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- Ten. -Mamá le pasa una copa de vino-. Ahora te pedimos una pizza.

Mientras Tonya se quita la chaqueta y la cuelga del respaldo, percibo que su mente trabaja a toda velocidad. Está tratando de calibrar la situación. Si tiene que ser la única, no va a empeñarse en defender al tío Bill.

- Bueno, ¿y quién ha destapado todo? -pregunta al fin, tras beber un sorbo de vino-. ¿Un periodista de investigación?

- Ha sido Lara -responde papá con una sonrisita.

- ¿Lara? -De pronto parece más airada que antes-. ¿Qué quieres decir?

- Investigué sobre el cuadro y sobre la tía Sadie -explico-. Y sólo tuve que sumar dos y dos.

- Pero.. . -resopla de incredulidad- pero tu nombre no ha salido en los periódicos.

- He preferido permanecer en el anonimato -digo en tono críptico, como uno de esos superhéroes que se desvanecen en la oscuridad, sin buscar otra recompensa que hacer el bien.

A decir verdad, me habría encantado salir en los periódicos. Pero nadie se ha molestado en venir a entrevistarme, y eso que me alisé expresamente el pelo por si acaso. Todos los reportajes se limitan a decir que el descubrimiento lo realizó «un miembro de la familia».

Un miembro de la familia.. . Uff.

- Pero no lo entiendo. -Tonya me taladra con una hosca mirada-. ¿Por qué te dio por fisgonear?

- Un sexto sentido me decía que había gato encerrado en el caso de la tía Sadie. Pero nadie quería hacerme caso -añado con toda intención-. En el funeral, todo el mundo creyó que me había vuelto loca.

- Tú dijiste que la habían asesinado -objeta-. Y no era cierto.

- Aun así, mi instinto me decía que algo no cuadraba. Así que decidí seguir el hilo de mis sospechas. Y al final se vieron confirmadas. -Todos están pendientes de mis palabras, como si estuviera dando una clase magistral-. Entonces hablé con los expertos de la London Portrait Gallery y ellos verificaron mi descubrimiento.

- Ya lo creo que sí. -Mi padre me sonríe.

- ¿Y sabes qué? -añado orgullosa-. Van a tasar el cuadro.. . ¡y el tío Bill le dará a papá la mitad de su valor!

- ¡No! -Tonya se queda boquiabierta-. Increíble. ¿Cuánto podría reportar?

- Millones, por lo visto -murmura papá, incómodo-. Bill parece muy decidido.

- Es lo que te corresponde, papá -le repito por enésima vez-. ¡Él te lo robó! ¡Es un vulgar chorizo!

Tonya se ha quedado sin palabras. Coge un bollo y lo mordisquea.

- ¿Leísteis el editorial del Times? -dice al fin-. Era brutal.

- Más bien salvaje. -Papá hace una mueca-. Lo sentimos por Bill, a pesar de todo.. .

- ¡De eso nada! -salta mamá-. ¡Se lo tiene merecido!

- ¡Pippa! -Se ha quedado atónito.

- No me da ninguna pena -insiste mamá, desafiante-. Estoy.. . enfadada. Sí, muy enfadada.

La observo boquiabierta. Nunca la había visto reconocer sin ambages que está enfadada. Tonya también se ha quedado de piedra. Alza las cejas, preguntándome, y yo le respondo con un encogimiento de hombros.

- Lo que hizo es imperdonable -prosigue-. Vuestro padre siempre procura ver el lado bueno de las personas y buscar excusas. Pero a veces no hay lado bueno. A veces no hay excusa.

Nunca la he visto tan combativa. Tiene las mejillas encendidas y coge la copa de vino como si fuese a estampársela a alguien en la cara.

- ¡Bien dicho, mamá! -exclamo.

- Y si vuestro padre se empeña en seguir defendiéndolo.. .

- No lo defiendo -dice papá-. Pero es mi hermano, sangre de mi sangre. Resulta muy difícil.. . -Da un suspiro. El disgusto le acentúa las arrugas bajo los ojos. Papá siempre quiere ver el lado positivo. Es parte de su carácter.

- El éxito de tu hermano ha arrojado una larga sombra sobre el resto de la familia. -A mamá le tiembla voz-. Nos ha afectado a todos de diversas maneras. Ahora ha llegado el momento de liberarnos. Eso es lo que creo. Y punto.

