Serena descubrió, a medida que avanzaba la conversación, que Oliver era un agradable conversador y decidió estar atenta por si podía sacarle alguna información que fuera provechosa para Leo.
– Mi padre no está muy orgulloso de mí -confesó-. No puede entender por qué la banca Redmayne debe fusionarse a la Ersike Brookes. Cree que debemos luchar por conservar el banco en la familia para que algún día pueda pasar a un hijo mío.
– ¿Y tú no quieres eso?
– ¡Claro que no! -exclamó Oliver, horrorizado-. ¡No sometería a un hijo mío a semejante castigo!
– Entonces, ¿no trabajarás con Leo si el asunto sale bien?
Oliver sonrió.
– Estoy ansioso por liberarme del banco. Quisiera comenzar con algo distinto; a pesar de mi apariencia, soy un chico de campo. Tenemos una finca en Yorkshire y muchas veces he pensado en abrir un club de campo allí, un club con clase, por supuesto, cerca de Leeds y Sheffield.
– Eso podrías hacerlo de todas formas, ¿no? -preguntó Serena-. Con un banco en la familia, no es precisamente el dinero lo que falta.
– Te sorprenderías de muchas cosas -señaló Oliver, taciturno-. A mi padre no le gusta la idea y mi dinero está comprometido en las participaciones del banco. No me sirve de nada hasta que no se produzca la fusión. Entonces sí tendré dinero contante y sonante, pero hasta entonces, nada de nada.
– Ya veo -dijo Serena y suspiró.
– Tú no tendrás que preocuparte del dinero nunca más si te casas con Leo -señaló Oliver.
– ¿Qué me dices de tu hermana? -preguntó Serena para cambiar de tema-. ¿Quiere ella quedarse en el banco?
– Si quieres que te diga la verdad, Serena, creo que mi hermana está más interesada en Leo Kerslake que en el banco, pero ahora que sabemos que está comprometido, querrá vender cuanto antes.
En aquel preciso momento, un hombre que estaba situado cerca de ambos, se movió de tal forma que Serena pudo ver lo que sucedía en el otro extremo de la sala. Leo estaba hablando con una mujer vestida de blanco; Serena aguzó la vista y vio que se trataba de Noelle, quien, aparte de vestir un traje de lo más atrevido, gesticulaba y sonreía mostrando claramente su interés por Leo.
Súbitamente sintió un ataque se celos y quiso acercarse a la pareja y arrebatar a Leo de su compañía. Con sus brillantes ojos verdes, lo observó durante un cierto tiempo y Leo captó que alguien lo miraba fijamente. Se dio media vuelta y advirtió que era Serena quien lo miraba.
Con deliberación, Serena decidió prestarle más atención a Oliver y fingir que flirteaba con él. Su
actitud sorprendió al hermano de Noelle, pero la aceptó con gusto.
A los pocos segundos, Leo apareció junto a ambos en compañía de Noelle.
– Oh, hola -dijo Serena, tratando de no parecer afectada-. ¿Ya has vuelto?
– Espero no estar interrumpiendo nada -dijo Leo, quien había advertido la conducta de Serena.
– ¿El qué? -dijo Serena con cinismo-. Oliver ene ha cuidado perfectamente y me lo he pasado muy bien -añadió mirando a Oliver resplandeciente.
Leo la taladró con la mirada, tal vez celoso de sus atenciones con Oliver.
– Te presento a Noelle Redmayne -dijo Leo-. Noelle, ésta es mi prometida, Serena Sweeting.
– ¡Qué nombre tan bonito! -exclamó Noelle y dejó escapar una delicada risa-. ¿Eres tan serena y dulce como indica tu nombre'? -preguntó con malicia.
Serena se sintió capaz de seguirle el juego.
– Serena no sé, pero dulce desde luego, ¿verdad, cariño'? -dijo dirigiéndose a Leo.
– Así es -respondió él, quien se arrepintió de haberlas presentado, pues ambas se miraban con desagrado.
– Leo me ha contado que habéis tenido un romance muy rápido -señaló Noelle, que quería dar la impresión de que Leo le confiaba sus más profundos secretos-. Eres muy valiente al prometerte con alguien al que conoces tan poco.
