– ¿Qué, morir?
– Dejarme todo esto.
Él rió y la besó.
– Sólo tú te enfadarías por eso. -Le apartó el cabello de la cara-. ¿Tenía una unidad preparada para ti?
– Sí, pero no tuvimos tiempo de probarla. Feeney está allí abajo. Será mejor que le explique lo ocurrido.
– Tendremos que bajar entonces. Ella desconectó el telenexo, por eso me disponía a bajar cuando te echaste encima de mí. Me inquieté al no poder hablar contigo. -Eve le acarició el rostro.
– Es duro querer a alguien.
– Me veo capaz de sobrellevarlo. Supongo que querrás ir a la comisaría para aclarar todo el asunto esta misma noche.
– Es lo que procede. Tengo un cadáver… y cuatro casos de asesinato que cerrar.
– Te llevaré después de pasar por el centro médico.
– No pienso ir.
– Desde luego que irás.
Peabody llamó a la puerta y se asomó.
– Disculpad, pero los asistentes sanitarios están aquí. Necesitan autorización para entrar.
– Me encargaré de ello. Haz que se reúnan con nosotros en la oficina de la doctora Ott, ¿quieres, Peabody? Pueden examinar a Eve antes de llevársela al centro para un tratamiento completo.
– He dicho que no voy a someterme a un tratamiento.
– Te he oído. -Roarke apretó un botón de su escritorio-. Autorizar la entrada de los médicos. Peabody, ¿llevas encima las esposas?
– Es la norma.
– ¿Me las prestarías para ver si puedo dominar a tu teniente hasta dejarla en el centro médico más próximo?
– Inténtalo, amigo, y verás quién necesita un médico. -Peabody hizo un esfuerzo por controlarse. Una risita en ese momento no sentaría nada bien a su teniente.
– Comprendo tu problema, Roarke, pero no puedo complacerte. Necesito el empleo.
– No importa, Peabody. -Roarke rodeó a Eve por la cintura y dejó que se apoyara en él mientras se dirigía cojeando a la puerta-. Estoy seguro de que puedo encontrar un sustituto.
– Tengo que presentar un informe y trabajo que terminar, además de un cadáver que trasladar. -Eve lo miró disgustada mientras él llamaba el ascensor-. No tengo tiempo para una revisión.
– Ya te he oído -repitió él, y se limitó a cogerla en brazos e introducirla en el ascensor-. Peabody, dile a los sanitarios que vengan armados. Es muy probable que trate de escapar.
– Déjame en el suelo, idiota. No pienso ir. -Pero Eve se reía cuando las puertas se cerraron.