Выбрать главу

– Por lo que yo sé, iba en el coche con tu hermano, pero eso no significa que tuviera la culpa del accidente. -De pronto cruzó por su mente la imagen del padre de Derek: un niño abandonado en el bordillo de la acera, aferrado a una pelota recién comprada como si en ello le fuera la vida mientras el mundo discurre vertiginoso ante él-. ¿Tú crees realmente que Lee entraría en un colegio y mataría a dos personas porque estaba celoso?

Teri Cotter reflexionó un instante y negó con la cabeza.

– Yo tampoco -dijo Rebus. Ella le miró-. En primer lugar -prosiguió él-, ¿cómo iba a saberlo? Tampoco parece que conociera a las víctimas, así que, ¿cómo iba a elegirlos precisamente a ellos? -Aguardó a ver el efecto que causaba en ella el razonamiento-. Matarlos por una cosa así es un poco exagerado, ¿no crees? Y en un lugar público… Tendría que haber estado loco de celos. Completamente trastornado.

– Entonces… ¿qué sucedió? -preguntó ella.

Rebus miró a la puerta. Ormiston había regresado de la cafetería y Claverhouse le abrazaba. Probablemente le habría levantado en brazos de contento de haber podido. Rebus captó un entusiasta «lo hemos resuelto» seguido de un cauteloso susurro de Hogan.

– No estoy seguro todavía -dijo Rebus en respuesta a la pregunta de Teri-. Los celos son un buen móvil, por eso le has dado ese alegrón al inspector Claverhouse.

– Usted no le traga, ¿verdad?

– No te preocupes, es un sentimiento totalmente recíproco.

– Cuando se metió en Entrada a la Oscuridad… -Bajó de nuevo los ojos-. ¿Me vio haciendo algo?

Rebus negó con la cabeza.

– El cuarto estaba vacío -contestó sin querer confesar que la había visto durmiendo-. ¿Te importa que te haga una pregunta? -añadió mirando hacia la puerta para asegurarse de que no le oían-. Doug Brimson dice que es amigo de tus padres, pero a mí me da la impresión de que no es santo de tu devoción…

Una expresión de desazón cruzó el rostro de la joven.

– Mamá está liada con él -contestó displicente.

– ¿Estás segura? -Ella asintió con la cabeza-. ¿Lo sabe tu padre?

– Más vale que no lo sepa, ¿no cree? -respondió mirándole horrorizada.

Rebus reflexionó un instante.

– Sí, claro -dijo-. ¿Tú cómo te enteraste?

– Intuición de mujer -respondió ella sin asomo de ironía.

Rebus se recostó en la silla pensando en Teri, Lee Herdman y Entrada a la Oscuridad, preguntándose si no tendría algo que ver con un intento de recuperar a la madre.

– Teri, ¿seguro que no puedes saber de alguna forma quién te miraba a través del ordenador? ¿Ningún chico del colegio te insinuó…?

Ella negó con la cabeza.

– Yo recibo mensajes en el libro de huéspedes, pero nunca de nadie conocido.

– Y en esos mensajes, ¿hay alguno que sea… espontáneo?

– Son los que me gustan. -Ladeó levemente la cabeza tratando de encarnar el personaje de la señorita Teri, pero no había nada que hacer, Rebus la había calado como Teri Cotter a secas y no se dejaba impresionar. El inspector enderezó el cuello y la espalda-. ¿Sabes a quién vi anoche? -añadió en tono amistoso.

– ¿A quién?

– A James Bell.

– ¿Y? -replicó ella mirándose el esmalte negro de las uñas.

– Pues que se me ocurrió… ¿recuerdas aquella foto tuya que nos birlaste en el pub de Cockburn Street?

– Era mía.

– No digo que no lo fuera. Creo recordar que cuando la cogiste me dijiste que James se dejaba ver por las fiestas de Lee.

– ¿Él lo niega?

– Al contrario, por lo visto ellos dos se conocían bastante bien. ¿Tú qué piensas?

Los tres policías, Claverhouse, Hogan y Ormiston, volvieron a entrar. Ormiston daba palmaditas en la espalda a Claverhouse.

– Apreciaba a Lee -contestó Teri Cotter-. De eso no hay duda.

– ¿Era un aprecio mutuo?

