No dejaba de pensar en qué le diría a Raja sobre los mensajes. Tendría que ser directa y mostrarse tranquila, pero cuando la conversación concluyera debía haber averiguado hasta qué punto Chloe era importante para él, y él tendría que ser honesto y confesar la verdad.
Los ladridos de Hermione le anunciaron la llegada de Raja, tal y como confirmó el eco de pisadas aproximándose justo antes de que apareciera vestido con un ligero traje italiano, tan guapo como siempre.
– ¿Me he dejado aquí el teléfono? -dijo al tiempo que alargaba la mano hacia el teléfono, que estaba sobre la mesa-. Lo he estado buscando por todas partes. Lo uso constantemente…
El rostro de Ruby se tensó.
– Lo sé -dijo con gesto serio-. Voy a serte franca: he leído los mensajes de Chloe. Me temo que al llamar ha salido su foto y ante la sorpresa, no he podido evitar curiosear. Y si quieres que te diga la verdad, me alegro.
Por una fracción de segundo, Raja se quedó paralizado.
– Chloe -repitió en tono de hastío-. Esa es una historia pasada.
– Si es así, ¿por qué ha seguido mandándote mensajes hasta la semana pasada?
Raja frunció el ceño.
– ¿Has leído mis mensajes?
Ruby alzó la barbilla.
– Estamos casados -dijo, airada-. He pensado que estaba en mi derecho.
Raja la miró con expresión retadora.
– Incluso casados, me corresponde cierto grado de intimidad.
– Si vas a estar casado conmigo, no está bien. Reconozco que no ha estado bien, pero no me arrepiento de haberlo hecho -concluyó Ruby sin titubear-. Por mi parte, no guardo ningún secreto.
Raja la observó con expresión impasible y el corazón de Ruby se aceleró. De pronto, él la desconcertó esbozando una sonrisa.
– Me avergüenza pensar que hayas leído esos mensajes.
– Debía avergonzarte haberlos recibido -dijo Ruby. Pero la confesión de Raja y su sonrisa, habían empezado a quebrar su enfado. Le costaba creer que sonriera así si había algo serio entre él y Chloe.
– Mi relación con Chloe ha terminado. Terminó en el mismo instante en que tú y yo consumamos el matrimonio -dijo Raja.
– Si es así, ¿por qué sigue enviándote ese tipo de mensajes? -insistió Ruby.
– Piénsalo -dijo Raja-. Para mí Chloe era un objeto sexual. Para ella, yo representaba el dinero que me gastaba en contentarla, y es lógico que le cueste aceptar que ya no va a tenerlo. Como no quería volver a verla, intenté llegar a un acuerdo económico con ella a través de mi abogado. Supongo que con esos mensajes intenta atraerme de nuevo a su cama, y pensé que contestándole solo la animaría a insistir.
– Así que era tu amante -señaló Ruby, aliviada por la explicación de que no había habido nada emocional en su relación, pero al mismo tiempo perturbada por la capacidad que tenía Raja de disociar el sexo del afecto-. Hablas de ella con tanta… frialdad.
– El acuerdo nos satisfacía a los dos. Yo no quería complicaciones y ella quería los lujos que le proporcionaba su relación conmigo -Raja se encogió de hombros-. Pero ahora te tengo a ti y mientras sea así, no necesito a ninguna otra mujer.
Hubo algo maravilloso y balsámico para Ruby en aquella afirmación. Raja se expresó con una determinación y una vehemencia que no le dejó duda de que decía la verdad, y le halagó saber que le gustaba tanto como para sustituir a cualquier sofisticada amante que hubiera tenido en el pasado. Gran parte de la tensión que la había dominado, se diluyó súbitamente.
– Me he sentido fatal cuando he visto los mensajes -admitió a regañadientes.
– Comprendo que hayas dudado de mi integridad. Pero puedes confiar en mí, Ruby -dijo él con franqueza-. Creo en la mutua confianza y en la honestidad dentro de la pareja. No te traicionaría con otra mujer.
Ruby sentía que le picaban los ojos y pestañeó para contener las lágrimas, pero algunas rodaron por sus mejillas.
