Выбрать главу

Dado que Eddie O'Hare había crecido en el recinto y en el entorno casi constante de una buena escuela, sabía que es posible aprender mucho de los adultos que trabajan con ahínco y siguen ciertas normas. Pero ignoraba que Ted Cole había dejado de trabajar con ahínco, y que el resto de las discutibles "normas" de Ted empezaban a peligrar a causa del insoportable fracaso de su matrimonio con Marion, todo ello combinado con aquellas muertes inaceptables

Para Eddie, los libros infantiles de Cole tenían más interés intelectual, psicológico e incluso emocional que las novelas. Los relatos aleccionadores para niños se le ocurrían a Ted con naturalidad, y era capaz de imaginar y expresar los temores de los pequeños. Si Thomas y Timothy hubieran llegado a la edad adulta, sin duda su padre les habría decepcionado. Y sólo cuando llegara a la edad adulta, Ruth se sentiría decepcionada con Ted, pues de niña le adoraba

A los dieciséis años, Eddie O'Hare se hallaba en algún punto entre la infancia y la edad adulta. En opinión de Eddie, no había mejor comienzo para un relato que la primera frase de El ratón que se arrastra entre las paredes: "Tom se despertó, pero Tim no". Ruth Cole envidiaría siempre esa frase, a pesar de que sería mejor escritora que su padre, en todos los aspectos, y jamás olvidaría la primera vez que la oyó, mucho antes de que supiera que era la primera frase de un libro famoso

Ocurrió aquel mismo verano de 1958, cuando Ruth tenía cuatro años, poco antes de que Eddie se instalara en su casa. Esta vez no fue el ruido que producen dos personas al hacer el amor lo que la despertó, sino un ruido que había oído en sueños y que recordó al despertar. En el sueño de Ruth, su cama sufría sacudidas, pero al despertar vio que era ella quien temblaba, y por lo tanto la cama también parecía temblar. Y por unos instantes, incluso cuando Ruth estaba despierta del todo, el ruido procedente del sueño persistía. Entonces, bruscamente, se quedó quieta. Era un ruido como el de alguien que quiere pasar desapercibido

– ¡Papá! -susurró Ruth

Había recordado que esa noche le tocaba a su padre quedarse con ella, pero le llamó en voz tan baja que ni siquiera ella misma se oyó. Además, Ted Cole dormía como un tronco. Como les sucede a la mayoría de los grandes bebedores, más que dormirse se caía redondo, por lo menos hasta las cuatro o las cinco de la madrugada; entonces se despertaba y ya no podía volver a conciliar el sueño

Ruth bajó de la cama, cruzó de puntillas el baño y entró en el dormitorio principal, donde su padre estaba acostado. Desprendía un olor a whisky o a ginebra, un olor tan intenso como el de un coche que huele a aceite de motor y gasolina en un garaje cerrado

– ¡Papá! -volvió a llamarle-. He tenido un sueño. He oído un ruido

– ¿Qué clase de ruido era, Ruthie? -le preguntó su padre. No se había movido, pero estaba despierto

– Ha entrado en la casa -dijo Ruth.

– ¿Qué es lo que ha entrado? ¿El ruido?

– Está en la casa, pero intenta estarse quieto -le explicó Ruth.

– Entonces vamos a buscarlo -dijo su padre-. Un ruido que intenta estarse quieto. Tengo que ver eso

La tomó en brazos y recorrió el largo pasillo del piso superior, de cuyas paredes colgaban más fotografías de Thomas y Timothy que en cualquier otra parte de la casa, y, cuando Ted encendió las luces, los hermanos muertos de Ruth parecieron rogarle a la niña que les dispensara toda su atención, como una hilera de príncipes que solicitaran el favor de una princesa.

– ¿Dónde estás, ruido? -preguntó Ted

– Mira en las habitaciones de los invitados -le pidió Ruth. Su padre la llevó al extremo del pasillo, donde había tres dormitorios y dos baños para los invitados…, cada uno con más fotos. Encendieron todas las luces, miraron en los armarios y detrás de las cortinas de las duchas

– ¡Sal, ruido! -ordenó Ted

– ¡Sal, ruido! -repitió Ruth

– Tal vez esté abajo -sugirió su padre

– No, estaba arriba con nosotros -le dijo Ruth

– Entonces creo que se ha ido-concluyó Ted-. ¿Qué clase de ruido era?

