Roxy parpadeó sorprendida antes de que su rostro expresara su incomodidad.
– ¿Nick no te ha contado a qué se dedica?
Jillian negó con la cabeza. ¿Qué le había estado escondiendo? ¿Sería un criminal, un traficante de drogas? ¿Por qué le había ocultado información? ¿Y quién demonios era Claire?
– Me sorprende. Nick no es carpintero, es ingeniero industrial y arquitecto, muy famoso, por cierto. Hace unos años diseñó un vehículo para la NASA. También nos diseñó la casa como regalo de boda.
– Pero… pero pensé que era un tipo ordinario.
Roxy se rió.
– ¿Nick? Cielo santo, veo que ha vuelto a hacer una de las suyas. Es un bromista. Además odia que las mujeres vayan detrás de él sólo por su fama y su fortuna.
Jillian sintió una inmensa rabia crecer en su interior. ¿Acaso se había estado riendo de ella?
– ¿Quién es Claire? ¿Es su mujer, su novia? ¿O es como yo, alguien con quien se acuesta ocasionalmente?
– ¿Te has acostado con él?
Jillian comenzó a andar de un lado a otro de la habitación.
– No puedo creer que haya sido tan estúpida. Pensé que era encantador y honrado y resulta que me ha estado engañando.
Roxy la tomó de la mano, obligándola a detenerse.
– Jillian, ¿qué ha ocurrido entre vosotros? ¿Estás enamorada de él?
– Pensé que era… que era un tipo vulgar, alguien con quien jamás podría tener una relación. Y cuando pierdo mis prejuicios y me permito pensar que lo importante es su honestidad, su claridad, me encuentro con esto-agarró la ropa y se dispuso a salir al baño-. ¿Si estoy enamorada de él? Pensé que lo estaba, pero ahora sé que no ha sido más que una locura pasajera.
Una fina calima cubría el agua de la bahía de Narrangasett. Desde la orilla, Nick observaba la superficie vidriosa sin dejar de pensar en Jillian.
– ¿Qué te parece?-le preguntó Ken Carlisle, uno de los ejecutivos de la inmobiliaria que llevaba sus propiedades.
– Es una zona preciosa-respondió Nick. Realmente, podía imaginarse una casa allí, junto al agua, construida con piedra y madera, armonizando con el paisaje. Pero, cuanto más trataba de convencerse de que era exactamente lo que buscaba, más lo dudaba-. No estoy seguro.
– No vas a encontrar una propiedad tan grande en toda la bahía-dijo Ken-. Si no hacemos una oferta hoy, seguramente estará vendida para mañana.
– ¿A cuánto está esta zona de Boston?-preguntó Nick.
– ¿De Boston?-Ken se encogió de hombros-. No lo sé. Cálculo que a una hora. Quizás un poco más.
Jillian vivía en Boston. Si era un poco optimista respecto a su futuro con ella, aquella sería una mala elección. Sabía que se iba a impacientar pensando que aún le quedaba una hora hasta poder tener a Jillian en sus brazos. Puede que no quisiera quedarse a pasar la noche los días que tuviera clase por la mañana.
No quería precipitarse. Jillian y él aún no se conocían, pero no quería tomar una decisión tan importante como la de hacerse una casa en aquel momento.
– Aunque no construyas, podrías comprar como inversión.
Nick negó con la cabeza.
– No creo que este sea el sitio adecuado para mí.
– Bueno, después de todo, como Claire se ha mudado, tienes tu otra casa.
Nick lo miró, confuso al oír el nombre de su ex novia. Era extraño, pero la mención lo había dejado completamente frío. No sentía nada: ni rabia, ni dolor.
– Por cierto, me gustaría que pusieras esa casa a la venta. No quiero volver allí nunca. La siento como si fuera parte de la vida de otro hombre. ¿Podrías?
Ken frunció el ceño.
– Sí, claro. Es una pieza muy codiciada. Pero, ¿dónde vas a vivir?
– He estado durmiendo en el sofá de la oficina desde que volví de New Hampshire. Buscaré un apartamento dentro de unos días.
