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– Bien… Ya no, -dijo ella tartamudeando levemente.

¿Él estaba tratando de fastidiarla para que admitiera que lo amaba? Ella tuvo repentinamente miedo, temiendo por declararle su amor y que él no tuviera nada que decir a cambio. Oh, Así era de difícil. Ella sabía que él la amaba, lo podía ver en todo lo que hizo, pero no estaba segura de que él se diera cuenta de eso aún, y pensó que no podría soportar el dolor de oírle decir sin sentirlo, "yo también cariño".

Ella decidió que él no tenía un motivo oculto porque él le dio la apariencia de ser olvidadizo en su desasosiego interno. Intentando verse muy serio, se inclinó y alzó sus faldas arriba de un par de pulgadas.

– Tus botas son muy bonitas, también, -le dijo, admirablemente manejando una cara seria.

– Oh, Dunford, me haces tan feliz.

No lo miró cuando dijo eso, pero él podía oír su sonrisa al expresarlo.

– Tú también me haces feliz, bribona. Desafortunadamente, temo que te debería llevar a tu casa antes de que comiencen a entrar en pánico por tu ausencia.

– Prácticamente me secuestraste.

– Ah, pero el fin definitivamente justificó los medios.

– Probablemente estés en lo correcto, pero estoy de acuerdo contigo en que necesito regresar. Ned estará terriblemente curioso.

– Ah, sí, nuestro estimado amigo Ned. -Con una expresión de renuncia, Dunford golpeó en la pared, indicando al cochero que les condujera a la mansión Blydon en Grosvenor Square.

– Debes ser más amable con Ned, -le dijo Henry-. Es una buena persona, y estoy segura que será un buen amigo.

– Seré amable con Ned una vez que él haya encontrado a su mujer, -Dunford se quejó.

Henry no dijo nada, también se animó con sus obvios celos en vez enfadarse y regañarle duramente.

Se sentaron con un silencio satisfecho por varios minutos mientras el carruaje logró llegar rápidamente a Grosvenor Square. Finalmente llego a su destino.

– Desearía no tener que salir de aquí, -Henry dijo tristemente-. Me gustaría permanecer en este carruaje para siempre.

Dunford bajó de un brinco y puso sus manos alrededor de su cintura para ayudarla a bajar, agarrándola más tiempo de lo que era necesario una vez que sus pies tocaron el suelo.

– Lo sé, Hen, -le dijo-, pero tenemos el resto de nuestras vidas por delante para estar juntos.

Se inclinó sobre su mano, la besó osadamente, después la observo mientras ella subía las escaleras a la casa.

Henry se paró en el vestíbulo durante unos segundos, intentando comprender los acontecimientos de la última hora. ¿Cómo su vida podía cambiar de forma tan feliz en tan poco tiempo?

Tenemos el resto de nuestras vidas por delante para estar juntos. ¿Quiso decir él eso verdaderamente? ¿Quería casarse con ella? Su mano fue a su boca.

– ¡Dios Mío, Henry! ¿Dónde has ido?

Ella miró hacia arriba. Ned caminaba a grandes pasos resueltamente abajo del vestíbulo. No contestó, meramente estaba allí clavando los ojos en él, mientras su mano estaba todavía sobre su boca.

Ned se alarmó inmediatamente. Su pelo estaba hecho una calamidad, y ella era incapaz de hablar.

– ¿Por qué estas así? -Exigió-. ¿Qué diantres te hizo?

Tenemos el resto de nuestras vidas por delante para estar juntos. Su mano se desvió de su boca.

– Creo… -Su frente ligeramente contrariada y ella inclinó su cabeza hacia un lado. Sus ojos estaban completamente desconcertados, y preguntaba, por que ella no podía hablar. Probablemente aun no pudo haber identificado a la persona enfrente de ella sin mirar por segunda vez-. Creo…

– Qué, ¿Henry? ¿Qué?

– Creo que acabo de comprometerme en matrimonio.

– ¿Crees que te comprometiste en matrimonio?

Tenemos el resto de nuestras vidas por delante para estar juntos.

– Sí. creo que lo hice.

Capítulo 17

– ¿Qué hiciste? -Belle preguntó, con su voz conteniendo un tono sarcástico- ¿Preguntarme si puedo casarme con ella?

