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Un hombre quien ahora la odiaba.

Con movimientos lentos ella se levantó de su cama y se puso encima su bata de dormir. La única consolación en todo esto fue el hecho que al menos conseguiría vivir en su amado Stannage Park.

Aunque ya no le parecía tan precioso.

* *

La boda fue una agonía.

Henry había pensado que una ceremonia pequeña costaría menos esfuerzo, pero descubrió que era más duro mantener una fachada alegre delante de una docena de buenos amigos de lo que habría sido enfrente de trescientos conocidos.

Henry puso su granito de arena, dijo, -" Lo haré," cuando su único pensamiento a toda hora, era.

– ¿Por qué lo hacia él?

Pero a ese entonces ella se armó de arrojo para preguntarle, cuando el sacerdote le decía a Dunford que él podría besar a su prometida. Henry apenas tuvo tiempo de voltear la cabeza antes de sus labios descendieran encima de ella en un beso desapasionado.

– ¿"Por qué"? Ella susurró en contra de su boca. -¿"Por qué"?

Si él la oyó, no contestó. Todo lo que él hizo fue agarrar su mano y prácticamente arrastrarla de regreso arriba del pasillo de la iglesia.

Henry esperó que sus amigos no la vieran tropezar cuando intento caminar al ritmo de su nuevo marido.

* *

Al llegar la noche Henry se encontró en el umbral de Stannage Park, con un anillo de oro junto a su anillo de compromiso en su dedo izquierdo. Ninguno de los sirvientes estaba fuera para saludarlos; Eso era por que pasaba de las once, así que pensó que todos ellos deben estar en la cama.

Además, ella había escrito que llegarían al día siguiente. Ella nunca pensó que Dunford insistiría en salir para Cornualles directamente después de su boda. Se habían quedado en su recepción solo treinta minutos antes de que le apremiaran a salir por un carruaje que los esperaba.

Su paseo a través de Inglaterra había sido silencioso e incómodo. Dunford había traído un libro leyó todo el tiempo ignorándola a ella totalmente. Para cuando arribaron a la posada la misma que visitaron en su anterior viaje sus nervios estaban completamente alterados. Ella había pasado el día entero temiendo esa noche. -¿Qué sería estar con él ahora que estaba tan molesto con ella? No podría soportar enterarse. -

Y en ese momento él la había aturdido totalmente llevándola a un pasillo aparcándola de los demás viajeros y diciéndole, -" Pienso que la noche de nuestra boda debe ser en nuestra casa en Stannage Park. Me parece lo correcto…, ¿ que piensas al respecto"?-

Ella había asentido con la cabeza agradecidamente y había huido del pasillo.

Pero ahora ella estaba aquí, y él exigiría su noche de boda. El fuego en sus ojos era prueba de sus intenciones.

Ella se quedó con la mirada fija sobre los jardines del frente. No podía ver nada desde la puerta, pero Henry conocía cada pulgada del paisaje así que pudo imaginar hasta la última rama del árbol. Ella podra sentir Dunford observándola cuando observó al viento mover las ramas de los árboles y hacer temblar las hojas.

– ¿"Es bueno estar de vuelta aquí, Henry"?

Ella asintió con la cabeza sacudiéndola, faltándole el coraje para afrontarle.

– " Pensé que," él masculló.

Ella dio media vuelta. -¿"Tú estás feliz de estar de regreso?

Hubo una larga pausa antes de que él le contestase, -"no lo sé aún".- Y en ese entonces él añadió más concisamente, -"vienes adentro, Henry".-

Ella se puso rígida por su tono pero camino dentro de la casa no obstante.

Dunford iluminó varias velas delgadas en un candelabro. -" Es hora de ir arriba".

Henry volvió la mirada atrás por la puerta abierta al carruaje todavía lleno de equipaje, busco una excusa tratando de retrasar lo inevitable. " Mis cosas…"

– " Los lacayos los subirán en la mañana. Es hora de ir a la cama ".

