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– Sería más difícil no verlo -dijo Ellie- Yo tendría un hogar, unas raíces, y sabría que no tendría que irme otra vez. Tendría a Alice y la oportunidad de participar en Waverley. Creo que sería suficiente.

Jack se frotó la cara intentando pensar con claridad.

– No sé, Ellie, me parece una locura.

Miró el agua y, sin saber por qué, pensó que tenía el mismo color que los ojos de Ellie, muy verdes cuando brillaba el sol y grises cuando les daba la sombra, igual que se habían oscurecido con la tristeza. Casarse con Ellie… era una locura. No podía creerse que lo estuviese pensando.

Era indiscutible que el matrimonio le solucionaría muchos problemas y, sin embargo, nunca se le había ocurrido pensar que Ellie sería perfecta en muchos sentidos. Era práctica y sensata, alguien que no se quejaría ni daría problemas cuando las cosas fuesen mal. También le vendría bien a Alice. Jack recordó cómo le había cambiado los pañales, cómo la había acunado y la había tomado en brazos. Ellie sabía tratar a los bebés y al ganado.

Desde luego no tenía nada que ver con Pippa, pero eso a lo mejor facilitaba las cosas. Además, sabía lo que él sentía hacia Pippa. Con Ellie no tendría que fingir, lo aceptaría como era, sin pedir nada a cambio. Sí, sería fácil vivir con ella. No era Pippa, pero era su amiga.

Siguió mirando el agua durante tanto tiempo que Ellie empezó a ponerse nerviosa. Debía de haberse vuelto loca cuando sugirió semejante cosa, pensó aterrada. Ya nada volvería a ser igual entre Jack y ella. Acabaría descubriendo que estaba aprovechando cualquier oportunidad para estar con él. Se sentiría incómodo y confuso y la evitaría constantemente. ¿Por qué no lo habría pensado mejor antes de hablar? No tenía la más mínima posibilidad de casarse con Jack. En ese momento, él debía de estar pensando una forma amable de decirle que era la última persona con la que se casaría. No podía soportar ese silencio ni un minuto más.

– Mira, será mejor que olvides lo que he dicho -explotó por fin-. Fue una tontería.

– No, no es ninguna tontería -dijo Jack para sorpresa de ella.

– ¿Entonces? -preguntó con voz temblorosa.

– Los dos necesitamos algún tiempo para pensarlo. El matrimonio es una decisión importante y no debemos precipitarnos hacia algo de lo que podríamos arrepentimos.

– ¿Qué sugieres? -la voz de Ellie parecía tranquila, pero en su interior todo temblaba al darse cuenta de que no la había rechazado.

– Que esperemos hasta después de la temporada de lluvias. Voy a hacer una oferta por Waverley Creek, pero necesita mucho trabajo durante un par de meses o tres, hasta que la casa esté habitable. Si te quedas con Kevin y Sue podrías ayudarme. Puede parecer una estupidez decir que necesitamos tiempo para conocernos cuando nos conocemos desde siempre, pero podríamos irnos acostumbrando a la idea de que nos vamos a casar, también sería una oportunidad para cambiar de idea si creemos que no iba a funcionar. Si después de ese tiempo seguimos pensando lo mismo, nos podríamos comprometer. ¿Te parece bien?

– Sí -dijo Ellie sin terminar de creerse que Jack estuviera considerando la posibilidad de casarse con ella-. Me parece muy bien.

Ellie, como en una nube, tomó su sombrero y siguió a Jack hasta donde estaban los caballos. Todavía aturdida agarró las riendas que él le acercó.

– Creo que sería mejor no decir nada a nadie -dijo Jack mientras se ponía el sombrero-. Ni siquiera a Lizzy

– A Lizzy, desde luego que no -asintió Ellie rápidamente. Lizzy se sentiría horrorizada si supiera que su hermana se iba a casar con un hombre que no la quería y haría todo lo posible por disuadirla-. ¿Qué vas a contarle?

– Que hemos pasado un rato muy agradable -Jack la observó mientras se montaba ágilmente sobre el caballo-. Además, es verdad. Por lo menos para mí.

«Ha pasado un rato muy agradable», pensó sorprendida.

Ellie era una persona con la que uno se sentía cómodo. Siempre conseguía que las cosas no solo pareciesen posibles, sino sencillas. De repente el futuro resultaba mucho más prometedor que cuando había salido de Bushman's Creek esa mañana, abrumado por Alice y por lo que sería mejor para la niña. Ya había tomado la decisión de comprar Waverley Creek y Ellie había propuesto una solución para los problemas de su hija. Jack sintió una gratitud enorme. La idea del matrimonio quizá no saliera adelante, pues él seguía pensando que Ellie se arrepentiría cuando lo pensase mejor, pero, por lo menos, era optimista acerca de su futuro, y, por primera vez desde que se enteró de la muerte de Pippa, se sentía menos triste y solo. Todo gracias a Ellie.

