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Rooie informó a Harry que las últimas palabras del fallecido fueron: "¡Dile a mi mujer que la quiero!". No le contó al policía que el urólogo muerto había sido su cliente más antiguo y regular. Quería de veras evitar a la familia del doctor Bosman el conocimiento de que su amado patriarca había muerto al lado de una puta con la que se relacionaba desde hacía muchos años. Pero Harry había comprendido la verdadera situación. Que el doctor Bosman tuviera un aspecto tan apacible en la butaca de las felaciones de Dolores la Roja era revelador…, eso y lo muy afectada que estaba Rooie. A su manera, quería al viejo urólogo

– ¿Desde cuándo te visitaba? -le preguntó Harry inmediatamente

Rooie se echó a llorar

– ¡Siempre ha sido tan amable conmigo! -exclamó-. Nadie había sido jamás tan amable conmigo, ni siquiera tú, Harry. Harry la ayudó a fraguar una historia plausible. Básicamente, era la mentira que le había dicho primero, pero Harry le echó una mano en los detalles. ¿En qué parte de la Bergstraat Rooie había observado que el viejo doctor se tambaleaba? ¿De qué manera exactamente le había hecho entrar en su habitación? ¿No tuvo que ayudarle para que se acomodara en la butaca? Y cuando el urólogo agonizante pidió a la prostituta que le dijera a su esposa que la quería, ¿lo hizo en voz forzada? ¿Respiraba con dificultad? ¿Era evidente que sufría? Sin duda la esposa del doctor Bosman querría saberlo

La viuda de Bosman se mostró tan agradecida hacia Rooie Dolores que invitó a la caritativa prostituta al funeral del anciano urólogo. Todos los familiares del doctor Bosman expresaron su profunda gratitud a Rooie. Andando el tiempo, los Bosman hicieron de la prostituta prácticamente otro miembro de la familia. La invitaban a las cenas de Nochebuena y Pascua, así como a otras reuniones familiares, bodas y aniversarios

Harry Hoekstra había reflexionado a menudo en que la verdad a medias de Rooie acerca del doctor Bosman era probablemente la mejor mentira en la que él había participado. "¿Qué tal te ha ido el viaje?", le preguntaba Harry a la prostituta cada vez que ésta regresaba de sus vacaciones. Pero el resto del tiempo le preguntaba: "¿Cómo están los Bosman?"

Cuando Dolores de Ruiter fue asesinada en la habitación en que trabajaba, Harry dio enseguida la noticia a los Bosman. No tuvo necesidad de informar a nadie más. Harry también confió en que los Bosman se ocuparan de su entierro. De hecho, la señora Bosman organizó el funeral de la prostituta y lo costeó. Estuvo presente una considerable representación de la familia Bosman, junto con unos pocos policías (Harry entre ellos) y un número también reducido de mujeres de El Hilo Rojo. Asistió la ex novia de Harry, Natasja Fredericks, pero lo más impresionante fue la presencia de la otra familia de Rooie, la de las prostitutas, que acudieron en gran número. Rooie había sido popular entre sus colegas

Dolores de Ruiter había vivido de las medias verdades. Y la que no era la mejor de sus mentiras, la que Harry consideraba una de las mentiras más dolorosas en las que se había visto implicado, se evidenció en el funeral. Una tras otra, las prostitutas que conocían a Rooie hicieron un aparte con él para formularle la misma pregunta:

– ¿Dónde está la hija?

O, mirando por encima del nutrido grupo de nietos del doctor Bosman, le preguntaban:

– ¿Cuál de ellas es? ¿No está aquí su hija?

– La hija de Rooie ha muerto -tuvo que decirles Harry-. La verdad es que murió hace ya muchos años

En realidad, sólo Harry sabía que la hija de la prostituta murió antes de nacer, pero ése había sido el secreto más celosamente guardado de Rooie

Harry oyó hablar por primera vez del inglés de Rooie cuando la prostituta regresó de unas vacaciones invernales en Klosters. Siguiendo el consejo de Harry, se alojó en el Chesa Grischuna, donde conoció a un inglés llamado Richard Smalley. Éste, que estaba divorciado, pasaba la Navidad con su hijo de seis años, un chiquillo neurasténico aquejado de nerviosismo y fatiga perpetuos, de los que Smalley culpaba a la madre, demasiado protectora, del muchacho. A Rooie le conmovieron los dos. El chiquillo se aferraba a su padre, y dormía de una manera tan irregular que a Richard Smalley y a Rooie les fue imposible hacer el amor. Tuvieron que conformarse con algunos "besos robados", como le dijo Rooie a Harry, "y un magreo bastante intenso"

