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Los pensamientos de cólera y venganza se zafaron de su mente cuando la miró perdidamente, hacia profundos ojos, grises. Él podía sentir sólo amor, recuerdo sólo la risa y la intimidad que habían compartido. Él besó sus labios y recordó la primera vez que había visto su sonrisa la sonrisa abierta tan sincera, y descarada. Él corrió sus manos a lo largo de sus brazos flexibles y recordó cuando ella tercamente levanto las rocas para construir la porqueriza y como él se sentó a observarla.

Esa era Henry, y él la amó. Él no podía ayudarse a sí mismo.

– "Dime que te falta, Henry," él susurro.

Ella clavó los ojos en él ciegamente, incapaz para formar palabras.

– ¿"Quieres esto"? Él rodó su pezón entre su pulgar y el dedo medio, observándolo endurecerse.

Con una boqueada constreñida, ella asintió con la cabeza.

– ¿"Quieres esto"? Él se apoyó abajo y con su boca empezó a lamer su seno para darle placer.

– "Oh, Dios mío," ella gimió. "Oh, Válgame Dios".

– ¿"Deseas esto"? Él amablemente la colocó sobre ella acomodado de atrás y mano en cada uno de sus muslos. Él lentamente los movió a un lado, no responsabilizándose por resistencia. Con una sonrisa endiosada, él se inclinó hacia adelante y la besó suavemente en la boca como sus dedos cosquilleados los pliegues calientes de su feminidad.

Su corazón latiendo fuertemente fue suficiente respuesta.

Él sonrió diabólicamente. -"¿ Dime, bribona quieres esto"? Él besó dejando un rastro fogoso a través del valle entre sus pechos, a lo largo de su estomago por su vientre plano hasta que su boca chocó con sus dedos.

– "Oh, Dunford," – Henry se quedó sin aliento. – "Oh, Mi Dios".

Él pudo haber pasado horas amándola de esa manera. Ella era mujer dulce misteriosa y pura. Pero él podría sentir como su deseo avanza llevándola al clímax, y él quiso estarle unido a ella cuando llegase. Él necesitó sentir su cuerpo unido herméticamente alrededor de ella.

Él se deslizó a sí mismo arriba a lo largo de la longitud suya hasta que estuvieron cara a cara otra vez. -¿"Me quieres dentro, Henry"? Él susurró. -" No haré esto a menos que tú lo desees.

Henry lo busco con la pasión nublándole sus ojos. -" Si Dunford. ".-

Él casi no se estremeció de alivio, no sabiendo cómo habría podido conservar su palabra si ella le hubiera rehusado. Estaba pesado, y duro, su cuerpo lloraba por una liberación. Él empujó hacia arriba, entrando en ella ligeramente. Ella estaba caliente y mojada, pero su cuerpo estaba apretado con inexperiencia, y él tuvo que obligarse a ir lentamente.

Pero Henry no sentía eso. Ella estaba esforzándose en contra de él, arqueando sus caderas para recibir su longitud entera. Eso hizo que Dunford se empujara más completamente a sí mismo para estar dentro de ella.

Fue como volver a casa, y él se levantó en sus codos para poderla ver. Repentinamente él no podía recordar por qué estaba tan enojado con ella. La miró y todo lo que él podría ver era su cara riéndose, sonriendo abiertamente, su boca estremeciéndose por afición por un bebé que, murió en la casa abandonada.

– "Henry," – él gimió. Le amó. Empujó hacia adelante otra vez, absorbiéndose en un ritmo primitivo. La amó. Se movió. La amó. Él besó su frente en un intento desesperado para mover alguna vez más cerca a para su alma.

Él la amó.

Podría sentir como se movía debajo de él. Ella comenzó a gemir roncamente sin liberar sonido hasta.Que gimió su nombre, con toda su energía en esa sola palabra.

La sensación de oír gemir su nombre lo empujó al borde. -¡" Oh, Dios Mío, Henry!" Él gritó, incapaz para controlar sus pensamientos, sus acciones, o sus palabras. -¡" Te amo! -

Henry tuvo mil pensamientos a través de su mente en el espacio de un segundo.

Él dijo que la amaba.

