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– No niego que corra alguna que otra sustancia prohibida por aquí. Es imposible regular y supervisar las costumbres y gustos de toda la gente contratada. -Roarke se encogió de hombros y levantó la vista hacia la magnífica araña de cristal azul-. Mathias no me parece el prototipo de consumidor habitual, ni siquiera ocasional.

– La gente nunca deja de sorprendernos, y es increíble lo que algunos son capaces de meterse en las venas. -Eve se encogió también de hombros-. Tendré que hacer el habitual registro en busca de sustancias prohibidas para ver si puedo averiguar algo de Carter. -Se apartó el cabello con una mano-. ¿Por qué no vuelves y tratas de dormir un poco?

– No; prefiero quedarme. -Y antes de que ella pudiera replicar, añadió-: Me has nombrado segundo, ¿recuerdas?

Esas palabras la hicieron sonreír.

– Un buen ayudante sabría que necesito un café para continuar.

– Entonces te traeré uno. -Roarke le sujetó el rostro entre las manos-. Pretendía que te mantuvieras un tiempo alejada de esto. -La soltó y se dirigió a la cocina.

Eve entró en el dormitorio. Las luces estaban bajas y Carter se hallaba sentado en un lado de la cama, con la cabeza oculta entre las manos. Se enderezó de golpe al oírla entrar.

– Tranquilo, Carter, todavía no estás detenido. -Al verlo palidecer, se sentó a su lado y añadió-: Lo siento, es el pésimo humor de los polis. Estoy grabando, ¿de acuerdo?

– Sí. -El joven tragó saliva.

– Teniente Dallas, Eve, interrogando a Carter. ¿Cuál es tu nombre completo, Carter?

– Esto… Jack. Jack Carter.

– Carter, Jack, en relación con la muerte no investigada de Mathias, Drew. Carter, compartías la habitación 1036 con el fallecido.

– Sí, durante los pasados cinco meses. Éramos amigos.

– Háblame de esta noche. ¿A qué hora llegaste a casa?

– No lo sé. Cerca de las doce y media, supongo. Tenía una cita. Estoy saliendo con Lisa Cardeaux, una de las diseñadoras de jardines. Queríamos ver qué tal era el complejo de recreo. Pasaban un nuevo vídeo. Después fuimos al club Athena. Está abierto para los empleados del complejo. Tomamos un par de copas y escuchamos un poco de música. Ella tenía que madrugar al día siguiente, así que no nos quedamos hasta muy tarde. La acompañé a casa. -Esbozó una sonrisa-. Traté de persuadirla para que me dejara subir, pero me dijo que ni hablar.

– Muy bien, no te comiste nada con Lisa. ¿Volviste directo a casa?

– Sí. Ella está instalada en el bungalow del personal. Le gusta vivir allí. No quiere encerrarse en una habitación de hotel, o eso es lo que dice. Hay un par de minutos en aerodeslizador hasta aquí. Subí. -Suspiró y se masajeó el corazón como si tratara de calmar los latidos-. Drew había cerrado la puerta. Era quisquilloso con eso. Algunos compañeros dejan la puerta abierta, pero Drew tenía todo ese equipo y estaba paranoico con que alguien lo tocara.

– ¿La placa de la entrada está codificada únicamente para vosotros dos?

– No.

– ¿Y qué ocurrió entonces?

– Lo vi, corrí a buscarles.

– Está bien. ¿Cuándo fue la última vez que lo viste vivo?

– Esta mañana, desayunando. -Carter se frotó los ojos, tratando de recordar la normalidad de aquella escena.

– ¿Cómo estaba él? ¿Preocupado, deprimido?

– No. -Carter concentró la mirada y por primera vez pareció animado-. Eso es lo que no concibo. Estaba bien. Hizo bromas, por lo de Lisa, porque aún no me la había… ya sabe. Nos pinchábamos mutuamente, en plan amistoso. Yo le dije que él hacía tanto que no follaba que no se enteraría si lo hacía., Y que por qué no se buscaba una amiga y salía con nosotros esta noche para ver cómo había quedado todo.

– ¿Salía con alguien?

