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Prakenskii juró en ruso.

– No puedes arrestar a ese hombre, Harrington.

Jonas levantó una ceja y permaneció silencioso.

Prakenskii juró otra vez.

– Tiene un yate con varios de su banda.

Jonas asintió.

– Necesitaremos a Duncan para conseguir la autorización necesaria para abordarle. Tendremos que golpear rápidamente antes de que tenga otra oportunidad de lanzar otro ataque. Chicas, ¿podéis darnos el clima que necesitamos y ayudar desde aquí?

– Por supuesto, Jonas, dinos lo que necesitas -dijo Hannah.

Prakenskii sacudió la cabeza y salió. Jackson dudó un momento y luego los siguió.

Las hermanas Drake podían haber exagerado la niebla, decidió Jonás mientras se acercaba al barco donde los hombres de Duncan esperaban con caras sombrías.

– Esta gente juegan para siempre, Jonas -advirtió Jackson suavemente-. Si dejas a Tarasov vivo, seguirá viniendo a por ti, incluso desde la cárcel.

– Oí a Prakenskii, lo mismo que tú -dijo Jonas bruscamente-. ¿Dónde infiernos está, de cualquier forma? Cualquiera diría que quería estar en esto.

– No lo demostró, pero ahora, con Duncan Gray dirigiendo la operación, no puedo culparle demasiado. -Jackson le dio una pequeña sonrisa-. Gray piensa que Prakenskii es un espía tan bueno como el mejor asesino a sueldo del mundo. -La sonrisa palideció-. Sabes que Duncan va a querer coger a Boris bajo arresto. Sería el mayor arresto internacional de la década. No va a importar que Boris esté detrás de ti y de tu familia. Tenemos que llegar a él primero.

– Lo sé. -Jonas se inclinó para examinar su arma por centésima vez para evitar mirar a Jackson.

– Yo lo eliminaré, Jonas -dijo Jackson.

Jonas sacudió la cabeza.

– Es mi responsabilidad, Jackson. No la estoy colocando sobre ti.

Jackson no se molestó en contestar. Ya había tenido una larga conversación con Prakenskii, bien, tan larga como dos hombres como Ilya Prakenskii y Jackson Deveau necesitaban cuando protegían a un amigo. Jonas tenía el valor para acusar al infierno con un cubo de agua, y nunca huyó de una lucha o de un camarada caído, pero no tenía la constitución para la clase de trabajo de exterminación que necesitaban hacer. Jonas había sido educado para reverenciar la vida, en la misma manera en que las Drake habían sido educadas, y tenía demasiada compasión en él como para vivir confortablemente con lo que necesitaba hacerle. Haría el trabajo, pero le obsesionaría. Jackson no iba a permitir que esto sucediera.

– Las chicas estarán esperando en caso de que las necesitemos. Ya han conseguido una jodida niebla espesa e inmóvil, así que tendremos mucha cobertura para entrar -dijo Jonas. Se apartó para permitir a Jackson entrar al barco con Gray y el resto de su equipo.

Gray apenas miró arriba para estudiar la disposición del yate por millonésima vez.

– Nuestra información dice que Tarasov tiene a quince hombres a bordo del yate y ningún civil. Todos sus hombres están armados y os matarán sin pensarlo. Estos cuatro son los más peligrosos. No os acerquéis a ellos por ninguna razón. No intentéis golpearlos. No tratéis de desarmarlos. Saben más maneras de matar a un hombre de las que podéis imaginar. Contenedlos y esperad a mi equipo para detenerlos. Este es nuestro objetivo. -Gray pasó las fotos.

Jonás se encontró mirando fijamente a Boris Tarasov. El hombre era bajo y regordete, con canas y cejas tupidas. Tenía rasgos fuertes y ojos mezquinos. La segunda foto era la del capitán. Era más alto con una constitución atlética, un hombre guapo.

– Este es Karl Tarasov, el hijo de Petr. Ha sido el asesino a sueldo número uno para su familia durante años. Es despiadado y sangriento y no tiene inconveniente en matar mujeres y niños -continuó Gray-. Nadie que se haya tropezado con él jamás, seguido vivo. Hará cualquier cosa por proteger a su tío.

– Si no les arrestamos, Jonás, tú y las Drake nunca estaréis a salvo.