Hizo cuanto pudo por evitar que Smalley fuese a verla a Amsterdam el año siguiente. Aquella Navidad, a la madre del niño neurasténico le tocaba el turno de tenerlo consigo. Richard Smalley regresó solo a Klosters. En el transcurso del año, por medio de cartas y llamadas telefónicas, había persuadido a Rooie para que se reuniera con él en el Chesa… Harry advirtió a Dolores de que ése sería un precedente peligroso. (Era la primera vez que pasaba dos veces las vacaciones navideñas en el mismo lugar.)

Al regresar a Amsterdam, la prostituta informó a Harry que ella y Smalley se habían enamorado. Richard Smalley quería casarse, quería que Rooie tuviera un hijo suyo

– Pero ¿sabe el inglés cómo te ganas la vida? -le preguntó Harry

Resultó que Rooie le había dicho a Richard Smalley que era una ex prostituta, confiando en que una verdad a medias fuese suficiente

Aquel invierno alquiló a otras dos chicas su habitación con escaparate en la Bergstraat. Ahora tres personas pagaban el alquiler de la habitación y casi podía igualar lo que había ganado ella como prostituta. Por lo menos le bastaría para vivir hasta que se casara con Smalley, y sería más que suficiente como "ingresos complementarios" después de casada

Pero cuando se casó y fue a vivir con Smalley a Londres, Rooie se convirtió en la casera ausente de tres prostitutas de escaparate en Amsterdam. Rooie había evitado alquilar su lugar de trabajo a drogadictas, pero no podía ver cómo utilizaban las nuevas inquilinas su habitación en la Bergstraat. Harry procuraba vigilar lo que hacían en la medida de lo posible, pero las inquilinas de Rooie se tomaban libertades. Pronto una de ellas subcontrató la habitación a una cuarta prostituta y no tardó en haber una quinta, y una de ellas era drogadicta. Luego una de las inquilinas más antiguas de Rooie se marchó sin pagar dos meses de alquiler, algo de lo que Rooie no se enteró hasta que fue un hecho consumado

Rooie estaba embarazada cuando regresó a Amsterdam para averiguar el estado de su habitación en la Bergstraat. Obedeció a su instinto de conservar el lugar, que apenas cubría gastos; al contrario, tras las reparaciones necesarias y el pago de varias facturas elevadas, probablemente le costaba dinero. El inglés quería que lo vendiera, pero Rooie encontró dos ex prostitutas, ambas holandesas, que querían volver al trabajo. Rooie les alquiló la habitación en exclusiva y pensó que se había asegurado los costes de mantenimiento. "No intentaré sacar beneficios, qué diablos -le dijo a Harry-. Sólo quiero conservar el local, por si las cosas se me tuercen en Inglaterra."

Estaba en el séptimo mes del embarazo, y debía de saber que las cosas se "torcerían" con Smalley. El parto tuvo lugar en Londres y salió mal desde el comienzo. A pesar de una cesárea de emergencia, el feto nació sin vida. Rooie no llegó a ver a su hija muerta. Fue entonces cuando Smalley empezó con las recriminaciones que ya había previsto Rooie. Ella tenía algún problema físico que era el causante de que el niño naciera muerto, y ese problema se relacionaba con su pasado de prostituta…, debía de haber practicado el sexo en exceso

Un día, sin previo aviso, Rooie apareció de nuevo tras su escaparate de la Bergstraat. Fue entonces cuando Harry se enteró de que su matrimonio se había roto y que ella había dado a luz una hija muerta. (A aquellas alturas, por supuesto, el inglés de Rooie era muy bueno.)

Al año siguiente, por Navidad, Rooie viajó de nuevo a Klosters y se alojó en el Chesa Grischuna, pero aquéllas serían sus últimas vacaciones en una estación de esquí. Aunque ni Richard Smalley ni su hijo neurasténico estaban presentes, de alguna manera había corrido la voz sobre su pasado. En situaciones impredecibles, que ella no podía barruntar, era consciente de que la trataban como una ex prostituta, no como una ex esposa