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Duane suspiró, dejó el termo detrás de un arbusto junto a la escalinata de la biblioteca y entró.

Tardó más horas de lo que había esperado, pero consiguió encontrar la mayor parte de lo que buscaba.

La biblioteca de Oak Hill sólo tenía una máquina de microfilm y pocas cosas registradas en fichas de microfilm. Para la historia de Elm Haven, y de Old Central en particular, tuvo que acudir a los estantes de libros publicados y encuadernados en el país y conservados allí por la Sociedad Histórica del Condado de Creve Coeur. Duane sabía que la Sociedad Histórica había sido en realidad un solo hombre, el doctor Paul Priestmann, ex profesor de la Universidad de Bradley e historiador local que había muerto hacía menos de un año, pero que las damas que habían recogido el dinero para publicar los libros del doctor Priestmann, el último de ellos póstumo, mantenían viva la Sociedad, aunque sólo fuese de nombre.

Old Central había representado un papel importante en la historia de Elm Haven, y en Creve Coeur County, según descubrió Duane, que necesitó la mitad de su libreta para anotar lo que más le interesaba. Lamentaba que cada vez que visitaba esta biblioteca no tuviese una de esas máquinas fotocopiadoras que empezaban a utilizarse en los negocios. Habría hecho mucho más fácil el trabajo de recoger información de los libros de consulta.

Duane miró las páginas ilustradas con viejas fotografías que había insertado el doctor Priestmann para ilustrar la construcción de Old Central -que en 1876 no era más que Central School-, Y después más páginas, con las fotos de color sepia, tomadas con la formalidad de la primitiva y lenta fotografía, mostrando las ceremonias inaugurales de finales del verano de 1876, el Picnic de los Antiguos Colonos celebrado en el jardín de la escuela en agosto de aquel año, el primer curso que ingresó en la Central -29 estudiantes que debían encontrarse perdidos en el enorme edificio-, y las ceremonias en la estación de ferrocarril de Elm Haven cuando llegó la campana a principios de aquel verano.

El pie en grandes letras bajo la última foto decía: «El señor y la señora Ashley y el Alcalde Wilson reciben la Campana Borgia para la nueva escuela.» Y debajo, en letras más pequeñas: «Una campana histórica para coronar la ciudadela del saber de Elm Haven y orgullo del Condado.»

Duane hizo una pausa. El campanario de Old Central había estado entablado y cerrado desde que él podía recordar. Nunca había oído mencionar una campana, y menos algo llamado Campana Borgia.

Duane se inclinó más sobre la página. En la vieja fotografía, la campana estaba todavía en su caja, en el vagón de mercancías descubierto, parcialmente en la sombra, pero visiblemente grande: era casi dos veces más alta que los dos hombres que, subidos en el vagón, se estrechaban la mano en el centro de la imagen. El hombre mejor vestido, con bigote y acompañado de una elegante dama, era probablemente el señor Ashley; el otro, más bajo, con barba y sombrero hongo, debía de ser el alcalde Wilson. La base de la campana parecía tener unos dos metros y medio de diámetro. Aunque la antigua foto era de poca calidad y no se apreciaban muchos detalles -un carruaje al otro lado de la vía parecía enganchado a dos caballos fantasmas porque el tiempo de exposición era demasiado lento para captar sus movimientos-, Duane utilizó sus gafas como cristales de aumento para distinguir unas volutas de metal o alguna clase de inscripción en una franja que rodeaba la campana a unos dos tercios de su altura.

Se echó atrás en su silla y trató de calcular lo que debía de pesar una campana de tres o tres metros y medio de altura, y dos y medio de diámetro. Sus matemáticas no llegaban a tanto, pero la simple idea de que hubiese estado colgando de maderas carcomidas sobre su cabeza y las de los otros chicos, durante los últimos años, le puso la piel de gallina. «Seguramente ya no estará allí.»

