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En el sensacional asunto Arbil hubo hoy revelaciones sensacionales. En nuestra emisión informativa de las nueve horas, hemos informado que Lucía Bernardi, la bella muchacha de Niza buscada por la policía francesa y suiza durante meses, en relación con el asesinato de su amante iraquí, el coronel Arbil, en Zürich, había sido encontrada y entrevistada por un periodista que trabaja para un semanario americano en una casa situada en los alrededores de Niza. Esta información ha sido confirmada ahora. La entrevista fue publicada hoy por el semanario americano de noticias World Reporter. En él, Mademoiselle Bernardi, en unas extensas declaraciones, describe los hechos de la noche del asesinato, cuenta cómo hizo para no compartir el destino de su amante y para salvar los documentos secretos de éste, que fueron buscados por los asesinos en la noche del crimen.

Esta mañana, en algunos medios relacionados con el caso, había una tendencia a considerar la entrevista como un cuento policíaco ideado por alguien que se hizo pasar por Lucía Bernardi con la intención de ganar publicidad, y quizá también un poco de dinero. Pero informaciones procedentes de Suiza han eliminado esta posibilidad. Según el jefe de la policía criminal de Zürich, el comisario Mülder, la entrevista revela el conocimiento de detalles no publicados y hechos sobre el escenario y los modos del crimen que no dejan duda alguna de que la persona entrevistada era Lucía Bernardi.

Como era de esperar, las autoridades de la policía local desearon inmediatamente conocer más cosas acerca de esta entrevista y acerca de Mademoiselle Bernardi, el testigo desaparecido que han estado buscando infructuosamente. La persona que evidentemente podía informarles acerca de todo esto era el periodista que hizo la entrevista.

Pero aquí, un misterio se añade a otro misterio. En la oficina de París del World Reporter, un portavoz autorizado dijo esta mañana que no tenían de momento ninguna información sobre dónde pudiera encontrarse dicho periodista. Este les comunicó por teléfono la entrevista el jueves por la noche y luego dijo que iba a tomarse unos días de vacaciones. Todos los intentos de establecer contacto con él han resultado un fracaso hasta el momento.

Según la policía, el nombre del periodista es Piet Maas, de nacionalidad holandesa y residente en Francia, que también utiliza el nombre de Pierre Mathis. Tiene treinta y cuatro años de edad y mide un metro ochenta y un centímetros. Tiene el pelo rubio, ojos de color azul-gris, frente ancha y piel clara. Se dice que es delgado y de aspecto elegante. La policía está ansiosa de asegurarse su colaboración en sus investigaciones, y ruega a cualquier persona que tenga conocimiento de su paradero informe de ello inmediatamente. Se cree que Monsieur Maas se halla en la zona de Niza.

El locutor concluyó con una nota de ironía:

Un colega americano de Monsieur Maas que se halla actualmente en Niza le ha descrito hoy con la palabra "screwball", expresión del argot americano que significa que es una persona excéntrica e imprevisible. Teniendo en cuenta, además, la elegancia de Monsieur Maas y los indudables encantos de Mademoiselle Bernardi, no es de extrañar esa súbita decisión de tomarse unas vacaciones. Al misterio se añade ahora, en la mejor tradición de Hollywood, un elemento cómico. Esperamos poder ofrecer una mayor información al respecto en nuestra emisión de las seis.

En Lyon, esta mañana…

Apagué la radio.

Casi inmediatamente, sonó el teléfono. Era Luda. Se moría de risa.

– ¿Ha oído radio Mónaco?

– Sí.

– ¿Y no se ríe?

– Pues no estoy reventado precisamente, no. ¿Había algo en el Nice Matin?

– Nada. Pero vendrá, seguro, en los periódicos de la noche y en la televisión, con su foto quizá.

– No me cabe duda.

– Ah, ya comprendo. A usted no le gusta la publicidad.

– Pues no.

– Ahora podrá comprender lo que significa para mí.

