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Para la muchacha muerta, su puesto en los grandes almacenes había representado un paso adelante. Anteriormente vendía ropa interior en una tienda llamada The Bra Bar. Solía decir que esa tienda estaba tan lejos, en Avenue Road, que se encontraba a medio camino del zoo, lo cual era una exageración. En cierta ocasión bromeó con sus compañeras de habitación, diciendo que las clientas de The Bra Bar procedían más a menudo del zoo que de Toronto, lo cual también era sin duda una exageración

Sus compañeras de piso decían que la chica muerta había poseído un gran sentido del humor. Aseguraba que tenía otro empleo, el de camarera, porque, como vendedora de sostenes, no podía conocer a ningún hombre. Durante cinco años había trabajado de noche en El Circo de la Comida Voladora, donde la habían contratado, como a las demás mujeres que trabajaban allí, porque tenía buen aspecto vestida con una camiseta de media manga

Las camisetas de las camareras de El Circo de la Comida Voladora eran ceñidas, con un escote pronunciado debajo del cual había una hamburguesa estampada. La hamburguesa tenía unas alas que se extendían por los pechos de la camarera. Cuando sus amigas encontraron el cadáver, eso era lo único que llevaba puesto: la prieta y escotada camiseta con la hamburguesa voladora que le cubría los senos. Por otro lado, se la habían puesto después de asesinarla. Le habían asestado catorce puñaladas en el pecho, pero ni una sola había atravesado la camiseta con la hamburguesa voladora

Ninguna de las compañeras de habitación de la víctima creía que la dependienta asesinada "saliera con alguien" últimamente. Pero la puerta del piso no había sido forzada, de lo que se deducía que la joven había franqueado la entrada a alguien. Y además había ofrecido a quienquiera que fuese una copa de vino. Había dos copas llenas en la mesa de la cocina, sin marcas de labios en ninguna de ellas, y las únicas huellas dactilares en ambas copas eran sólo las de la joven. No había el menor rastro de tejido en las heridas de arma blanca…, en otras palabras, estaba desnuda cuando la apuñalaron, en cuyo caso debía de tratarse de alguien que la conocía bastante bien, o que había logrado que se desnudara sin forcejeo, tal vez amenazándola con un cuchillo. Si la habían violado, había sido sin que ella ofreciera al parecer resistencia, probablemente también bajo la amenaza de un arma blanca, o bien había consentido en hacer el amor, lo cual parecía menos probable. En cualquier caso, había realizado el acto sexual poco antes de que la mataran

El asesino, fuera quien fuese, no había usado preservativo. Las compañeras de la muchacha asesinada revelaron a la mujer policía que habló primero con ellas que su amiga muerta siempre llevaba diafragma. En aquella ocasión no lo había utilizado, lo cual era otra indicación de que la habían violado. Y la camiseta con la hamburguesa voladora indicaba que había sido alguien que la conocía del restaurante y no de Eaton's o de The Bra Bar. Después de todo, el asesino no había acuchillado a la dependienta y luego le había puesto un sujetador

Los detectives de homicidios encargados de la investigación trabajaban juntos desde hacía poco tiempo. El sargento de plantilla Michael Cahill se había incorporado a homicidios procedente del equipo de incidentes graves. Aunque a Cahill le gustaba el departamento de homicidios, en el fondo seguía siendo un miembro de su equipo anterior. Organizaba las cosas como la pintura de un paisaje, y tendía naturalmente a investigar los objetos, no a las personas. Prefería buscar pelos en una alfombra, o manchas de semen en una funda de almohada, que hablar con alguien

La mujer formaba con él una buena pareja profesional. Había empezado como agente uniformada, con la cabellera castaño rojiza, que le llegaba a los hombros y que desde entonces se había vuelto gris, recogida bajo la gorra. La sargento detective Margaret McDermid tenía habilidad para hablar con la gente y sonsacarles lo que sabían. Era una especie de aspirador que succionaba información

Fue el sargento Cahill quien encontró el hilo de sangre coagulada en un pliegue de la cortina de la ducha. Dedujo que el asesino se había tomado tranquilamente el tiempo necesario para ducharse después de haber matado a la dependienta y la había vestido con la camiseta de la hamburguesa voladora. El detective Cahill también encontró una mancha de sangre en el estante para el jabón de la ducha que el asesino había dejado allí al apoyar la mano derecha

