¿Qué color de cabello? ¿Era corto o largo?

– Rubio y corto. Muy corto. Y parecía mezquino. Sonreía, pero no era real. Era el mismo tipo de sonrisa que tienes tú.

Jonas se quedó quieto. Rudy podría haber sufrido daño cerebral en el accidente, y tener apariencia infantil, pero aún era agudo, o quizás como un niño podía percibir la verdad más fácilmente que un adulto.

– Lo siento. Estoy molesto por lo que ese hombre le hizo a Hannah.

Rudy asintió.

– Yo también. -Las cejas se le juntaron cuando estudió la cara de Jonas-. Te conozco. Hablaste conmigo con anterioridad. No fuiste amable.

Jonas suspiró. Había temido que Rudy lo reconociera tarde o temprano. No, no había sido amable. Interrogó a Rudy con dureza, machacándolo con ahínco mientras el hombre se ponía cada vez más confuso y molesto.

– Soy cuidadoso con la seguridad de Hannah y había recibido algunas cartas amenazadoras.

Rudy bajó la cabeza.

– Yo le escribí.

– Si, leí las cartas. Escribiste varias. -Rudy la había llamado por algunos nombres desagradables y la amenaza era más implícita que manifiesta. Jonas había querido cruzar la mesa y hacerlo pedazos hasta que se dio cuenta que estaba tan obsesionado con conseguir una fotografía de Hannah que de hecho superaba el deseo de hablar con Hannah. ¿O es que Rudy era lo suficientemente inteligente para aparentar ser débil y tartamudo? Jonas había descubierto que los asesinos eran muy manipuladores y embaucadores.

– Estaba enfadado porque no me dio la fotografía. Cuando estaba en Australia, no me la dio. Siempre me da una.

– Sí, sé que lo hace -dijo Jonas con tanta paciencia como pudo reunir-. Te daré una de ella, firmada como te gusta. ¿Qué más recuerdas? ¿Oíste algo de lo que dijeron? ¿Tenía cicatrices el hombre? ¿Un tatuaje?

Rudy pareció excitado.

– En la mano, justo aquí. -Se frotó lo nudillos-. Tenía algo en la mano. Nunca lo había visto antes.

Jonas trató por varios minutos más de extraerle información, pero claramente Rudy no sabía nada más. Estaba dispuesto a inventárselo si Jonas quería que lo hiciera, por la fotografía, pero realmente no recordaba nada más.

– Haré que reciba tus flores, Rudy, a menos que quieras dejarlas en la valla con todas las demás -ofreció Jonas.

Rudy cogió otra vez las flores y las puso frente a todos los demás ramos, mirando hacia las ventanas de la casa de las Drake.

– Puede verlas desde aquí. ¿Conseguirás mi fotografía ahora?

– Sí. ¿Te importaría esperar detrás de la cerca ahora?, para que la gente de seguridad no esté preocupada

Rudy volvió a salir por la verja y se arrimó.

– ¿La conseguirás firmada?

Jonas asintió y se alejó deprisa, topándose con Matt, que estaba patrullando el perímetro de la cerca con un par de hombres de la familia y la seguridad que contrataron.

– ¿Has visto a Jackson por aquí?

Matt indicó colina arriba.

– Creyó ver a un par de periodistas escalando la cerca y fue en esa dirección para verificarlo.

Jonas maldijo suavemente.

– ¿Por qué no se van todos a casa?

– No creo que eso ocurra durante un tiempo -dijo Matt-. Pero los negocios en Sea Haven están floreciendo. Cada hotel está lleno y las tiendas y cafés están poniendo al día como atracadores. Creo que los precios se han triplicando.

– Eso he oído. -Jonas se rascó la mandíbula con la mano-. Dile a Jackson que necesitamos revisar todas las cintas de nuevo… las que tomaron las cadenas de televisión a la multitud que estaba afuera, tanto del desfile de moda como de la fiesta.

– Piensas que vas a conseguir información nueva.

Jonas se encogió de hombros.

– Vale la pena intentarlo.

CAPITULO 12

Las Drakes estaban esperándole en el salón, todas menos Hannah. Sabían que estaba enfadado por la actitud de su cuerpo. Sarah saltó para interceptarlo cuando empezó a subir las escaleras, pero él levantó la mano para pararla, echándole una única mirada llena de emoción.

– No -le advirtió.

Ella asintió.

– Cuéntanos, Jonas.

Él miró sobre su cabeza, hacia Joley.

– Tú cuida de ésta. -Señaló con la cabeza hacia ella-. Y yo cuidaré de Hannah-. Le dirigió otra mirada aún más furiosa a Joley y subió corriendo las escaleras hacia la habitación de Hannah.

La puerta estaba cerrada con llave y ésta vez no se molestó en llamar. Al infierno con eso. Empezó a hurgar en la cerradura. Joley llegó tras él con Sarah.

– Tienes que dejarla sola, Jonas. Para ella ha sido demasiado enfrentarse así con Prakenskii -dijo Sarah-. Necesita descansar.

– Y tú necesitas meterte en tus asuntos. Hannah es una mujer adulta. Es mi mujer. -Hizo ésta declaración mientras forzaba la cerradura, abría la puerta y entraba, cerrándola en la cara furiosa de Sarah.