– Era como el ruido de alguien que no quiere hacer ruido -le explicó Ruth

Él la depositó en una de las camas para los invitados, y tomó de la mesilla de noche un bloc y un bolígrafo. Le gustaba tanto lo que la niña había dicho que debía anotarlo. Pero no llevaba puesto el pijama y, por lo tanto, carecía de bolsillos para guardar la hoja de papel, de modo que sostuvo la hoja entre los dientes cuando tomó de nuevo a Ruth en brazos. Ella, como de costumbre, sólo mostró un interés pasajero por la desnudez de su padre

– Tu pene es gracioso -le dijo

– Sí, mi pene es gracioso -convino su padre

Era lo que siempre le decía. Esta vez, con la hoja de papel entre los dientes, la naturalidad de esa observación parecía todavía más natural

– ¿Adónde ha ido el ruido? -le preguntó Ruth

Su padre la llevaba a través de los dormitorios y baños de los invitados, apagando las luces al pasar, pero en uno de los baños se detuvo tan en seco que Ruth imaginó que Thomas o Timothy, o tal vez los dos, habían alargado la mano desde una de las fotografías para agarrar a Ted

– Voy a contarte un cuento sobre un ruido -le dijo su padre, y, al hablar, la hoja de papel que sostenía entre los dientes se ondulaba

Entonces, con la niña todavía en los brazos, se sentó en el borde de la bañera

En la fotografía que le había llamado la atención, Thomas tenía cuatro años, exactamente la edad que tenía Ruth ahora. Todos aparecían en poses desgarbadas: Thomas, sentado en un gran sofá con un confuso diseño floral en la tapicería, y Timothy, con dos años, a quien parecía inundar el exceso botánico del sofá, y que permanecía a la fuerza en el regazo de Ted. La foto debía de datar de 1940, dos años antes de que naciera Eddie O'Hare

– Una noche, cuando Thomas contó su padre-, y Timothy aún oyó un ruido

Ruth siempre recordaría a su padre en hoja de papel de la boca

– ¿Los dos se despertaron? -le preguntó Ruth, mirando la fotografía

Y eso fue lo que puso en movimiento el viejo y memorable relato. Ted Cole se lo sabía de memoria desde la primera línea. -"Tom se despertó, pero Tim no." Ruth se estremeció en los brazos de su padre. Incluso de mayor, convertida ya en una novelista de éxito, Ruth Cole no podría oír o pronunciar esas palabras sin estremecerse

– "Tom se despertó, pero Tim no. Era noche cerrada. "¿Has oído eso?", le preguntó Tom a su hermano, pero Tim sólo tenía dos años e, incluso cuando estaba despierto, no hablaba mucho

"Tom despertó a su padre y le preguntó: "¿Has oído ese ruido?"

"¿Qué clase de ruido?", preguntó su padre

"Era como el de un monstruo sin brazos ni piernas, pero que intenta moverse", dijo Tom

"¿Cómo puede moverse sin brazos ni piernas?"

"Pues se arrastra", dijo Tom. "Se desliza sobre su plaje

"¡Ah!, pero ¿tiene pelaje?", preguntó el padre. "

"Avanza apoyándose en los dientes."

"¡También tiene dientes!", exclamó el padre"

"Ya te lo he dicho… ¡Es un monstruo!", insistió Tom. "

"Pero ¿cómo era exactamente el ruido que te ha despertado?", le preguntó su padre"

"Era un ruido como si…, como si uno de los vestidos que tiene mamá en el armario estuviera vivo de repente y tratara de bajar del colgador", dijo Tom."

Durante el resto de su vida, Ruth Cole tendría miedo de los armarios. No podría dormirse en una habitación si la puerta del armario estaba abierta. No le gustaba ver los vestidos allí colgados. No le gustaban los vestidos, y punto. De niña jamás abría la puerta de un armario si la habitación estaba a oscuras, por temor a que un vestido tirase de ella y la arrastrara dentro del armario