La sargento detective Margaret McDermid habló con las compañeras de habitación e hizo algo que nadie había hecho hasta entonces, concentrarse en El Circo de la Comida Voladora. La detective estaba bastante segura de que el sospechoso principal sería un hombre a quien atraían especialmente las camareras vestidas con aquellas camisetas aladas, o por lo menos sería alguien que tenía un interés especial por una de ellas. Tal vez fuera un compañero de trabajo de la joven muerta, o un cliente habitual, a lo mejor un nuevo novio. Sin embargo, era evidente que la dependienta asesinada no conocía al asesino tan bien como creía

La distancia entre el restaurante y el piso de la camarera era excesiva para recorrerla a pie. Si el asesino la hubiera seguido a casa desde su lugar de trabajo para saber dónde vivía, habría seguido a su taxi en coche o en otro taxi. (Las compañeras de habitación confirmaron que la camarera asesinada siempre tomaba un taxi al salir de El Circo de la Comida Voladora.)

– Debió de haberse puesto perdido al vestir el cadáver con esa camiseta -comentó Cahill a su compañera

– De ahí que se duchara -dijo Margaret

Cada vez le gustaba menos el departamento de homicidios, pero no se debía a las observaciones innecesarias de Cahill, con quien simpatizaba bastante. Se decía que ojalá hubiera tenido una oportunidad de hablar con la dependienta asesinada

La sargento McDermid siempre se interesaba más por la víctima que por el asesino, lo cual no significaba que dar con el asesino no fuese gratificante para ella. Simplemente, le habría gustado tener la ocasión de decirle a la dependienta que no franqueara la entrada a cualquiera que llamase a su puerta. Margaret sabía que tales sentimientos eran inapropiados o por lo menos poco prácticos en un detective de homicidios. Tal vez estaría más a sus anchas en la sección de desaparecidos, donde existía alguna esperanza de encontrar a la persona antes de que se convirtiera en víctima

Margaret llegó a la conclusión de que prefería buscar víctimas en potencia en vez de asesinos. Cuando le confió a Cahill sus pensamientos, el sargento se mostró flemático: "Tal vez deberías solicitar el traslado a la sección de desaparecidos, Margaret", le dijo

Más tarde, ya en el coche, Cahill dijo que la visión de la hamburguesa cubierta de sangre había bastado para convertirle en vegetariano, pero Margaret no permitió que esa observación la distrajera. Ya se imaginaba en la sección de desaparecidos, buscando a alguien a quien salvar en vez de alguien a quien atrapar. Especulaba con que muchas de las personas desaparecidas serían mujeres jóvenes y que no pocos de los casos acabarían siendo homicidios

En Toronto, no solían encontrar a las mujeres secuestradas en la ciudad. Los cuerpos aparecían en algún lugar alrededor de la autopista 401, o bien, después de que el hielo se hubiera resquebrajado en la bahía Georgian y la nieve se hubiera fundido en los bosques, se descubrían los restos humanos cerca de la carretera 66, entre Parry Sound y Pointe au Baril, o más cerca de Sudbury. Tal vez un campesino encontrara algo en un campo, a lo largo de la Línea 11, en Brock. En Estados Unidos, en cambio, con frecuencia se encontraba a un secuestrado en la misma ciudad donde se había producido el secuestro, en un vertedero, por ejemplo, o en el interior de un coche robado. Pero en Canadá había enormes extensiones despobladas más atractivas para los autores de tales delitos

Algunas de las jóvenes desaparecidas se habían escapado de casa. Partían de la Ontario rural y con frecuencia acababan en Toronto, donde a muchas de ellas se las encontraba con facilidad. (A menudo caían en los ambientes de la prostitución.) Pero las personas desaparecidas que más interesaban a Margaret eran los niños. La sargento detective McDermid no había previsto que gran parte de su tarea en la sección de desaparecidos consistiría en examinar fotografías de niños. Tampoco había previsto hasta qué punto llegarían a obsesionarle esas fotos de niños desaparecidos