– No del todo. En mi fotografía no aparezco en bikini.

– Pero tiene una cierta elegancia. Eso dicen.

– No en la foto que van a utilizar.

Cambié de tema con firmeza.

– ¿Hay otras emisoras de radio locales que den boletines de noticias?

– Oh, sí. Espere que tengo aquí el periódico.

Anoté las horas y las frecuencias que ella me leyó. Acordamos que me telefonearía de nuevo después de la emisión de noticias de las cinco de radio Niza.

A las dos, la policía hizo una detallada descripción mía y repitió la de Lucía conocida ya tras el asesinato de Arbil. En un comunicado añadían que a Lucía se la buscaba sólo con el objeto de pedirle que hiciera una declaración. No decían exactamente para qué me buscaban a mí, pero mencionaban, con intención, que un extranjero residente en Francia, sobre todo un extranjero con credenciales de prensa, tenía obligaciones especiales respecto a las autoridades legales francesas… obligaciones que sería incorrecto e imprudente ignorar.

A las tres, una emisora tenía información acerca de mi carrera incluida mi relación con Ethos. Tenían una pequeña confusión en cuanto a esto, sin embargo, y hablaban de un semanario dedicado al estudio científico de la conducta animal.

A las cuatro, el World Reporter había creído necesario hacer pública otra declaración subrayando el hecho de que ellos estaban cooperando con las autoridades con todas sus fuerzas, que mi desaparición de ningún modo había sido provocada por ellos para estorbar el trabajo de otros medios informativos, que ellos del paradero de Lucía Bernardi sólo sabían lo que decía la versión publicada en la entrevista, y que voluntariamente habían entregado la cinta de la entrevista a un representante de la Prefectura de Policía de París.

Evidentemente, Sy había sido cuidadosamente interrogado por la Prefectura. Me preguntaba cómo habría explicado el hecho de que hubiera sido yo el enviado en primer lugar para descubrir el paradero de Lucía y si había contado a la policía la confidencia acerca de Sanger-Chase. Probablemente habría recibido instrucciones de Nueva York al respecto. Dadas las circunstancias, supuse que probablemente habrían decidido que sería demasiado peligroso contar toda la verdad. Así lo esperaba. Sabría más cosas al ver cómo habían arreglado el artículo para publicar en la revista.

A las cinco, una agencia de noticias había sacado a relucir el hecho de que yo era huérfano de guerra. Entonces comprendí que no tardarían en saber lo del hospital mental y el tratamiento.

Cuando volvió a llamar, Lucía estaba bastante más calmada.

– No son muy agradables esas cosas que están diciendo sobre usted.

– De momento, no han dicho nada que sea mentira.

– Es lo mismo…

– Tienen que decir algo. Es su cometido -hice una pausa-. ¿A qué hora puede venir por aquí esta noche?

– No podrá ser muy temprano. Tengo que pasar por la estación primero. A eso de las ocho.

– Creo que ya es hora de llamar a Skurleti. Cuanto antes concierte la entrevista con él, más segura resultará. Ya hemos hablado de esto.

– Sí.

– Si trae usted las muestras consigo, podría concertar la entrevista para las nueve.

– Muy bien. ¿Dónde piensa verle?

– El sitio donde le vi a usted por primera vez puede ser bueno, creo.

– Está cerca, sí, -dijo ella lentamente.

Mentalmente vi la indecisión reflejada en su cara. Tenía que aceptar el hecho de que, en cuanto a las cuestiones prácticas, había llegado el momento en que no le quedaba otro remedio que delegar su autoridad de principal y confiar en mi juicio.

– ¿Qué le dirá? -me preguntó.

– Eso depende de lo que él me diga primero.

– ¿Me lo contará tan pronto como le haya hablado?

– Naturalmente. Ahora mismo le voy a llamar.

– Buena suerte para los dos, Pierre.

Un ligero temblor empañó su voz al decir esta última frase. Colgó antes de que yo contestara.