Ella tragó y asintió con la cabeza, temiendo lo que estaba por venir. Ansió la cercanía que habían compartido en Westonbirt, el sentimiento que abarca todo el amor y la satisfacción que tenía, cuando estaba en sus brazos. Pero eso había sido una mentira. Tuvo que haber sido una mentira, o él no habría necesitado una noche de pasión adicional en la cama de su amante.

Henry subió por las escaleras, camino a su viejo dormitorio.

– "No". Las manos de Dunford cayeron sobre sus hombros. -" Envié instrucciones para que tus pertenencias vaya a mi dormitorio".

Ella pasó rápidamente a su alrededor. -"No tenías derecho".-

– " Estaba en mi derecho," él ladro arrastrándola a su dormitorio. -" Todavía tengo todos los derechos". Él hizo una pausa, entonces continuó en un tono más suave, como si percatándose que había sobre reaccionado. -"A esta hora que pensé tu estarías a favor de esa idea".

– " Podría irme a mi cuarto," ella ofreció, algo esperanzada. -"Si tú no me quiere aquí, no necesito quedarme".

Él dejó salir una risa lastimera. -" Oh, te quiero a ti, Henry. Siempre te he querido. Me mata cuánto te quiero ".

Las lágrimas reunidas de tantos días salieron de sus ojos. -" No debería ser así, Dunford".

Él clavó los ojos en ella por varios momentos, sus ojos se llenaron con una gran herida, furia e incredulidad. En ese entonces él dio media vuelta y cerro la puerta. -Prepárate en veinte minutos, – él dijo lacónicamente. No volvió la mirada atrás.

Capítulo 23

Los dedos de Henry cimbraron cuando se quito su vestido de boda. Belle y Emma habían contribuido para su ajuar, y como consecuencia ella ahora tenía una maleta de mano llena de vaporoso y sensuales camisones. Todos ellos parecieron vagamente indecentes para una joven que nunca había llevado puesta cualquier cosa antes aparte de algodón grueso, blanco a la cama, pero en cierta forma sentía que debía llevarlos puestos ahora que estaba casada, deslizó uno de ellos sobre su cabeza.

Ella recorrió la mirada abajo a su cuerpo, se quedó sin aliento, y se metió a la cama. La seda rosada pálida no disimulaba para esconder los contornos de su cuerpo o el oscuro color rosa de sus pezones. Henry rápidamente levantó las sabanas y se cubrió hasta la barbilla.

Cuando Dunford regresó él estaba vestido sólo una bata verde oscura que caía a sus rodillas. Henry tragó y apartó la mirada.

– ¿"Por qué Hen tan nerviosa,"? Él preguntó rotundamente. " No es como si no hemos hecho esto antes".

– " Fue diferente entonces".

– ¿"Por qué"? Dunford la miró fijamente, sus pensamientos corriendo a velocidad en la más deprimente de las direcciones. ¿Fue diferente eso porque ella ya no tenía que disimular que le amaba? Stannage Park era ahora de ella; Probablemente intentaba pensar en como alejarlo a él fuera de la hacienda lo más pronto posible.

Ella guardó silencio un minuto completo antes de decir finalmente, -" no sé".-

Él la estudio, vio insinceridad en sus ojos, y sintió la cólera aumentando dentro de él. -"Bien, no me importa," él gruñó. " No me importa si es diferente "-. Él arrancó de un tirón su bata y se movió encima de la cama con gracia felina. Revoloteó por encima de ella en sus manos y rodillas, vigilando sus ojos con aprensión.

– " Te puedo hacer desearme," – él susurró. -" Sé que puedo hacer eso. Él se deslizó hasta que yaciese sobre su lado, todavía cubierta de las sabanas debajo de las cuales ella había hecho una madriguera. Una de sus manos se arrastró fuera detrás de su cuello, jalándola hacia él.

Henry sintió su aliento caliente antes de que sus labios tocaran los de ella. Como él persuadió con ruegos fue su respuesta, ella salvajemente intentó entender su comportamiento. Él ciertamente parecía como si la quisiera.