Era una mentira descarada y los intestinos de Jonás se retorcieron con nudos. Gray sabía que mientras cualquiera de los Tarasov estuviera vivo, Hannah nunca estaría a salvo. Y eso significaba que no tenían otra elección que conseguir que cada uno de ellos fuera ejecutado. Suspiró y se frotó las sienes donde el principio de un dolor de cabeza latía. Pensaba que llevaba mucho tiempo fuera de ese negocio.

– ¿Cómo permiten que alguien como esos entren al país? -preguntó Jonas, disgustado.

– No sabíamos que estaba cerca del área -dijo Gray-, no hasta que nos trajiste la información del yate. Nuestra última información era que había abandonado el país después de que Petr fuera arrestado. ¿Estás absolutamente seguro de tu informante?

Jonas no iba a entregar a Ilya Prakenskii, no a Gray. Duncan era ambicioso, y si arrestaba a Prakenskii o Tarasov o incluso a Nikitin, su carrera política estaría hecha.

Lo que sea que Prakenskii fuera, había salvado la vida de Hannah y Jonas no le traicionaría.

– Sí, estoy seguro.

– Los otros dos en los que estoy interesado son conocidos por su extrema violencia. Yegor y Viktor Gadiyan son hermanos. Yegor estaba casado con la hermana de Boris y Petr, Irina. Murió hace algunos años, pero los hermanos Gadiyan continúan trabajando para Boris.

– Un gran negocio familiar.

– Fueron Yegor y Viktor los que trataron de matar a Sergei Nikitin hace algunos años. Las otras familias rusas intervinieron cuando Nikitin trajo a Ilya Prakenskii como su guardaespaldas. No creo que ninguna de las otras familias quisiera el riesgo de tener a Prakenskii detrás de ellos.

Jonas evitó cuidadosamente mirar a Jackson.

– Es gracioso como estos hombres que tienen semejantes cabronas reputaciones, que ningún policía en Europa o aquí pueden acusarles de algo.

– Este policía va a hacerlo -dijo Gray-. No podemos malgastar más tiempo. Esta niebla tan espesa es una gran ventaja pero no puede durar. Tenemos que movernos ahora.

Los hombres tenían caras sombrías y silenciosas mientras se acercaban al yate, moviéndose a través del agua que se rizaba, sus botes subían las olas que los golpeaba con la suficiente fuerza como para sacudir sus dientes, sin embargo no había absolutamente ningún sonido. Jonas sabía que las hermanas Drake estaban controlando el aire alrededor de ellos, pero se preguntaba en qué estaban pensando los hombres de Duncan. Era espeluznante moverse sobre la superficie picada que les rodeaba mientras se adentraban en la densa niebla gris. Dentro del banco de niebla, los colores más oscuros se arremolinaban y movían, pero la pesada capa de niebla era espesa y silenciosa, manteniendo persistentemente la posición en varias millas en cada dirección alrededor de donde el yate yacía inmóvil. Las olas chocaban contra los costados del barco mientras los hombres patrullaban la cubierta, escudriñando a través de la niebla en un esfuerzo por ver.

Era imperativo que Jonas y Jackson alcanzaran a Tarasov primero. Si lo hacía Gray, éste haría lo que fuese por mantener al gangster con vida. Había llevado esfuerzo y un montón de persuasión conseguir que Gray acordara permitir a Jonas y Jackson deslizarse primeros a bordo. Afortunadamente, siempre habían tenido esa posición cuando habían trabajado para Gray, así que al final, había estado de acuerdo en que era mejor para ellos hacer lo que sabían.

Jonas y Jackson entraron rápidamente en el agua fría, a alguna distancia del yate, empujando su equipo impermeable delante de ellos mientras nadaban hacia él. Jonas sintió un golpe contra su cuerpo mientras una sombra gris se deslizaba silenciosamente a su lado. Su corazón saltó y sacudió la cabeza alrededor, tratando de ver a través del agua lo que estaba viniendo hacia él. A su lado, Jackson sacó su fusil de arpones, pero era imposible con la combinación de niebla y oscuridad ver algo alrededor de ellos.

Unas voces se elevaban y caían en la niebla, suaves y melodiosas, femeninas. Las voces cantaban a los delfines, a las criaturas del mar que ayudan a los marineros. Las notas bailaban en la niebla y se deslizaban fácilmente en sus mentes. Ambos hombres se relajaron, y cuando los delfines se empujaron bajo sus manos, agarraron las aletas que les ofrecían y aceptaron el paseo.