– Si puedes señalarme la dirección, puedo demorarlos o tal vez, si tengo suerte, inmovilizarlos hasta que llegue la ayuda.
Dio una larga mirada barriendo los árboles que tenían alrededor. El bosque aquí estaba lleno de vegetación antigua, los árboles eran altos, muchas de sus ramas bajas estaban quebradas y caídas.
– Atráelos aquí, Jonas. Haz que vengan a nosotros. Si nos retiramos y les dejamos hacerse con este lugar, creo que puedo detenerlos justo aquí.
– Muévete en silencio, Hannah, quédate cerca del suelo. Entra más profundamente en el bosque, puede ser que necesitemos una ruta de escape. -Sus oídos habían dejado de zumbar y podía oír voces gritando a sus espaldas y delante de ellos-. ¿Puedes oír eso?
– Apenas.
– Eso no es español. Sabes idiomas. ¿En qué están hablando?
Mientras se concentraba se mordió el labio inferior con sus pequeños dientes.
– El acento es muy pronunciado. Están hablando en ruso, Jonas. -Dejó escapar el aliento lentamente-. Tienen que ser hombres de Nikitin.
Jonas frunció el ceño.
– ¿Por qué Prakenskii te salvaría la vida si Nikitin te quiere muerta? Es sin lugar a dudas un hombre de Nikitin.
Hannah se enganchó la camisa en una rama astillada, lo que la hizo detenerse. Jonas se agachó para liberarla cuidadosamente.
– ¿Lo es? -preguntó Hannah-. ¿Estás seguro? Porque cuando Nikitin vino a nuestra casa quiso que Joley subiera conmigo. Nos advirtió que tuviéramos cuidado al usar nuestros poderes y dijo que Nikitin no sabía nada acerca de nosotras que ni lo sospechaba.
– Admito que no sabemos mucho sobre él. Le preguntamos a la Interpol y a todas las fuentes que pudimos intervenir. Hay rumores. Dicen que Prakenskii fue entrenado desde la infancia para ser un agente. Fue criado instruyéndose en como hacer del asesinato un arte.
– Que horrible para él. -Hannah se arrodilló para maniobrar a través de un túnel de restos particularmente bajo.
Jonas la siguió, penetrando con los hombros en la red de viejas ramas derribadas y hojas que formaban el túnel de juegos.
– Es demasiada coincidencia para que me lo trague. Prakenskii estaba justo allí para salvarte. Nikitin te perseguía por la condenada habitación. ¿Qué demonios están tramando?
Hannah frunció el ceño.
– No puedo imaginarme que Prakenskii pueda estar en la misma habitación conmigo… con Joley, con cualquiera de mis hermanas, y que ninguna percibiera su culpa. Es un secreto demasiado grande para esconder. Si sus intenciones eran lastimarme, y por qué sería esa su meta final… -Dejó salir un pequeño jadeo cuando su cabello quedó atrapado en el follaje bajo y afilado y muy quebradizo.
Jonas sintió que se le saltaba el corazón.
– Hannah. -Su voz fue un suave siseo al reprenderla-. No estamos dando un paseo de domingo. Yo lo hago, deja de tirar. Estás sacudiendo los matorrales a nuestro alrededor.
Hannah trató de quedarse quieta, con el corazón golpeándole fuertemente en el pecho. La red muerta de ramas se sentía como si se hubiera encontrado con un arbusto de espinas. Su cráneo, debido a su naturalmente rizado cabello, era muy delicado. Entre la rama y Jonas que tiraba de él, se le anegaron los ojos de lágrimas.
Una ráfaga de balas hizo que Jonas la estrellara contra el suelo lo suficientemente fuerte como para dejarla sin aliento. Su cabeza latía donde estaba segura que un trozo de cabello había sido arrancado de un tirón.
– Deslízate a través de la vegetación sobre el estómago -susurró Jonas.
Hannah trató de no ser remilgada. Estaban a punto de ser disparados. No debería estar preocupada por las garrapatas y las arañas, pero mientras se arrastraban hacia delante buscando refugio, no podía pensar en otra cosa.