– Me alegro mucho de que me hayas acompañado -dijo Jack gravemente.

Ellie lo miró a los ojos y el corazón se le derritió ante la idea de que si se casaban, podría mirarlo así todos los días.

– Yo también me alegro.

CAPITULO 3

YA ESTÁ! -Ellie dio un paso atrás para observar su trabajo-. Una ventana terminada -sonrió a Alice, que se estaba entreteniendo con una brocha y un bote de pintura vacío-. Bueno, ¿qué te parece?

La niña la miró con una sonrisa traviesa que dejaba ver sus dos dientes. Era el bebé más sociable que Ellie había conocido y le encantaba hablar en su idioma incomprensible. Balbució algo y golpeó con la brocha en el suelo como para dar énfasis a su aprobación.

– Quiere decir que le parece fantástico -dijo Jack a sus espaldas.

Se giró. Él estaba apoyado contra el marco de la puerta con una camisa manchada de pintura, limpiándose las manos con un trapo y mirando divertido a su hija. A Ellie le dio un vuelco el corazón. Durante los dos últimos meses habían trabajado juntos en Waverley Creek, pero seguía impresionándose cuando lo veía repentinamente.

Alice dio un gritito de alegría, tiró la brocha y el bote y gateó hasta agarrarse a los pantalones de su padre. Jack la tomó entre sus brazos y la balanceó en el aire. Ellie no pudo evitar sonreír. Le encantaba ver a Jack y Alice juntos. Se adoraban y estaba claro que en el corazón de Jack solo había sitio para su hija.

– Y ahora… ¿qué dice?

Jack fingió hablar con su hija.

– Quiere saber por qué sigues trabajando.

– Quería terminar la ventana -Ellie dejó la brocha en un frasco de aguarrás y buscó un trapo para limpiarse las manos-. ¿Cómo va la cocina?

– He terminado, puedes ir a verla.

Ellie y Jack se dirigieron a la cocina. Parecía imposible que esa habitación fuese la misma que habían visto dos meses antes. Entonces era sucia y deprimente, llena de polvo y trastos.

– Está preciosa, Jack.

– Ha mejorado un poco, ¿no?

Jack, encantado con la reacción, dejó a Alice sobre la encimera, sujetándola por las manitas para que se pudiera sostener de pie.

– ¡Ga, ga, boo, mamá! -gritó asustada.

– Tienes razón, como siempre -dijo Jack con seriedad-. ¡Llegó la hora de una cerveza!

– Podría empezar la ventana del dormitorio de Alice -dijo Ellie sonriendo.

– No, no puedes -contestó él con firmeza-. Has estado todo el día trabajando y ya has hecho bastante. Toma -agarró a la niña y la dejó en brazos de Ellie-, hazte cargo de Alice y no discutas; yo buscaré las cervezas.

Ellie tenía una sensación de cansancio agradable y no le importaba salir con Alice al porche y sentarse un rato. Jack había llevado unas silla de lona y una mesa nueva donde comían o tomaban una cerveza después del trabajo. Estaba deseando descansar un rato. Dejó a Alice en el suelo y le dio un juguete. A Jack le gustaba estar con su hija siempre que fuese posible y, como últimamente había pasado todo el tiempo en Waverley Creek, Ellie había llegado a conocerla bien y estaba a punto de perder la cabeza por ella.

Esos dos meses pasados habían sido mágicos para Ellie. Había sido maravilloso estar en casa, haciendo algo útil que, aunque resultaba agotador, era muy gratificante. Además, estaba Jack. A Ellie no le importaba la dureza del trabajo si al final del día se podía sentar en el porche con él y charlar un rato. Eran amigos, mejores amigos que antes, pero nada más que amigos. Kevin y Sue comentaban la cantidad de tiempo que pasaban juntos, pero aunque se habían tenido que quedar un par de veces a dormir en la finca, él la había tratado como a una hermana. Jack no había vuelto a mencionar el matrimonio y ella tampoco se atrevía a hacerlo por temor a que hubiese cambiado de idea. No quería ni imaginarse qué pasaría si fuese así. Significaría no volver a Waverley Creek y no volver a ver a Alice, ni a Jack. Rechazaba pensar en el futuro, se conformaba con ver a Jack cuando fuese posible, con almacenar recuerdos.