– ¿Lo conseguiste?
Ellie se volvió lentamente y Jack, por primera vez, se dio cuenta de que sus ojos tenían un color hermoso, entre gris y verde, y eran muy transparentes.
– No, lo intenté, pero no lo conseguí.
– Debe ser alguien muy especial -la voz de Jack sonó rara. Estaba intrigado por la idea de imaginarse a Ellie enamorada, pero a la vez le disgustaba.
Ellie bajó la vista y esbozó una leve sonrisa.
– Sí, lo es.
– ¿Por eso has vuelto a casa? -preguntó Jack sin darse cuenta de la brusquedad de la pregunta-, ¿para ver si arreglas las cosas con él?
La sonrisa de Ellie se esfumó.
– No hay nada que arreglar, él no me quiere y sé que nunca me querrá. Es un sueño y lo he aceptado como tal, pero no puedo evitar quererlo -contestó como si quisiera tranquilizarlo-. Pensé que sería más fácil si estuviéramos en el mismo sitio, nada más.
– Pobre Ellie -se acercó y tomó su mano-. Tú también necesitas a alguien especial.
– Lo sé -Ellie, horrorizada, notó que se le saltaban las lágrimas y retiró la mano.
Lo peor de todo era tener que escuchar el tono comprensivo de Jack. Era cálido y consolador, pero no quería su consuelo.
– Por lo menos tú entiendes lo que siento hacia Pippa. Puede sonarte a tópico, pero es como si hubiese encontrado mi media naranja y, después, la hubiese perdido -Ellie lo miró, pero sus ojos estaban clavados en el suelo-. Nadie puede ocupar el lugar de Pippa. Cualquier otra tendría que resignarse a ocupar un segundo lugar, y yo nunca podría pedir eso a nadie.
Las palabras de Jack fueron un mazazo para Ellie, pero sabía exactamente cómo se sentía. Había intentado enamorarse de otros hombres por todos los medios, pero en el fondo sabía que era inútil. No importaba lo atractivos o encantadores que fuesen, nunca se podrían comparar con Jack.
– Claro que lo entiendo -dijo ella tranquilamente.
Él la miró con ojos tristes y una sonrisa congelada.
– Es como si estuviésemos en el mismo barco.
– Tú, por lo menos, tienes los recuerdos y a Alice -«yo solo tengo mis sueños», se dijo a sí misma con amargura.
– Sí, tengo a Alice -Jack suspiró y se levantó, impaciente-, y por Alice tengo que olvidarme de cómo me siento e intentar encontrar a alguien para casarme. Si no lo hago, crecerá rodeada de toda una serie de amas de llaves. Necesita una madre, no alguien que esté unas semanas o unos meses hasta que se aburra de este tipo de vida.
– Tampoco tiene que ser así necesariamente.
– No -admitió-, pero es lo más probable. Ya sabes lo difícil que es encontrar alguien de confianza para que se quede en el campo. Cualquiera con dos dedos de frente que viese esta casa se volvería corriendo a la ciudad. Me parece que comprar Waverley Creek no es una buena idea. Es una buena finca, o podría serlo, pero es posible que para Alice lo mejor sea quedarse en Bushman's Creek.
– Pero tú no quieres -objetó Ellie.
– No, claro que no. Además, sería injusto con Gray y Clare. Pero la única alternativa es encontrar una mujer… ¿y dónde voy a encontrar a alguien capaz de aceptarme a mí, a Alice y al fantasma de Pippa?
Hablaba de espaldas a Ellie, lo hacía más consigo mismo que con ella. Esta lo miró con una mezcla de placer y dolor. Recorrió con los ojos sus anchas espaldas, sus delgadas caderas y sus interminables piernas.
Era maravilloso estar cerca de él. Siempre había temido el momento en que Jack se enamorase… y le había dolido como siempre sospechó que lo haría, pero ¿podría soportar no volver a verlo durante otros tres años? No, pensó Ellie, no podría, cualquier cosa sería preferible.
– A lo mejor está muy cerca -dijo sin pensarlo dos veces.
– ¿Cerca? -Jack miró a Ellie por encima de su hombro.
Ella estaba preparada para recibir una burla, pero la expresión de Jack denotaba desconcierto, se preguntaba si había oído bien.
