– Sería justo si tú también me lo dijeses -dijo maravillada de lo distante que había sonado su voz-. Vamos a ser socios. Si tú te enamoras, espero que me lo digas -hizo un esfuerzo por mirarlo a los ojos y continuó-: Deberíamos dejar estipulado que si alguno quiere dar por terminado el matrimonio, el otro lo aceptará.
Jack se lo pensó, aunque ella estaba segura de haber notado un gesto de alivio en su rostro.
– Si es lo que quieres… lo podemos sellar con un apretón de manos.
Ellie dudó un segundo y le estrechó la mano. El contacto con su piel hizo que le hirviera la sangre. Resultó tan perturbador que quiso retirar la mano, pero Jack se la retuvo.
– Una vez alcanzado el acuerdo sobre las condiciones, quizá deberíamos decidir lo más importante, ¿quieres casarte conmigo? -dijo con una sonrisa que hizo latir el corazón de Ellie como si fuese a reventar.
Qué extraño, pensó Ellie. Se había imaginado la escena un millón de veces, pero no se sentía como creía que se iba a sentir. Sin venir a cuento, se acordó del dicho favorito de su abuela: «No desees demasiado lo que quieres, puedes acabar consiguiéndolo».
Lo que más había deseado en su vida era casarse con Jack y, aunque acababa de pedírselo, solo sentía, con profunda tristeza, que la vida nunca era como uno la imaginaba. En los sueños de Ellie, Jack quería casarse con ella porque la amaba tanto como ella lo quería a él, pero eso era la cruda realidad.
El esperaba una respuesta. Ellie lo miró a los ojos y sintió que sus dudas se disipaban. Qué más daba si no era perfecto, si no era como ella había soñado. Por lo menos estaría con él.
– Sí.
Jack había notado sus dudas e insistió.
– ¿Estás segura?
– Estoy segura.
– Muy bien -dijo Jack, y su sonrisa se desvaneció lentamente.
Miró a Ellie, su pelo estaba despeinado y tenía una mancha de pintura en la mejilla, pero sus ojos verdes grisáceos eran claros y sinceros. Miró su boca y, sin darse cuenta, se encontró pensando en cómo sería besarla. Acababa de decir que se casaría con él. ¿No sería lo más natural del mundo besarla? De repente se sintió culpable. Sería natural en condiciones normales, pero no en esas circunstancias. Ellie estaba enamorada de otro hombre y había dejado muy claro que ese matrimonio era como un contrato comercial. Y eso era lo que él quería también. Lo mejor sería no estropear las cosas con un beso. Por otro lado, se iban a casar, ¿tenía que limitarse a un apretón de manos?
Se inclinó y la besó en la mejilla, una solución amable y poco comprometida, aunque percibió la suave calidez de su piel y la proximidad de sus labios. Ellie, instintivamente, cerró los ojos al sentir su piel curtida y el roce de sus labios. No había sido nada, un leve beso fraternal, pero había sido suficiente para que el suelo se abriera bajo sus pies y el corazón se le disparara.
Jack, repentinamente, le soltó la mano y se separó casi con brusquedad, como si incluso ese ligerísimo contacto físico hubiese sido demasiado para él. Ellie sintió cierta amargura, estaba convencida de que hasta el beso más leve le recordaba a Pippa. Cruzó los brazos y observó a Alice, quien ignoraba los sacrificios que su padre estaba haciendo por ella.
– Bueno… -Jack agarró la cerveza y la volvió a dejar. Se sentía ridículo e incómodo. Menos mal que solo le había dado un besito en la mejilla. Evidentemente solo había un hombre al que ella quería besar; y no era él-. Bueno -repitió-, ¿cuándo nos casamos?
– En cuanto lo organicemos -Ellie intentó parecer natural-. Salvo que prefieras esperar -añadió con una consideración forzada.
Jack negó con la cabeza.
– Lo mejor será que lo resolvamos lo antes posible -Jack había hablado sin reflexionar, pero cuando vio la expresión de Ellie se arrepintió de no haber elegido mejor las palabras. Su matrimonio podía ser una cuestión de conveniencia, pero tampoco había necesidad de dejar tan claro que le daba pavor-. Me imagino que preferirás un boda tranquila -dijo para romper la tensión.