La muchacha entrecerró los ojos.

– James Bell… él le podría haber señalado a Lee, a Renshaw y a Jarvies, ¿verdad? -dijo.

– Eso no explicaría que Lee le disparara a él también. El caso es que… -Sabía que le quedaban segundos antes de que le vetaran en el interrogatorio-. Esa foto tuya que tú dices que te la hicieron en Cockburn Street… Lo que me pregunto es quién la hizo.

Teri Cotter consideró un instante el porqué de la pregunta. Claverhouse estaba delante de ellos dos chasqueando los dedos para darle a entender a Rebus que dejara libre la silla, y Rebus continuó mirando cara a cara a la muchacha mientras se levantaba.

– ¿James Bell? -preguntó-. ¿Fue él?

Teri Cotter asintió con la cabeza sin encontrar inconveniente en decirlo.

– ¿Iba a verte a Cockburn Street?

– Estaba haciéndonos fotos a todos para un trabajo del colegio…

– ¿De qué se trata? -preguntó Claverhouse sentándose sonriente en la silla.

– Me estaba preguntando cosas sobre James Bell -respondió Teri.

– ¿Ah, sí? ¿Qué pasa con él?

– Nada -contestó ella guiñándole el ojo a Rebus, que se apartó a un lado.

Claverhouse hizo un gesto brusco y se volvió en la silla hacia él, pero Rebus simplemente se encogió de hombros sonriendo. Cuando Claverhouse se volvió otra vez hacia la muchacha, él hizo un gesto. Teri comprendió que le daba las gracias. Rebus sabía muy bien lo que Claverhouse habría hecho con la información: James Bell presta un libro a Lee Herdman sin darse cuenta de que dentro hay una foto de Teri como señal. Herdman la encuentra, siente celos, un móvil para herir al chico, pues no es algo tan grave como para matarle y, además, James era amigo suyo…

Con semejante conclusión, Claverhouse daría por cerrado el caso e iría directamente al despacho del subdirector a por su medalla al mérito. No quedaría nadie en la caseta prefabricada ni dentro del colegio de Port Edgar y todos los agentes volverían al servicio rutinario.

Y él, Rebus, estaría de nuevo suspendido del servicio.

Pero nada de eso cuadraba realmente. Ahora estaba seguro. Y sabía que tenía algo ante sus narices. En ese momento miró a Teri Cotter, que seguía jugueteando con la cadena, y supo lo que era. La pornografía y las drogas no eran la única industria de Rotterdam.

* * *

Rebus localizó a Siobhan en el coche.

– ¿Dónde estás? -preguntó.

– En la A 90 camino de South Queensferry. ¿Y tú?

– Delante de un semáforo en Queensferry Road.

– ¿Conduciendo y hablando por teléfono? Sí que debes de tener curadas las manos.

– Más o menos. ¿Dónde has estado?

– Hablando con la novia de Fairstone.

– ¿Algún resultado?

– En cierto modo. ¿Y tú?

– He estado presente en un interrogatorio de Teri Cotter. Claverhouse se cree que ha descubierto el móvil.

– ¿Ah, sí?

– Piensa que Herdman estaba celoso porque los dos chicos visitaban el sitio de Teri.

– ¿Y casualmente James Bell se interpuso?

– Seguro que es como Claverhouse lo verá.

– ¿Qué hacemos ahora?

– Con esto queda todo cerrado.

– ¿Y Whiteread y Simms?

– Tienes razón. No van a conformarse -dijo Rebus viendo que el semáforo cambiaba a verde.

– Ni querrán irse con las manos vacías.

– Exacto. -Rebus pensó un instante sosteniendo el teléfono entre el hombro y la mandíbula mientras cambiaba de marcha y añadió-: ¿A qué vas a Queensferry?

– El barman del Boatman's es hermano de Fox.

– ¿Qué Fox?

– La novia de Fairstone.

– Lo que explica por qué ella iba a ese bar.

– Sí.

– ¿Has hablado con ella?

– Intercambiamos unos cumplidos.

– ¿Dijo algo sobre Johnson Pavo Real y si su pelea con Fairstone tenía algo que ver con ella?

– Se me olvidó preguntarle.

– ¿Se te olvidó…?

– El asunto se complicó y pensé que era mejor interrogar a su hermano.