– ¿Tú crees? -replicó Serena con el mismo cinismo-. A mí no me lo parece; al fin y al cabo, ¿en cuánto tiempo uno se enamora'? -señaló y miró a Leo, quien permanecía petrificado-. En el mismo instante en que conocí a Leo supe que era el hombre de mi vida -dijo e hizo un rápido movimiento de su mano para que Noche viera su anillo de compromiso-. Ahora me parece que lo conozco de toda la vida. No sientes tú igual, ¿cariño? -añadió provocadora.
– A veces -dijo Leo con una mirada furiosa-. ¡Y otras veces me parece que no te conozco de nada!
– Tenemos el resto de nuestras vidas para conocernos -señaló Serena-, en todos los aspectos -añadió con segunda intención.
Serena advirtió que Noelle se resentía ante sus comentarios y sintió un estremecimiento de placer. Para derrotarla todavía más, se acercó a Leo y le dio un beso rápido en el cuello. Estaba comenzando a disfrutar de su papel.
– Leo me ha contado muchas cosas sobre ti, Noelle; deberías venir a nuestra boda.
Noelle no pareció precisamente agradecida por la invitación.
– Oliver, ¿estás listo? -preguntó Noelle de pronto-. Tenemos que irnos.
– Oh, ¿de veras? -dijo Serena con falsa pena.
– Y nosotros también -dijo Leo antes de que Serena continuara avasallando a Noelle-. Adiós, Oliver…, te veré mañana, ¿de acuerdo, Noelle?
Noelle dirigió una mirada triunfante a Serena.
– Lo estoy deseando -dijo Noelle, sonriendo exclusivamente a Leo.
CAPÍTULO 6
S ERENA se quedó lívida.
– ¿Qué quieres decir con eso de que la verás mañana? -preguntó mientras Leo la arrastraba fuera de la sala.
– Tengo que discutir cosas del banco con ella -dijo él con cara de pocos amigos.
– Oh, ¿no me digas? Y vuestras cosas os las decís como esta noche, al oído y con sonrisas acarameladas, ¿no? -dijo ella con rabia.
Leo no se molestó en contestar mientras esperaban a que el chófer apareciera en la puerta del hotel.
– Mira, ya te dije que es importante que Noelle esté contenta -explicó por fin.
– Una cosa es que esté contenta y otra que la seduzcas; te he visto actuar con ella -replicó Serena fuera de sí.
– ¡No seas ridícula! -exclamó él.
– No soy ridícula; ¡pero me has hecho parecer tonta!
– ¿Que yo te he hecho parecer tonta? -repitió él y se echó a reír-. ¡Vaya! ¡Tú eres la que te has esr.auo en parecerlo con tu representado cree que soy dulce» -dijo haciendo una parodia de sus palabras ante Noelle-. ¡Dulce! ¡Eres tan dulce como un limón!
– Tú eres el que querías que fingiera y es lo que he hecho. Y quiero que sepas que había convencido totalmente a Noelle de que no tenía nada que hacer contigo, hasta que tú tuviste que citarte con ella mañana.
– No es una cita -dijo Leo-. Y quiero que entiendas que Noelle es una baza muy importante en este asunto y que lo último que deseo es enfrentarme a ella. Lo único que pretendo es que no ponga sus ojos en mí de forma personal, y, ahora, gracias a ti, voy a tener que esforzarme un poco más para no tenerla en contra.
– Pues no entiendo cómo quieres que no se fije en ti con esa forma que tienes de mirarla y de hablar con ella -dijo Serena sin dar su brazo a torcer.
– ¿Y qué me dices de ti? -continuó él-. Tampoco parecías una hermanita de la caridad con Oliver.
– Creo que Oliver es encantador -replicó ella.
– Claro, claro, encantador; eres mi prometida y te permites el lujo de flirtear con el hermano de Noelle. ¿Cómo quieres que se crea lo de nuestro noviazgo?
– ¿Y cómo se lo va a creer si tú tampoco te has portado como un novio enamorado? -preguntó ella con la misma decisión.
– ¿Y qué querías que hiciera si te he visto casi encima de Oliver? Si realmente estuviera enamorado de ti, le habría pegado un buen puñetazo.