Ella le podía ver en la casa de modas, amablemente insistir para que ella vaya por un vestido para una hermana inexistente.

¿La podía amar de verdad?

Ella le recordó en Londres, vencido por los celos porque había paseado con Ned Blydon.

¿La podía amar y todavía podría necesitar a otras mujeres?

Ella vio su cara, se llenó de ternura intensa cuando él le pregunto si lo deseaba. – No haré esto a menos que tú lo desees. - Él le había dicho.

– ¿Podrían ser esas posiblemente las palabras de un hombre que no la amara? -

Él la amaba. Ella ya no dudó de eso. La amaba, pero ella todavía no era lo suficientemente mujer para él. Válgame Dios, esto era más doloroso que pensar que él no la amaba del todo.

– ¿"Henry"?-. La voz de Dunford fue ronca, todavía cruda por la pasión gastada.

Ella tocó su mejilla. -" Te creo," – ella dijo suavemente.

Él parpadeó. -¿"Qué crees? -

– "A ti"-. Una lágrima fluyó de sus ojos y se deslizó abajo de su cara para desaparecer en las almohadas. -" Creo que me amas”.

Él clavó los ojos en ella, atónito. ¿Ella le creyó? ¿Qué diablos quiso decir eso?

Ella había volteado su cabeza para no mirarlo a la cara. – " Ojala…" – Ella comenzó.

– ¿"Qué deseas, Henry"?- Dunford preguntó. Su corazón cayó pesadamente en su pecho, en cierta forma reconociendo que su destino se mantuvo firme.

– " Ojala… ojala pudiera…" – Ella se atragantó con sus palabras, queriendo decir, -" Deseo que pudiese ser la mujer que tú necesitas," pero incapaz de admitir sus defectos en una posición tan vulnerable.

No tenía importancia, de cualquier manera. Dunford nunca habría oído su frase completada, pues él estuvo ya en sus pies y camino hacia la puerta, oyendo mal lo que ella dijo, -" Deseo poderte amar, también".-

* *

Henry se despertó la siguiente mañana con un terrible dolor en su cara. Sus ojos le dolieron, probablemente por pasar una noche llorando. Ella se tambaleó encima para el palanganero y salpicó algo de agua en su cara, pero hizo poco para aliviar su dolor.

En cierta forma ella había logrado arruinar su noche de boda. Supuso que no debería estar sorprendida. Algunas mujeres nacieron sabiendo las gracias femeniles, y ahora ella aceptó que no era uno de ellas. Había sido estúpida por intentarlo. Pensó tristemente acerca de Belle, quién siempre pareció saber qué decir y cómo vestirse. Pero se volvió más profundo que eso. Belle tenía algún sentido innato de la feminidad que, de cualquier forma intento duramente enseñar a Henry. Oh, Belle le había dicho a Henry que había progresado a grandes pasos, pero Henry supo que Belle simplemente tenía demasiado buen corazón para decir cualquier otra cosa.

Henry caminó lentamente para el vestidor que conectaba los dos dormitorios grandes.Que eran Carlyle y Viola ellos compartieron dormitorio por lo que uno de los cuartos era una sala de estar. Henry supuso que si no quería pasar todas las noches con Dunford tendría que poner otra cama en la sala de estar que ahora era su cuarto.

Suspiró, pensando cuantas noches faltaran para se odiasen ella y su marido.

Entró en el vestidor, reparando en que alguien ya había desempacado los vestidos que ella había traído de Londres. Supuso que ella tendría que contratar a una doncella ahora; Muchos de los vestidos eran imposibles de ponérselos sin asistencia.

Empujó después de los vestidos para encontrar un motón pequeño de ropa de hombres que había estado pulcramente doblada y colocada en un estante. Ella tomó con rapidez unos pantalones bombachos. Demasiado pequeño para Dunford, deben ser uno de los pares que ella había dejado.

Henry manoseó los pantalones, entonces miró hacia arriba anhelosamente en sus vestidos nuevos. Eran preciosos cada sombra del arco iris y modelado de los materiales más suaves imaginables. Todavía, habían estado hechos para la mujer que había esperado ser, no lo la mujer que era.