– No. Siempre hablaba de una tía de la que estaba colgado. No trabajaba en la estación. Nena, la llamaba. Iba a aprovechar su siguiente ciclo libre para hacerle una visita. Decía que lo tenía todo, cerebro, belleza, cuerpo y un apetito sexual insaciable. ¿Por qué iba a jugar con modelos peores cuando tenía lo último?

– ¿No sabes cómo se llamaba?

– No; era sencillamente Nena. Para ser sincero, creo que era una invención. Drew no era de los que tienen una nena, ya sabe. Era tímido con las mujeres y andaba muy metido en sus juegos de fantasía y en su autotrónica. Siempre trabajaba en algo.

– ¿Qué hay de otros amigos?

– No tenía muchos. Era reservado cuando estaba con mucha gente, ya sabe, introvertido.

– ¿Tomaba drogas?

– Los clásicos estimulantes si tenía que trasnochar.

– Me refiero a ilegales.

– ¿Drew? -Carter abrió mucho sus ojos cansados-. De ninguna manera. Era recto como una vara. No estaba mezclado con drogas, teniente. Tenía una mente clara y quería conservarla. Y quería conservar su empleo y ascender. Te echan por esa clase de cosas. Basta con que te cojan una vez.

– ¿Estás seguro de que no había decidido experimentar?

– Llegas a conocer a una persona con quien has convivido cinco meses. -La mirada de Carter volvió a ensombrecerse-. Te acostumbras a ella, a sus costumbres y demás. Como digo, no se relacionaba con mucha gente. Era más feliz solo, jugueteando con su equipo, sumergiéndose en los programas de juegos de rol.

– Entonces era un tipo solitario, introvertido.

– Sí. Pero no estaba preocupado ni deprimido. No paraba de decir que estaba trabajando en algo grande, un nuevo juguete. Siempre estaba trabajando en un nuevo juguete -murmuró Carter-. La semana pasada dijo que esta vez iba a hacer una gran fortuna y le haría sudar tinta china a Roarke.

– ¿A Roarke?

– No hablaba en serio -se apresuró a decir Carter en defensa del fallecido-. Tiene que comprenderlo. Para muchos de nosotros Roarke es, no sé, como un diamante, ¿entiende? Le llueven los créditos, viste ropa elegante, tiene apartamentos de lujo, además de poder, y ahora una nueva esposa sexy… -Se interrumpió, ruborizándose-. Perdone.

– No te preocupes -respondió Eve. Más tarde decidiría si era divertido o asombroso que un chico de apenas veinte años la considerara sexy.

– Sólo que muchos de los técnicos, bueno, un montón de gente en general tiene aspiraciones. Y Roarke es el ejemplo a seguir. Drew sentía una gran admiración por él. Tenía ambiciones, señora… perdón, teniente. Tenía objetivos y planes. ¿Por qué iba a hacer algo así? -De pronto se le llenaron los ojos de lágrimas-. ¿Por qué iba a querer hacer algo así?

– No lo sé, Carter. A veces nunca se sabe el porqué.

Ella le hizo hacer memoria y lo guió hasta que tuvo una imagen lo bastante clara de Drew Mathias. Una hora más tarde no tenía otra cosa que hacer que escribir un informe para quien acudiera a cerrar el caso.

Se apoyó contra el tabique de espejo del ascensor mientras regresaba al ático con Roarke.

– Ha sido un acierto instalarlo en otra habitación y otro piso. Puede que duerma mejor esta noche.

– Dormirá mejor si toma los tranquilizantes. ¿Qué me dices de ti? ¿Crees que dormirás?

– Sí. Le daría menos vueltas si tuviera alguna idea de lo que le preocupaba, de lo que lo empujó a hacer algo así. -Eve salió al pasillo y esperó a que Roarke desconectara el dispositivo de seguridad de su habitación-. La imagen que tengo de tu técnico es de un joven con grandes aspiraciones. Tímido con las mujeres y lleno de fantasías. Y estaba satisfecho con su trabajo. -Alzó los hombros-. No hizo ni recibió llamadas por telenexo, ni recibió o envió nada por correo elecrónico, ni tenía mensajes grabados, y el dispositivo de seguridad de la puerta fue conectado por Mathias a las dieciséis horas, y desconectado a las doce y treinta y tres por Carter. No recibió ninguna visita ni salió. Simplemente se acomodó para pasar la noche y se ahorcó.