Estaba asustada, no había duda de eso, pero Jonas desplegaba el modo protector en todo su esplendor y la familiaridad de ello le hizo sentir confianza en sus propias habilidades. Jonas siempre había estado allí, peleando al lado de su familia desde que eran niños, y era muy bueno en ello. Le gustaba la sensación de ser compañera de él… de pertenencia.
– Vas a tener que dejar que me levante el tiempo suficiente para llamar a los elementos, Jonas. Necesitamos la lluvia para apagar el fuego, para que no se nos vaya de las manos. Y necesitamos el viento y tal vez la niebla. Puedo manipular la tierra y el agua si es necesario.
Ahora podía oírlos venir y la idea de dejarla, aunque fuera por un momento, arriesgar su vida era aberrante para él, pero al mismo tiempo, sería estúpido no darle a ella la mejor oportunidad. Hannah era su propia mejor oportunidad.
– Tendré cuidado -le aseguró Hannah. Levantó la cabeza con cautela y espió a través de los tupidos arbustos-. ¿Puedes darnos un enrejado más elevado? Tengo que usar las manos.
Mordiéndose una protesta, Jonas desgarró dos de las ramas más largas, ambas atestadas con abanicos de agujas. Las añadió a la existente maleza que los rodeaba, asegurándose que las ramas muertas pareciesen haber caído allí naturalmente.
Hannah alzó las manos hacia el cielo, ondeando un gracioso patrón en el aire mientras llamaba a los elementos para que la asistieran.
Jonas la observó, y aun rodeados como estaban por el peligro, o quizás a causa de ello, se sintió lleno de orgullo. Siempre había amado ver la elegancia natural de su esbelto cuerpo. Su rostro estaba desprovisto de maquillaje y se veía imposiblemente joven, pero impresionantemente hermosa y completamente inconsciente de ello. Mientras entretejía su magia, estaba completamente concentrada en la tarea, murmurando suavemente mientras movía las manos.
Examinó el área circundante de nuevo. Lo que quería hacer era arrastrarse fuera de la cobertura y cazar a los bastardos uno a uno y dispararles. Otro minuto -otro giro de la llave en el encendido- y Hannah estaría muerta.
– Vienen, cariño. -Se movió sutilmente, asegurándose que su cuerpo estaba ligeramente delante del de ella y de que podría echarse sobre ella si fuese necesario-. Date prisa.
Ella no se dio por enterada, ni desvió la atención ni siquiera por un momento. Como siempre, cuando Hannah usaba sus dones, él podía sentir la sutil acumulación de energía. Empezó como una corriente eléctrica alrededor de ellos. El vello de sus brazos se erizó. Sus oídos zumbaron con el chasquido de poder en el aire. Las copas de los árboles se mecieron suavemente, una ligera alteración mientras cambiaba la brisa.
Luego lo sintió en el rostro, el suave toque de dedos, oyó voces femeninas cantando en la distancia, y su boca se curvó con satisfacción. Si te metes con las Drake la vida se puede volver dura.
El salpicar de agua llamó su atención. Si el enemigo llegaba por la franja de agua, podían tener una oportunidad de detectarlos, ya que sólo los grandes helechos proporcionaban protección.
Se hundió más bajo, presionando la mano en la parte baja de la espalda de ella y ejerciendo presión, silenciosamente diciéndole que descendiera.
– En el arroyo, Hannah. -Bajó hasta descansar sobre el estómago y extendió el arma hacia delante, esperando.
Ella permitió que la hiciese tumbarse sobre el estómago, pero mientras volvía su atención a la larga franja de arroyo que podía divisar, se apoyó sobre los codos para poder usar las manos. El agua empezó a burbujear y luego a chapotear hacia atrás y hacia delante, cada ola creciendo en fuerza e intensidad hasta que el agua estuvo meciéndose sobrepasando los lados del curso del arroyo. Embestía hacia atrás y hacia delante, ganando fuerza y poder, alimentándose a sí misma mientras aumentaba la velocidad.
Sobre sus cabezas, se reunieron funestas nubes negras. Veteadas por relámpagos, brillando coléricamente. El trueno retumbó y el cielo matinal se oscureció. Todo el tiempo el agua del arroyo chapoteaba hacia atrás y hacia delante, creciendo en altura con cada nueva ola. Los hombres que caminaban por el recodo dieron vuelta en la esquina.