Dunford sonrió abiertamente.

– Algo parecido.

– Esto es algo sacado de una muy mala novela, sabes. El tutor casándose con su pupila. No puedo creer que lo estés haciendo.

Dunford no creyó ni por un momento que Belle no hubiera estado activamente trabajando para esto mismo durante varias semanas.

– ¿No lo puedo creer?

– Pues bien, yo puedo, creerte en verdad. Ella es perfecta para ti ".

– Lo sé.

– ¿Cómo te declaraste? Algo tremendamente romántico, espero.

– En verdad no le he preguntado a ella aún.

– No crees que te estás precipitando un poco, -¿Pidiéndole a Ashbourne que nos invite a visitar Westonbirt?

– De ningún modo. ¿Cómo quieres que pueda arreglar algún tiempo a solas con ella?

– Aún no estás comprometido. Técnicamente no mereces cualquier tiempo a solas con ella.

La sonrisa de Dunford era de pura arrogancia propia de los hombres.

– Ella dirá que sí.

La expresión de Belle se volvió irritada.

– Le vendría bien rehusarse.

– No lo hará.

Belle suspiró.

– Probablemente estés en lo correcto.

– De todos modos, por mucho que me gustaría tener una licencia especial y casarme con ella la semana próxima, voy a tener que aceptar un período de compromiso más convencional. La nobleza criticará severamente el hecho de que ella es mi pupila, no quiero que especulen indebidamente acerca de su carácter. Si nos casamos precipitadamente, alguien podría especular sobre la reputación de ella y sobre todo descubrir que estuvimos sin chaperón más de una semana en Cornualles.

– Tú nunca antes te has preocupado demasiado por los rumores de la nobleza, -filosofó Belle.

– Sigo sin hacerlo, -él dijo agudamente-. No para mí mismo al menos, pero no expondré a Henry a cualquier murmuración grosera.

Belle reprimió una sonrisa.

– Pretenderé mis mil libras a toda prisa.

– Las tendrás… gustosamente. Siempre que tú y Blackwood vengais a Westonbirt junto con nosotros. Parecerá más una celebración, si estamos tres parejas allí.

– Dunford, no voy a quedarme con Alex y Emma cuando John y yo tenemos nuestra casa a quince minutos de distancia de allí.

– ¿Pero tu saldrás fuera del país la semana próxima? Significaría mucho tu presencia para Henry.

Y cualquier cosa que signifique mucho para Henry obviamente significa mucho para ti, Dunford. Belle sonrió. Él estaba loco por esa chica, y ella no podía estar más feliz por él.

– Cualquier cosa por Henry, -dijo ella, apretando su brazo cariñosamente-. Cualquier cosa por Henry.

* * * * *

Unos días más tarde Dunford y Henry se despidieron de Caroline para ir a Westonbirt, la hacienda Ashbourne en Oxfordshire.

Dunford había hablado rápidamente pidiéndoles a Alex y Emma que arreglaran una invitación para pasar un tiempo en su casa a sus amigos más cercanos, Dunford, Henry y los Blackwoods, quienes prometieron ir cada día pero pasar las noches en su casa, en la hacienda vecina, Persephone Park.

Los ocupantes del carruaje fueron cuatro, Lady Caroline se rehusó a dejar ir a Henry a menos que su criada y el ayuda de cámara de Dunford actuaran como chaperones durante el viaje de tres horas. Dunford tuvo el buen tino de mantener sus refunfuños para sí mismo; No quiso hacer cualquier cosa para arruinar esa preciosa semana que había organizado para estar con ella. Alex y Emma, como una pareja de casados, eran los correctos chaperones, pero también eran muy románticos. Belle, después de todo, se había encontrado y se había enamorado de su marido debajo de sus vigilantes ojos.

Henry guardó silencio durante la mayoría del viaje, incapaz de pensar en cualquier cosa que quisiera decirle a Dunford delante de los sirvientes. Su mente rebosaba de cosas que quería decirle, pero todo lo que se le ocurría era tan personal ahora, aun hasta el balanceo del carruaje y el color de la hierba afuera. Se contentó con miradas frecuentes, el secreto de saber que él la quería la hacia sonreír, y vio que Dunford era incapaz de apartar la vista de ella durante todo el viaje.