En un momento dado todo cambió y la feroz competencia se convirtió en un placer tan intenso que tuvo que agarrarse más fuerte a Jack para no perder el equilibrio. Era como si sus bocas estuviesen hechas para moverse juntas y las manos de Jack estuviesen diseñadas especialmente para deslizarse por su espalda, para atraerla más cerca.
– ¡Eh, un respiro! -dijo alguien-. ¡Hay niños!
Hubo un estallido de risas y bromas que sacó a Ellie como de otro planeta. No tenía nada que ver con Jack ni con ella y, cuando él se separó, murmuró instintivamente una queja. Jack primero dudó, pero luego decidió no responder. Cuando por fin se separaron, Ellie pudo comprobar que estaban rodeados de caras sonrientes. ¿Qué había pasado? Habían empezado a besarse con furia y de repente… Solo sabía que se sentía aturdida y desconcertada. Sus ojos y los de Jack se encontraron casi contra su voluntad. Parecía horrorizado y se miraron con consternación, demasiado impresionados como para importarles lo que pudieran pensar los demás. Por algún motivo todo el mundo encontró gracioso su comportamiento y volvieron a levantar sus copas: «¡Por Jack y Ellie!».
Cuando se fue el último invitado, Ellie estaba agotada. Había conseguido reponerse y siguió charlando animadamente con todo el mundo, como si Jack la besara todos los días, pero estaba deseando que se fuesen todos para dejar de sonreír y estar sola.
Jack y ella no habían vuelto a tocarse. Jack tenía a Alice entre los brazos para no tener que llevarla de la mano ni pasar su brazo por sus hombros. Ellie pensó que era mejor así, pero no podía evitar sentirse muy sola. Apenas hablaron hasta que él se despidió, acompañado de Clare y Gray. Llevaba a Alice y Ellie se entretuvo con ella para evitar la mirada de Jack.
– Pensaba volver a Waverley la semana que viene, ¿qué te parece?
No estaba segura de si lo que quería era que se inventase una excusa para no ir, pero su hermano y su cuñada estaban delante y sabían perfectamente que no tenía nada que hacer. Además, ¿no era preferible fingir que no pasaba nada?
– Muy bien -dijo con una sonrisa-, todavía tengo que terminar unas ventanas.
– Gray y yo nos tenemos que reunir mañana y el martes, así que no podré ir antes del miércoles -dijo Jack con la misma cortesía forzada -. Si te parece bien, te recogeré de camino.
– Perfecto.
Jack dudó un segundo, como si fuese a decir algo más, pero al final solo asintió con la cabeza.
– Hasta el miércoles.
Ellie observó cómo se metía con Alice en el coche sin ni siquiera volverse para mirarla. Se quedó un buen rato de pie viendo cómo se iban y, cuando se dio la vuelta, comprobó que Lizzy también estaba ahí mirándola con una expresión muy rara.
– ¿Qué? -dijo Ellie a la defensiva, aunque Lizzy no había dicho nada.
– Me estaba acordando de que me quedé horrorizada cuando me dijiste que te ibas a casar con Jack -dijo Lizzy-. Creía que os casabais por un motivo equivocado y, cuando he visto lo fríamente que os habéis felicitado, me he convencido de ello, dijeses lo que dijeses. Pero cuando os he visto discutir he comprendido que estaba equivocada y que tú tenías razón.
– ¿En serio? -Ellie miraba a su hermana sin saber muy bien de lo que estaba hablando.
– Desde luego… cuando entré estabais discutiendo de verdad. Y eso es una señal muy buena.
– ¿Tú crees?
– Venga Ellie, no habías discutido jamás en tu vida; y creo que no había visto nunca a Jack tan enfadado. No habríais discutido de esa forma si no hubiese algo especial entre vosotros. Para discutir así con alguien te tiene que importar mucho; y para besarlo de esa forma… -sonrió un poco pensativa-. ¡Ojalá encontrase yo a alguien así, que me besase sin importarle lo que tiene alrededor! Creo que tienes mucha suerte, Ellie.
