– "El asesino dejó caer esto" -le dijo entonces-. Dime esta frase y escríbemela
Una llamada telefónica de Allan la libró de tener que hacer el amor con Wim o de soportar que volviera a masturbarse a su lado. El chico comprendió que Allan era alguien importante
– Te añoro más que nunca -le dijo Ruth sinceramente a Allan-. Deberíamos habernos acostado antes de marcharme. Quiero hacer el amor contigo en cuanto regrese… Volveré pasado mañana, ¿sabes? Irás a recibirme al aeropuerto, ¿verdad?
Wim, incluso drogado, captó el mensaje. El muchacho miró a su alrededor como si en aquella habitación hubiera extraviado la mitad de su vida. Ruth aún estaba hablando con Allan cuando Wim se marchó. Podría haber hecho una escena, pero no era mal chico, tan sólo un joven vulgar y corriente. El único gesto de enojo que hizo al marcharse fue sacarse un condón del bolsillo y arrojarlo sobre la cama, al lado de Ruth, mientras ella seguía hablando con Allan. Era uno de esos preservativos aromatizados, en este caso con aroma a plátano. Ruth se lo regalaría a Allan, diciéndole que era un pequeño recuerdo del barrio chino de Amsterdam. (Ya sabía que no iba a hablarle de Wim ni de Rooie.)
La novelista se sentó para pasar a limpio lo que Wim había escrito, un mensaje de ideas ordenadas, escrito de su puño y letra, y en letras mayúsculas. Trazó cada letra de la lengua extranjera con el máximo cuidado, pues no quería cometer ningún error. Sin duda la policía llegaría a la conclusión de que había sido testigo del asesinato de Rooie, pero no quería que supieran que la testigo no era holandesa. Así podrían suponer que se trataba de otra prostituta, tal vez una de las vecinas de Rooie en la Bergstraat
Ruth tenía un sobre de papel manila, tamaño folio, que Maarten le había dado, con el itinerario de su viaje en el interior. Introdujo las notas para la policía en el sobre, junto con el tubo de revestimiento Polaroid. Sólo tocó el tubo por los extremos, sujetándolo con el pulgar y el índice. Había tocado el cuerpo del tubo al recogerlo de la alfombra, pero confiaba en no haber echado a perder las huellas del asesino
A falta del nombre de algún policía, supuso que bastaría con dirigir el sobre a la comisaría de Warmoesstraat, 48. Por la mañana, antes de escribir nada en el sobre, bajó al vestíbulo del hotel y pidió el franqueo correcto en la recepción. Entonces salió a comprar los periódicos de la mañana
El suceso aparecía en la primera plana de por lo menos dos periódicos de Amsterdam. Ruth compró el periódico que publicaba una foto bajo el titular. Era una foto de la Bergstraat de noche, no muy nítida. La policía había acordonado la acera delante de la puerta de Rooie. Detrás de la barrera, un hombre que parecía un agente de paisano hablaba con dos mujeres con aspecto de prostitutas
Ruth reconoció al policía. Era el hombre macizo con sucias zapatillas deportivas y una chaqueta parecida a la prenda para calentamiento que utilizan los jugadores de béisbol. En la imagen daba la sensación de estar bien afeitado, pero Ruth no tenía duda alguna de que se trataba del mismo hombre que la había seguido durante un rato en De Wallen. Estaba claro que su ronda se centraba en la Bergstraat y el barrio chino
El titular decía: MOORD IN DE BERGSTRAAT
Ruth no necesitaba saber holandés para entenderlo. En la noticia no mencionaban a "Rooie", el apodo de la prostituta, pero decían que la víctima era Dolores de Ruiter, de cuarenta y ocho años. Sólo aparecía otro nombre, que también figuraba en el pie de foto, y era el del policía, Harry Hoekstra, al que se referían con dos títulos diferentes. En un lugar era un wijkagent y en otro un hoofdagent. Ruth decidió retrasar el envío del sobre hasta que hubiera consultado con Maarten y Sylvia sobre la noticia del periódico
Guardó el artículo en el bolso y se fue a comer. Sería su última comida con sus editores antes de partir de Amsterdam, y había ensayado cómo abordaría con naturalidad el asunto de la prostituta asesinada: "¿Es ésta una noticia sobre lo que creo que es? He paseado por esa calle"
Pero no tuvo necesidad de sacar el tema a colación, pues Maarten ya había leído la noticia y traía consigo el recorte del periódico
– ¿Has visto esto? ¿Sabes lo que es?
Ruth fingió que lo ignoraba, y sus amigos le contaron todos los detalles
La novelista ya había supuesto que la joven prostituta que usaba la habitación de Rooie por la noche, la muchacha con un top de cuero a quien había visto tras el escaparate, habría descubierto el cadáver. El único elemento sorprendente de la noticia era que no mencionaba a la hija de Rooie
– ¿Qué es un wijkagent? -preguntó Ruth a Maarten.
– El policía que hace la ronda, el oficial de distrito.
– Entonces, ¿qué es un hoofdagent?
– Ése es su rango -respondió Maarten-. Es un oficial de policía veterano…, no exactamente lo que vosotros llamáis un sargento
Al día siguiente, en el vuelo de última hora de la mañana, Ruth Cole partió de Amsterdam rumbo a Nueva York. Primero pidió al taxista que la conducía al aeropuerto que la llevara a la estafeta de correos más cercana, y allí envió el sobre a Harry Hoekstra, que era casi un sargento de la policía de Amsterdam, destinado en el segundo distrito. Tal vez Ruth se hubiera llevado una sorpresa de haber conocido el lema del segundo distrito, inscrito en latín en los llaveros de los oficiales de policía
ERRARE HUMANUM EST SIS
Ruth Cole sabía que errar es humano. Su mensaje, junto con el tubo de revestimiento Polaroid, le diría a Harry Hoekstra mucho más de lo que ella había querido decir. El mensaje, en un holandés escrito con esmero, decía lo siguiente:
i. De moordenaar liet dit vallen. [El asesino dejó caer esto.]
2. Hij is kaal, met een glad gezicht, een eivormig hoofd en een onopvallend lichaam, niet erg groot [Es un hombre calvo, de rostro lampiño, con la cabeza en forma de huevo y el cuerpo sin rasgos destacables, no muy corpulento.]
3. Hij spreekt Engels met, denk ik, een Duits accent. [Habla inglés, creo que con acento alemán.]
4. Hij heeft geen seks. Hij neemt één foto chaam nadat hij het lichaam heeft neergelegd [No realiza el acto sexual. Toma una foto del cuerpo después de haberlo colocado en cierta postura.]
5. Hij loenst, zijn ogen bijna belemaal dichtgeknepen. Hij ziet eruit als een mol. Hij piept als hij ademhaalt. Astma misschien. [Es estrábico y cierra los ojos casi del todo. Parece un topo. Jadea. Tal vez asma…]
6. Hij werkt voor SAS. De Scandinavische luchtvaartmaatschappij? Hij heeff iets te maken met beveiliging
[Trabaja para SAS. ¿La línea aérea escandinava? Tiene algo que ver con seguridad.]
Este texto, junto con el tubo de revestimiento Polaroid, fue la declaración completa que, como testigo ocular del crimen, ofreció Ruth. Tal vez le habría preocupado el comentario que, más o menos al cabo de una semana, hizo Harry Hoekstra a un colega de la comisaría de la Warmoesstraat