– Podrías casarte conmigo -su voz salió sin ella darse cuenta.
Jack se giró y la miró atónito.
– ¿Casarme contigo?
La incredulidad era tal que Ellie, por un momento, dudó. Tuvo la tentación de fingir que era una broma, pero en su interior una voz le dijo que esa iba a ser su única oportunidad. Ya que había llegado hasta ese punto, lo mejor era ver que pasaba y, si Jack se reía o la rechazaba enojado, por lo menos lo habría intentado.
– Buscas a alguien que viva permanentemente en Waverley Creek y que te ayude con Alice -dijo sorprendida de su tranquilidad-. Yo quiero quedarme en el campo. Las condiciones no me importan y no creo que me vaya a aburrir como otras chicas que puedas encontrar.
Jack la miraba sin saber qué pensar. Su sonrisa había desaparecido al darse cuenta de que hablaba en serio.
– Ellie -dijo con impotencia-, no me puedo casar contigo.
– ¿Por qué no?
– Porque… -desconcertado por la claridad de la pregunta se pasó la mano por el pelo-, porque…
– ¿Porque no me quieres?, eso ya lo sé.
– Creo que iba a decir que porque tú no me quieres a mí.
– Entonces estamos en el mismo barco, como tú dijiste.
– Pero Ellie, ¿por qué ibas a querer casarte con alguien a quien no quieres? -preguntó Jack sin haber asimilado del todo la extraordinaria sugerencia.
Ellie se levantó y se dirigió al borde del agua para no apremiar a Jack.
– Quiero quedarme en el campo, sencillamente.
– ¿Para estar cerca de ese hombre del que estás tan enamorada?
– En parte, sí; y, en parte, porque quiero echar raíces. No quiero trabajar en la ciudad y venir de vez en cuando. Si me casara contigo podría ayudarte a conseguir que Waverley Creek volviese a ser una gran finca -Jack no parecía muy convencido y ella siguió antes de que pudiera tirar por tierra sus ilusiones-. Piénsatelo, Jack. Es posible que un matrimonio de conveniencia no sea lo que deseemos, pero podría funcionar. Sé lo que sientes por Pippa. No tendrías que fingir conmigo, y yo… no esperaría nada que no pudieses darme -Ellie intentó sonreir- ¡Conseguirías estabilidad para Alice y una ama de llaves gratis y fija!
– Y tú… ¿qué conseguirías?
– Estabilidad. No tengo dinero, Jack. Nunca podría comprar y llevar una finca propia; y tampoco tengo otra preparación para ganarme la vida. La única forma que tengo de quedarme en el campo es trabajar asalariada o… casarme.
Jack meneó la cabeza para alejar la sensación de irrealidad. Era increíble estar al borde de una poza discutiendo tranquilamente de matrimonio con la pequeña Ellie Walker. Ellie debía de ser muy infeliz para pensar siquiera en una idea así.
– Ellie -dijo Jack tomándola de la mano-, eres joven, demasiado joven como para casarte con un hombre al que no quieres. Acabarás encontrando a alguien.
– No, Jack. Solo habrá un hombre para mí.
– Pareces estar muy segura de que él no te quiere -dijo Jack midiendo sus palabras-. ¿Y si cambiase de parecer?
– No lo hará -Ellie sonrió con tristeza-. Ya he desperdiciado bastante tiempo con la esperanza de que algún día se fijara en mí y se enamorara, pero creo que ya hay que afrontar la realidad -Ellie miró a otro lado para que Jack no descubriese la verdad en su rostro-. He aceptado las cosas como son, pero también sé que no sería feliz lejos de él. Si me casara contigo, por lo menos podría estar cerca de él.
Su voz se quebró y se calló repentinamente, temerosa de haber revelado demasiado. Jack la miró con curiosidad.
– ¿Quién es?
– No puedo decírtelo.
– ¿No crees que si nos casáramos tendría derecho a saberlo?
– No, nada cambiaría.
– Pero sería alguien a quien tú verías si vivieses conmigo -insistió.
– Algunas veces sí -dijo con cautela.
– Habría que empezar desde cero -dijo Jack amablemente-. Sería muy difícil estar casada conmigo y verlo sin poder estar a su lado…