Jonas pudo ver claramente las caras. La conmoción. El horror. El absoluto terror. Se quedaron allí de pie congelados mientras una pared de agua corría hacia ellos, ahora una torre. El que iba el primero gritó algo de puro miedo y se giró, usando el hombro como un ariete para apartar de su camino a los hombres que venían detrás de él. El agua les dio de lleno, abofeteándolos duramente, llevándolos hacia el rocoso lecho del arroyo, derrumbándolos con la fuerza de un pequeño tsunami.
En ese preciso instante, las nubes estallaron y vertieron la machacante lluvia. Caía tan fuerte y rápido que mordía, y redujo la visibilidad a cero. Jonas se movió hasta que la parte superior de su cuerpo estuvo protegiendo la cabeza y los hombros de ella, todo el tiempo su inquieta mirada buscaba blancos.
Cuando dejó de llover y las olas del arroyo comenzaron a aquietarse sin Hannah para alimentarlas de poder, se hizo el silencio.
– Tenemos que irnos ahora antes de que se recuperen. Sólo estamos jugando al escondite hasta que lleguen los demás. -Mantuvo la mano en la parte inferior de la espalda de ella, urgiéndola a que saliera de la depresión y se moviera por la espesa red de raíces de árboles-. Lo siento, cariño, nunca debí sacarte de la casa para traerte a donde estuvieras en esta clase de peligro. No tenía idea de que nos enfrentábamos a este tipo de adversario, pero debería haberlo sabido.
Hannah hubiera preferido continuar enfrentándolos que huir, especialmente cuando tenían que volver a arrastrarse.
– ¿Por qué? Quienquiera que sea tiene mano de obra y tenacidad. No va a darse por venido. No es un golpe común donde mandan a un único asesino. -Cada vez que pensaba que alguien la odiaba de esa forma, se sentía enferma del estómago-. Nada de esto tiene sentido para mí.
– Para mí tampoco -admitió él-. Sencillamente no eres el tipo de mujer que inspira esta clase de odio. Acaso fantasías. Puede que depravadas, pero no este tipo de cosas. Sin embargo Joley…
– ¡No digas nada malo de Joley! -La defensa de su hermana fue veloz y furiosa-. Es una persona maravillosa.
– Dulzura, desenmascaró al Reverendo en la televisión nacional. ¿Honestamente crees que en este momento, sus seguidores, los hombres que lo rodean y se benefician de sus estafas, y el mismo Reverendo, no sienten un odio del tamaño de Texas por Joley? Es irreflexiva y demasiado honesta. Dice lo que piensa. No importa si tiene razón. Es como un ángel vengador. Junta todo eso con su imagen sexy y obtienes problemas.
Sostuvo una rama baja fuera del camino para que pudiera avanzar.
– Toma el camino de la derecha. Hace una curva hacia atrás y comienza a dirigirse hacia arriba, hacia la casa. Subiremos la pendiente y luego seguiremos el arroyo bajando nuevamente la pendiente. Seremos capaces de oír cuando llegue el equipo de rescate.
– Háblame de Nikitin. ¿Qué sabes acerca de él? -preguntó Hannah-. Me gustaría poder imaginarme cuál es su verdadero interés en Joley. Y, ¿por qué Prakenskii no dijo nada?
– Prakenskii tiene su propio interés en Joley, Hannah, y no tiene absolutamente nada que ver con trabajo y todo con ser un hombre.
Hannah apartó de su camino varias ramas rotas, recordando en el último momento, antes de soltarlas, que el movimiento podría delatar su posición. Se quedó doblada hacia delante, sintiéndose inútil y estúpida hasta que Jonas se hizo cargo del follaje y le indicó que siguiera.
– Los rusos siempre han tenido problemas con mafiosos violentos. Están altamente organizados, internacionalmente y son muy sangrientos. Junto con la mafia colombiana y la italiana, los rusos son considerados los criminales más poderosos en el mundo. Nombra cualquier cosa que se te ocurra y están metidos en ello. Y en lo que realmente destacan es en el blanqueo de dinero. Pueden tomar dinero sucio y blanquearlo mejor que nadie. Mientras otras organizaciones tienen reglas acerca de no asesinar a policías y a sus familias, ellos no. No les podría importar menos.