- Pues yo recomendé la biografía del tío Bill a mi club de lectura -tercia Tonya-. Logré que vendiera ocho ejemplares. -Parece más indignada por eso que por cualquier otro motivo-. ¡Y era una sarta de mentiras! ¡Tío Bill es despreciable! Y si tú no piensas lo mismo, papá -añade mirándolo-, si no estás furioso, es que eres bobo.

La aplaudo para mis adentros. A veces, el estilo directo y expeditivo de Tonya es muy adecuado.

- Estoy furioso -admite papá-. Claro que lo estoy. Pero aún tengo que hacerme a la idea. Darme cuenta de que mi hermano pequeño es un egoísta sin principios y.. . un cerdo. -Suelta un resoplido-. Claro, eso implica que.. .

- Implica que hemos de olvidarnos de él -lo ayuda mamá-. Dejarlo atrás. Empezar a vivir el resto de nuestras vidas sin sentirnos ciudadanos de segunda.

Nunca se ha expresado con tanta vehemencia. ¡Hurra, mamá! ¡Así se habla!

- Bueno, ¿y quién ha negociado con él? -Tonya frunce el entrecejo-. Debe de haber resultado difícil.

- Lara se ha ocupado de todo -informa mamá con orgullo-. Habló con Bill, negoció con el museo, resolvió cada detalle.. . ¡y ha abierto una nueva empresa! ¡Ha estado inconmensurable!

- ¡Vaya hermanita! -Tonya sonríe de oreja a oreja, pero se le nota la irritación-. Muy bien, Lara. -Bebe un sorbo de vino y lo remueve pensativamente en la boca. Está buscando algún punto vulnerable, ya lo veo; algún modo de volver a ganar ascendiente-. ¿Y cómo va la cosa con Josh? -Adopta su expresión compasiva-. Papá me ha contado que volviste con él unos días, pero que enseguida rompisteis definitivamente. Debe de haber sido duro. Como para estar destrozada.

- Qué va. -Me encojo de hombros-. Ya está superado.

- Pero has de sentirte muy herida, ¿no? -insiste, clavando sus ojos vacunos en los míos-. Tiene que haber sido un golpe terrible para tu autoestima. Tú recuerda sobre todo que eso no significa que no seas atractiva. ¿Entiendes? -Mira a mamá y papá, poniéndolos por testigos-. Hay muchos otros.. .

- Bueno, mi nuevo novio me ha levantado bastante la moral -digo jovialmente-. Yo en tu lugar no me preocuparía.

- ¿Novio nuevo? -Se queda boquiabierta-. ¿Tan pronto?

No hacía falta que aparentase tanta sorpresa, la verdad.

- Es un consultor americano destinado en Londres. Se llama Ed.

- Muy atractivo -dice papá, apoyándome.

- ¡La semana pasada nos invitó a comer! -añade mamá.

- Vaya. -Tonya parece ofendida-. ¡Genial! Pero será un poco duro cuando vuelva a Estados Unidos, ¿no? -Se le ilumina la expresión-. Las relaciones a distancia se rompen con mucha facilidad. Todas esas llamadas transatlánticas, más la diferencia horaria.. .

- Quién sabe lo que sucederá -me oigo responder con toda tranquilidad.

- ¡Yo haré que se quede! -La voz de Sadie me sobresalta una vez más, no logro acostumbrarme. La veo flotando a mi lado, con la mirada brillante y resuelta-. Soy tu ángel de la guarda. ¡Conseguiré que se quede!

- Perdonad un momento -digo a todos, levantándome-. He de enviar un mensaje.

Saco el móvil y me pongo a teclear, colocando la pantalla de manera que Sadie la vea.

Tranquila. No hace falta que hagas nada. ¿Dónde te habías metido?

- ¡O hacer que te pida en matrimonio! -añade sin prestar atención a mi pregunta-. ¡Será más divertido! Sí, le diré que te lo pida, y me encargaré de que escoja un anillo despampanante. Nos lo pasaremos bomba con los preparativos de boda.. .

«¡No, no y no! -escribo a toda prisa-. ¡Basta, Sadie! No le hagas hacer nada. Quiero que sea él quien tome sus decisiones. Quiero que escuche su propia voz.

Sadie carraspea mientras lee.

- Bueno, yo creo que mi voz es más interesante -dice, y a mí se me escapa una sonrisa.

- ¿Estás enviándole un mensaje a tu novio? -interviene Tonya, observándome.

- No. A una amiga, una buena amiga. -Me doy la vuelta y tecleo: «Gracias por todo lo que has hecho para ayudarme. No tenías por qué.»