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—Los has hecho bien, amigo mío —contestó Perrin—. Mejor de lo que cualquiera habría esperado. Has obtenido mucho honor.

Gaul sonrió y se apoyó en el hombro de Perrin.

—Me preocupé... Cuando los lobos desaparecieron, me preocupé.

—Siguen luchando en el mundo de vigilia.

Perrin había sentido la necesidad de regresar al Sueño del Lobo. Encontrar a Gaul había sido en parte el motivo de hacerlo, pero había algo más, un instinto que no se explicaba.

—Aguanta —animó a Gaul.

Lo sujetó por la cintura. Cambio. Se trasladaron a Campo de Merrilor, y con otro cambio salieron del Sueño del Lobo y aparecieron en el centro del campamento de Dos Ríos.

La gente lo localizó de inmediato y empezó a gritar.

—¡Luz, Perrin! —dijo un hombre que había cerca. Grady se aproximó corriendo; tenía bolsas muy marcadas en los párpados—. He estado a punto de calcinaros, lord Ojos Dorados. ¿Cómo habéis aparecido así?

Perrin meneó la cabeza y ayudó a Gaul a sentarse. Grady miró la herida que tenía en el costado y llamó a una de las Aes Sedai para que le hiciera la Curación. La gente iba y venía, algunos hombres de Dos Ríos gritaban que lord Ojos Dorados había vuelto.

Faile. Faile había estado allí, en Merrilor, con el Cuerno.

«Tengo que encontrarla.»

Rand estaba solo en el Sueño del Lobo, sin protección.

«¡Maldita sea, eso no importa! —pensó—. Si pierdo a Faile...»

Si Rand moría, la perdería. Y perdería todo lo demás. Ahí fuera todavía había Renegados. Perrin dudó. Tenía que ir a buscarla, ¿verdad? ¿No era ése su deber de esposo? ¿No podría otro proteger a Rand?

Pero, si no lo hacía él... ¿quién, entonces?

Aunque tomar esa decisión fue desgarrador, Perrin buscó el Sueño del Lobo una última vez.

Moridin levantó Callandor del suelo. La espada brilló, cegadora, con el Poder Único.

Rand retrocedió a trompicones, con la mano dolorida contra el pecho. Moridin rió y enarboló el arma.

—Ya eres mío, Lews Therin. ¡Por fin te tengo! Yo... —Dejó de hablar y alzó la vista hacia la espada, tal vez con temor reverencial—. Puedo amplificar el Poder Verdadero. ¿Un sa’angreal de Poder Verdadero? ¿Cómo? ¿Por qué? —Rió con más ganas.

Un remolino se agitó a su alrededor.

—¡Encauzar el Poder Verdadero aquí es la muerte, Elan! —le gritó Rand—. ¡Te calcinará!

—¡Es el olvido eterno! —gritó Moridin—. Conoceré esa liberación, Lews Therin. Y te llevaré conmigo.

El brillo de la espada adquirió un intenso color carmesí. Rand sintió emanar el poder de Moridin mientras absorbía Poder Verdadero.

Ésta era la parte más peligrosa del plan. Min lo había descifrado. Callandor tenía tales fallos, unos fallos tan increíbles... Creada de manera que, para que un hombre la utilizara, era preciso que lo controlaran mujeres; creada para que, si Rand la utilizaba, otros pudieran controlarlo a él...

¿Para qué iba a necesitar él un arma con semejantes fallos? ¿Por qué las profecías lo mencionaban así? Un sa’angreal para el Poder Verdadero. ¿Por qué iba él a necesitar nunca algo así?

La respuesta era tan sencilla...

—¡Ahora! —gritó Rand.

Nynaeve y Moraine encauzaron juntas aprovechando el fallo de Callandor mientras Moridin intentaba utilizarla contra Rand. El azote del viento fustigó el túnel. El suelo tembló y Moridin aulló al tiempo que los ojos se le desorbitaban.

Lo controlaron. Callandor era defectuosa. A cualquier hombre que la utilizara se lo podría obligar a coligarse con mujeres, a ponerse bajo su control. Una trampa... Trampa que Rand había utilizado con Moridin.

—¡Coligación! —ordenó.

Se lo pasaron a él. Poder.

Saidar que llegaba desde las mujeres.