Duane se pasó bastante tiempo examinando los libros de la Sociedad Histórica, y una hora entera en el polvoriento «archivo», una habitación larga y estrecha, contigua a la que servía de comedor a la señora Frazier y los otros empleados de la biblioteca, revisando los altos volúmenes que contenían viejos ejemplares del Oak Hill Sentinel Times-Call, el periódico local al que el padre de Duane llamaba invariablemente Sentimental Times-Crawl.

Los artículos periodísticos del verano de 1876 eran los más informativos, y concentraban con su recargado e hiperbólico estilo victoriano la historia de la «Campana Borgia». Por lo visto el señor y la señora Ashley habían descubierto el artefacto en un almacén de las afueras de Roma durante su luna de miel y Grand Tour de Europa. Habían comprobado su autenticidad por medio de historiadores locales Y foráneos y la habían comprado por seiscientos dólares para convertirla en la pièce de résistance de la escuela, a cuya construcción había contribuido generosamente la familia Ashley.

Duane llenó rápidamente toda una libreta y tuvo que emplear la que llevaba de repuesto. La historia del envío de la Campana Borgia desde Roma a Elm Haven ocupaba al menos cinco artículos periodísticos y varias páginas del libro del doctor Priestmann: la campana, al menos en la sensacionalista prosa de los corresponsales victorianos parecía traer mala suerte a todos y a todo lo relacionado con ella. Después de que los Ashley compraran la campana y concertaran su envío a Estados Unidos, el almacén donde había estado guardada quedó destruido por un incendio y mató a tres personas, que por lo visto vivían en el viejo edificio. La mayoría de los artículos anónimos y no catalogados del almacén quedaron destruidos, pero la Campana Borgia si bien había sido encontrada cubierta de hollín se hallaba intacta. El carguero que llevaba la campana a Nueva York, un barco británico, el H.M.S. Erebus, estuvo a punto de naufragar durante una tormenta, rara en aquella estación, cerca de las Islas Canarias. El carguero averiado fue remolcado a puerto y su cargamento trasladado, pero no antes de que se ahogasen cinco tripulantes, otro resultase muerto en un súbito desplazamiento de la carga en la bodega, y el capitán fuese destituido.

Ningún desastre pareció acompañar a la campana mientras estuvo almacenada durante un mes en Nueva York; pero una confusión en el etiquetado casi hizo que la cosa se perdiese allí. Unos abogados de la familia Ashley en Nueva York descubrieron el paradero del histórico objeto, la campana fue recibida con gran ceremonia en el Museo de Historia Natural de Nueva York, a la que asistieron Mark Twain, P.T. Barnum y el primer John D. Rockefeller, y después fue cargada en un tren de mercancías con destino a Peoria. Entonces pareció continuar la mala suerte: el tren descarriló cerca de Johnstown, Pennsylvania, y el que lo sustituyó se vio afectado por el derrumbamiento de un puente en las afueras de Richmond, Indiana. Los relatos de prensa eran confusos, pero por lo visto no se produjeron víctimas en ninguno de los dos accidentes.

La campana llegó al fin a Elm Haven el 14 de julio de 1876, y fue colgada en el reforzado campanario varias semanas más tarde. Aquel verano, la Feria de los Viejos Colonos dedicó numerosas ceremonias a la campana, para una de las cuales llegaron historiadores y personajes de Peoria y de Chicago en vagones especiales del ferrocarril.

Evidentemente, la campana estuvo instalada en el campanario a tiempo para el comienzo del curso escolar, el 3 de septiembre de aquel año, pues una fotografía en el reportaje sobre la apertura de los colegios de Creve Coeur County mostraba la Old Central en una ciudad extrañamente desprovista de árboles, sobre este pie: «Una campana histórica llama a los colegiales a una nueva era de conocimientos.»

Duane se retrepó en su silla del archivo, se enjugó el sudor de la frente con el faldón de la camisa de franela, cerró el volumen de periódicos rígidamente encuadernados y lamentó que no fuese verdad la excusa que había dado a la señora Frazier por su trabajo allí: que había proyectado escribir un artículo sobre Old Central y su campana.