– Te creo -dijo con voz temblorosa-. Y no sé por qué estoy llorando -añadió con una risita.
– Hadeel me ha advertido de que podrías estar especialmente emocional durante los próximos meses debido a las hormonas -dijo Raja, sorprendiendo a Ruby con la predicción y explicando precipitadamente-: Le he dicho que estabas embarazada.
Ruby lo miró con ojos muy abiertos.
– ¿Se lo has dicho ya a tu familia?
– Solo a Hadeel, porque es la hermana con la que tengo la relación más estrecha, y guardará el secreto hasta que lo compartamos con los demás. ¡Era una noticia tan maravillosa que tenía que contárselo a alguien! -exclamó Raja entre disculpándose y exultante.
Era la primera vez que daba muestras de estar contento con la noticia del bebé y saberlo hizo que Ruby volviera a sentir ganas de llorar.
– No sé qué me pasa -balbuceó sin conseguir contener las lágrimas.
Susurrándoles palabras afectuosas, Raja la tomó en brazos, entró en la casa y abriendo la puerta del dormitorio con el hombro, la dejó sobre la cama.
– ¿Quieres que empiece a mandarte mensajes como los de Chloe? -preguntó ella de pronto.
Raja la miró desconcertado y se echó a reír.
– No, gracias. Para serte sincero, no es mi estilo.
– ¿De verdad? -preguntó ella, ansiosa.
– De verdad. Me gusta más hacerlo que hablar de ello, aziz -dijo con ojos brillantes-. Sobre todo, siempre que sea contigo.
– ¿En serio crees que te bastará conmigo?
– Te aseguro que sí -afirmó Raja con rotundidad.
– ¿Cómo puedes estar tan seguro?
– Porque has sido especial desde el primer momento. En cuanto te vi en la fotografía, pensé que eras preciosa, y conocerte en persona solo contribuyó a confirmarlo -confesó Raja-. Desde que te vi en el despacho me costó apartar la vista de ti, y pronto descubrí cuánto me excitabas.
– A mí me pasaba lo mismo -dijo Ruby-. Pero antes has dicho que te sentías frustrado por tener que casarte…
– Hasta que vi a mi preciosa novia y mi destino se hizo mucho más soportable -la cortó Raja, riendo al ver la cara que ponía-. Lamento ser tan predecible, pero te deseé desde el primer instante y debo admitir que eso contribuyó a que olvidara las objeciones que tenía a aceptar un matrimonio concertado.
Ruby frunció el ceño.
– Suena terriblemente primitivo.
Raja alzó las manos como si le pidiera que esperara a forjarse una opinión definitiva.
– Pero es que en cuestión de horas y cuando menos lo esperaba, me di cuenta de que me había enamorado de ti.
– ¿Que te habías qué? -exclamó Ruby, atónita.
– Inicialmente fue algo puramente sexual, pero luego fueron tu sonrisa, tu fuerza y tu sentido del humor lo que me atrajeron. Me enamoré de ti sin ni siquiera darme cuenta -declaró Raja, mirándola arrebatadamente-. Sin previo aviso, te habías convertido en lo más importante de mi vida.
– No puedo creerlo. Dijiste que te habías acostado conmigo para que nuestro matrimonio fuera de verdad.
– Lo hice porque te deseaba. Cualquier otra aspiración fue secundaria -admitió-. De hecho, me molestó que más tarde dijeras que te daba lo mismo lo que hiciera.
– Entonces, ¿no planeaste seducirme?
– No pude evitarlo -dijo Raja, entrelazando sus dedos con los de ella.
– Yo estuve insoportable en el desierto y te traté como si fuera culpa tuya.
– Estabas asustada y tratabas de disimularlo. Era lógico -dijo Raja. Y le besó los labios delicada y pausadamente-. Y luego me entregaste tu cuerpo y yo habría hecho cualquier cosa por ti.
– Para mí esa noche fue excepcional, pero para ti no pudo ser tan especial.
– Claro que lo fue, aziz. Aunque creo que me enamoré de ti por el poco respeto y la naturalidad con la que me tratabas.
– No me tomes el pelo -dijo ella, hundiendo los dedos en el cabello de Raja y atrayéndolo hacia sí para besarlo con toda su alma.