El Poder Verdadero desde Moridin.

Saidin desde él mismo.

Que Moridin encauzara allí el Poder Verdadero amenazaba con destruirlos a todos, pero el impacto se amortiguó con el Saidin y el Saidar; después, Rand dirigió las tres energías hacia el Oscuro.

Entonces arremetió a través de la oscuridad que bullía allí, creó un conducto de luz y de oscuridad, y volvió contra el Oscuro su propia esencia.

Más allá, Rand percibió al Oscuro, su inmensidad. Espacio, magnitud, tiempo... Rand comprendió que tales cosas podían ser irrelevantes ahora.

Emitiendo un tremendo grito —con los tres Poderes fluyendo a través de él, la sangre manándole del costado— el Dragón Renacido alzó una mano de dominio y aferró al Oscuro a través de la Perforación como haría un hombre a través del agua para capturar la presa en el fondo del río.

El Oscuro intentó soltarse tirando hacia atrás, pero la mano de Rand llevaba el guante de Poder Verdadero. El enemigo no podía mancillar de nuevo el Saidin. El Oscuro intentó retirar el Poder Verdadero de Moridin, pero el conducto lo vertía con demasiada prodigalidad, con demasiada fuerza, para cerrarlo ahora. Imposible incluso para el propio Shai’tan.

Así fue como Rand usó la esencia del Oscuro y la encauzó con toda su potencia. Sujetó firmemente a Shai’tan, como una paloma en la garra de un halcón.

Y de él irradió un estallido de luz.

48

Una lanza brillante

Elayne trotaba en su caballo entre montones de trollocs muertos. El día había acabado con victoria. Encargó a todos los que podían sostenerse de pie que buscaran supervivientes entre los muertos.

Tantos... Cientos de miles de hombres y trollocs yacían en pilas por todo Merrilor. Las riberas del río eran mataderos; y las ciénagas, una tumularia fosa común en la que aún flotaban cadáveres. Un poco más allá, al otro lado del río, los Altos crujieron y retumbaron. Elayne había retirado a los suyos de aquella zona. Y ella apenas se sostenía en el caballo.

Los Altos de Polov se derrumbaron sobre sí mismos y enterraron a los muertos. Elayne lo vio como si estuviera entumecida, sintiendo el temblor del suelo. Se...

«Luz.»

Se sentó erguida al percibir el aumento de energía en Rand. Su atención se alejó de los Altos para centrarse en él. La sensación de fuerza suprema, la belleza del control y el dominio. Una intensa luz salió disparada hacia el cielo, en el lejano norte, tan brillante que Elayne soltó un grito ahogado.

Había llegado el fin.

Thom se retiró de la entrada a la Fosa de la Perdición al tiempo que se protegía los ojos con el brazo cuando una luz —radiante como el mismo sol— salió proyectada de la caverna. ¡Moraine!

—Luz —susurró Thom.

Luz era, irrumpiendo con un estallido por la cima de la montaña de Shayol Ghul, un inmenso haz radiante que fundió el pico de la montaña y salió disparado hacia el cielo.

Min se llevó la mano al corazón mientras se apartaba de las hileras de heridos a los que había estado cambiando vendajes.

«Rand», pensó al percibir su angustiosa determinación. Lejos, al norte, un haz de luz ascendió en el aire, tan rutilante que iluminó Campo de Merrilor a pesar de haber una distancia tan enorme. Los ayudantes y los heridos por igual parpadearon y se levantaron, tambaleándose y protegiéndose la cara del resplandor.

Esa luz, una lanza brillante al cielo, consumió las nubes y dejó el cielo despejado.

Aviendha parpadeó por la intensidad de la luz y supo que era cosa de Rand.

Eso la hizo volver en sí cuando estaba al borde de la inconsciencia, y la inundó de calidez. Él estaba venciendo. Estaba venciendo. Era tan fuerte... Ahora veía al verdadero guerrero que había en él.

Cerca, Graendal dio un traspié y cayó de rodillas, con los ojos vidriosos. El acceso a medio destejer había explotado, pero no con un estallido tan fuerte como la otra vez. Los tejidos y el Poder Único se habían deshilado expandiéndose en una rociada, justo en el momento en que Graendal intentaba tejer Compulsión.