– Bueno, tengo unos adosados que te podrían valer temporalmente.
– No, de momento no quiero comprar nada. No estoy preparado para tomar ninguna decisión de momento.
Odiaba aquella sensación de inestabilidad. Necesitaba centrarse y recuperar el equilibrio.
Deseaba poder saber con certeza si ella lo amaba. Quería que pasara a formar parte de su vida.
La amaba, estaba seguro de ello. Pero los sentimiento de Jillian eran un misterio.
Conociéndola, probablemente a aquella alturas ya se habría convencido a sí misma de que todo había sido un espejismo. Cara al mundo exterior, él no era más que un carpintero y no cumplía sus estándares.
Aquella misma noche le revelaría quién era. Le contaría sus miedos, sus inquietudes, sus deseos, y le rogaría que fuera completamente sincera con él. Sólo así podrían tener una vida juntos.
Capítulo 9
Aunque ella había estado esperando el sonido del intercomunicador durante la última media hora, el timbre la sobresaltó. Jillian se preguntó cuánto tardaría Nick en darse por vencido y en marcharse.
Se sentía como una necia, como una niña tonta a la que hubiera engañado el hombre más sofisticado del mundo.
Al oír a Roxy contarle que era un hombre de mundo y que solía salir con todo tipo de mujeres despampanantes, desde modelos a actrices, se había quedado desconcertada. Al parecer, hacía poco había acabado su relación con aquella tal Claire y, sin duda, Jillian se había convertido en la primera en una larga cadena de relaciones esporádicas.
Aunque no se consideraba a sí misma hermosa, sabía que había estado en el momento y lugar adecuados.
Al principio, se había sentido herida, pero de ese dolor sólo le quedaba una rabia inmensa.
¿Cómo podía haberse dejado engañar de aquel modo?
Roxy, sin embargo, tenía una opinión completamente distinta sobre lo que había ocurrido. Le concedía a Nick el beneficio de la duda, probablemente en aras de su amistad.
Para Jillian lo que había hecho era imperdonable. Tal vez ella se había mostrado un poco arrogante e intransigente con sus exigencias. Pero, una vez que se habían convertido en amigos, podría haberle contado la verdad.
– ¡Cielo santo y yo que le dije que podría ir a la universidad y estudiar Arquitectura! Ha debido de reírse como un loco a mi costa.
El timbre volvió a sonar y ella apretó los dientes y contuvo las ganas de dejarlo entrar.
En realidad le habría encantado poder decirle lo que pensaba de él. Pero era mejor mantener las cosas como estaban.
Pasado un tiempo en que el silencio era lo único que se escuchaba en el apartamento, se sintió mitad aliviada mitad decepcionada por su falta de interés.
En realidad, habría querido que la obligara a volver a verlo.
Suspiró y se encaminó hacia la cocina.
Pero, al pasar por el salón, oyó unos golpes en la puerta.
El corazón se le aceleró.-¿Jillian?
El sonido de su voz hizo que le temblaran las piernas. Se acercó lentamente a la puerta y miró por la mirilla.
Gimió involuntariamente. ¿Por qué tenía que ser tan guapo?
Jillian se apartó de la puerta y trató de recordar todas las razones por las que no podía perdonarlo.-Jillian, ¿estás ahí?
– ¡Vete!-le dijo-. No quiero hablar contigo.
Se arrepintió de haber hablado en el momento mismo en que lo hizo. Debería haber permanecido en silencio.
– Jillian, déjame entrar.
Sin pensar, ella quitó los cierres y abrió la puerta. Se quedó sin respiración al verlo imponentemente vestido con un impecable traje.
El dibujó en su rostro aquella sonrisa adorable que la perturbaba.
– No he podido dejar de pensar en ti desde el instante mismo en que nos separamos-la miró de arriba abajo. Llevaba unos pantalones de chándal y una sudadera-. Estás preciosa.
Jillian agarró las flores que él acababa de ofrecerle y se las echó por encima de la cabeza.
– ¡Vete al infierno con tus flores!
Trató de cerrar la puerta, pero él la contuvo con las manos.
La miró atónito.