Será mejor que Sarah haya puesto su culo en marcha y nos mande algo de ayuda. Jonas juró con rudeza en voz baja cuando una bala golpeó la tierra cerca de ellos. A su favor, Hannah no profirió sonido alguno, pero fue suficiente para encender la ya homicida furia de él. Resistió el impulso de saltar y devolver los disparos. Tenía que permanecer oculto. El enemigo aún no estaba seguro de donde estaban exactamente.
Todo lo que podía hacer era tratar de mantener el cuerpo ubicado delante del de Hannah y protegerla hasta que llegara ayuda.
Sarah lo sabe. Ya han enviado a Jackson y a los demás y ellas están en la almena del capitán esperando para enviar ayuda. Puedo sentirlas, el poder reuniéndose en el aire esperando por mí. Sólo haz que esos hombres entren en el bosque. Yo haré el resto.
La detuvo poniendo una mano sobre su hombro y se inclinó sobre ella para ponerle los labios contra el oído, no queriendo que hubiera errores.
– ¿Quieres que los atraiga hacia nosotros?
Ella asintió. Tenía la boca seca, pero había nacido para hacer esto y confiaba en su habilidad.
– Continúa moviéndote, cariño -la previno Jonas y disparó varias rondas, más para delatar su posición y atraer a los atacantes que para darle a alguien. Cerró otro cargador en su arma y continuó empujándola hacia delante-. Ten cuidado con el arroyo, Hannah. Hay una estrecha franja de tierra con un tronco caído sobre ella. Usa eso para cruzar.
Eso pondría al arroyo entre ellos y sus atacantes. Los helechos crecían altos y espesos en ambos lados del arroyo subiendo la pendiente que llevaba a donde se levantaban los árboles. Siguió a Hannah a través de las plantas, registrando donde la tierra se hundía y donde los atacantes tendrían una mejor cobertura.
– Aquí. Puedo usar el agua. Encuentra un lugar para esperarlos, Jonas.
Hizo un cuidadoso barrido con ojos fríos, evaluadores. Había pasado cientos de horas en este lugar. Era el patio de recreo de su infancia y conocía cada centímetro cuadrado del terreno. Le dio un ligero codazo dirigiéndola hacia la izquierda.
– Ve hacia ese pequeño declive. Usa los helechos para cubrirte, pero no puedes empujarlos con el cuerpo, Hannah.
La piel le picaba y le punzaba como si un millón de insectos se arrastraran sobre ella. Estaba aterrada por poder tener garrapatas en el cabello. La tierra cercana al arroyo era pantanosa y húmeda. No quería pensar en eso mientras se escurría hacia delante, usando los codos para impulsarse. Y odiaba el hecho de tener esas cosas en mente cuando estaba siendo perseguida por hombres con armas. Miró a Jonas.
Tenía duras líneas grabadas en su serio rostro. Su mandíbula estaba rígida con ese obstinado gesto que conocía ten bien y sus ojos ardían con furia. Quería ser como él. No estaba preocupado por los insectos ni la suciedad, estaba centrado en destruir el peligro que se cernía sobre ellos… sobre ella. El orgullo la inundó.
– No existe nadie como tú en el mundo, Jonas -dijo suavemente.
Él la miró, manteniéndole la mirada. Al instante su cara se suavizó.
– Te amo, Hannah. Siempre lo he hecho.
Su corazón dio un gracioso saltito y su estómago cayó en picado.
– Yo también te amo. -No podía creer que estaba con él. A pesar del peligro, había alegría en el momento. Se había pasado la vida asustada. Tartamudeando. Consumida por los ataques de pánico. Aún así estaba escondida en el bosque, con asesinos en sus talones, arrastrándose sobre el estómago, con serpientes e insectos, como un bravo soldado, y se sentía extrañamente alborozada. Y muy amada por Jonas Harrington.
Encontraron una depresión en el blando terreno justo detrás de varios árboles grandes y anchos. Era una fortaleza natural camuflada por tres lados por matorrales, hojas caídas y ramitas que los rodeaban. Jonas arregló varias ramas muertas con hojas caídas sobre ellos para que cualquier persona tuviera que mirar detenidamente antes de detectarlos.
– Sin importar lo que pase, Hannah, mantente abajo. -Con sus manos presionándole la nuca era imposible hacer otra cosa. Su voz ostentaba un látigo de furia.