– Lizzy… -Ellie empezó a hablar, pero se calló. Había estado a punto de decirle la verdad. Pero su hermana parecía tan feliz que no quiso decepcionarla.
Se giró y vio cómo se alejaba el coche con Jack dentro.
Sus labios todavía temblaban por el beso y su cuerpo todavía se estremecía. Quizá no hubiese sido como ella quería, pero por lo menos la había besado. Podía haberse quedado trabajando en la ciudad y añorando el campo, pensó Ellie. Podía haber estado en la fiesta de compromiso de Jack con otra mujer que sería la madre de Alice. Pero, no. Se iba a casar con Jack y viviría en Waverley con él. No era todo lo que ella quería, pero era bastante. Era suficiente.
Jack pasó a recogerla el miércoles a primera hora.
– Hola Ellie.
– Hola -dijo, muy animada mientras hacía muchos aspavientos con el cinturón de seguridad para no tener que mirarlo directamente a los ojos.
Se había propuesto actuar con naturalidad. Había meditado mucho desde la fiesta. El beso permanecía en su memoria intacto y perturbador. Seguía molesta por lo traicioneramente que había respondido su cuerpo. Solo tenía que fingir que en la fiesta no había pasado nada fuera de lo normal, que él no la había besado y que ella no le había correspondido con ese anhelo. Muy fácil de decir, pero no de hacer, porque en cuanto él aparecía su cuerpo dejaba de escuchar a su mente.
La presencia de Jack la atormentaba. Sentía ese nudo en el estomago tan conocido, la misma sacudida que notaba siempre que lo veía, siempre que se acordaba de su sonrisa o de la forma en que se ponía el sombrero.
Él parecía concentrado pilotando la avioneta. Ellie aprovechó la situación para mirarlo de reojo Estaba tranquilo; sus manos, firmes y seguras sobre los mandos; sus ojos, fijos en el panel. Todo le resultaba familiar, las arrugas de los ojos, sus facciones angulosas su boca. Pero ya sabía lo excitantes que eran esos labios cuando besaban los suyos, la fuerza que tenían esas manos y lo duro que era su cuerpo. Todo era ya diferente.
CAPITULO 6
APARTÓ su mirada de Jack y trató de encontrar algo que decir.
– ¿Has… has traído más pintura para el cuarto de baño? -no era la mejor forma de empezar una conversación, pero era todo lo que se le ocurrió.
– Suficiente para eso y para terminar el cuarto de Alice.
Jack agradecía mucho a Ellie que hubiese roto el silencio. Hablaron un rato de la decoración y, cuando se terminó la conversación, comentaron lo mucho que había llovido y la cantidad de agua que llevaban los arroyos. Incluso hablaron de instalar un generador y de la gasolina que necesitaba. Pero llegó un momento en el que Jack no pudo resistir más y, en medio de una conversación, se paró bruscamente.
– Siento mucho lo del otro día -dijo.
– ¿El otro día…? -repitió Ellie sorprendida por el repentino cambio de conversación.
– Estuve fuera de lugar. Tenías toda la razón. Tus sentimientos hacia ese hombre no son de mi incumbencia. No tenía intención de pelearme contigo de esa forma. No sé por qué me enfadé tanto. Creo que me excedí.
– Creo que los dos lo hicimos -dijo Ellie intentando por todos los medios parecer natural.
– También quiero disculparme por el beso.
– Ah… eso -dijo Ellie débilmente.
– No sé qué me ocurrió -dijo Jack decidido a hacer una confesión completa-. Algo se me escapó de las manos.
Ellie tragó saliva y recordó lo incapaz que fue de resistir la excitación que se apoderó de ella y la pasión con que respondió a su beso.
– No importa -dijo con cierto rubor.
– No te asusté, ¿verdad?
Lo único que la había asustado había sido la pasión de su propia respuesta.
– No -dijo con un hilo de voz.
– Temía que lo hubiese hecho. Parecías… -Jack se quedó pensativo recordando la furia y desesperación que vio en los ojos de Ellie- molesta -dijo con poca convicción.
– No, estaba bien -Ellie se giró para ocultar el rubor-. Estaba desprevenida, eso es todo.