– Sí, me gustaría, pero me temo que va a ser muy difícil. Ya sabes cómo son mamá y Lizzy. Nunca me perdonarían que no hiciese una boda como Dios manda; además, les extrañaría. Y no quiero que sepan por qué nos casamos. Se llevarían un disgusto enorme si supieran la verdad. Ya va a ser bastante difícil convencer a Lizzy. Sabe lo que sientes por Pippa y creo que intentaría disuadirme por todos los medios si sospechase que esto no es un matrimonio auténtico.
– Seguramente tienes razón -Lizzy y él eran amigos desde hacía mucho tiempo, y era la única persona que podría sospechar que no eran una pareja normal. Miró a Ellie- Deberemos fingir que estamos enamorados.
– ¿Te costará mucho? -preguntó incómoda-. Me… me puedo imaginar lo difícil que te resultará.
– Y a ti.
Se hizo un silencio. Ellie no podía mirar a Jack. Él no podía saber que para ella lo más difícil era fingir que estaba fingiendo.
– En realidad, será solo durante la boda -dijo Ellie.
Jack se fijó en su perfil.
– Creo que podré soportarlo… si tú puedes.
Ellie lo miró atentamente. Jack tenía una expresión indescifrable y ella se dio cuenta de que no podía apartar la mirada. No podía hablar, ni moverse, tan solo podía permanecer de pie mirándolo, con el corazón latiendo con tanta fuerza que estaba segura de que Jack lo oiría.
«Lo sabe», pensó aterrorizada. «¿Cómo no va a saberlo si lo llevo escrito en la cara? ¿Y si esa extraña expresión significa desasosiego o, peor aún, lástima?».
Ellie hizo un esfuerzo enorme y miró hacia otro lado.
– Lo… lo intentaré -dijo con voz entrecortada.
– Ellie… -contestó Jack, pero se detuvo sin saber cómo seguir.
«Dios mío, va a decirme que se ha dado cuenta», pero antes de que él pudiese terminar, Alice tiró la taza con un grito de placer. Ellie, temblorosa, pero muy agradecida por el alivio y la excusa para ocultar la cara, se agachó para recoger la taza y, lentamente, volvió a dejarla en la mesa. Cuando se levantó de nuevo vio que Jack ya tenía a su hija en brazos.
– ¿Le parecerá bonito a la señorita? -dijo con una mueca burlona.
Todo parecía tan normal que Ellie empezó a pensar que se había imaginado la mirada tan intensa que se habían cruzado. El no podía saber que ella estaba enamorada; si lo supiera, no estaría jugando tranquilamente con Alice. Se sentó con la sensación de que era tonta. Ni siquiera sonrió cuando Jack se sentó a su lado con Alice sobre las rodillas.
– ¿Qué vas a decirles a Clare y Gray?
Jack tardó en contestar.
– Me gustaría decirles la verdad. No quiero que Clare piense que he olvidado a Pippa tan pronto. ¿Te importa?
Ellie negó con la cabeza.
– ¿Crees que entenderá por qué te casas?
– Clare quiere lo mejor para Alice y nuestro matri monio lo es -Jack parecía muy convencido -. Es encantadora, te gustará.
– Me parece más importante que yo le guste a ella.
– Le gustarás. El domingo que viene es el cumpleaños de Alice. Cumple un año -su rostro se ensombreció con cierta tristeza al recordar lo sola que debió de sentirse Pippa un año atrás-. Aunque sea muy joven, queremos celebrarlo de alguna forma. ¿Por qué no te pasas por Bushman's Creek y conoces a Clare?
– De acuerdo… -contestó Ellie.
No estaba muy segura de que el cumpleaños de Alice fuese el mejor momento para conocer a Clare. Se acordaría de Pippa más que cualquier otro día. Jack le había contado todo lo que Clare había hecho por Alice, no se le podía pedir que recibiera con los brazos abiertos a alguien que pretendía ocupar el sitio de su querida hermana.
Ellie estaba nerviosa mientras se dirigía a Bushman's Creek. Normalmente no pensaba en qué ponerse, pero esa mañana había estado horas dándole vueltas al asunto hasta que acabó decidiéndose por su único vestido. Lizzy se había empeñado en que se lo comprase la última vez que estuvo en Perth; era un vestido bonito, pero ella se encontraba muy incómoda.