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Sus labios se retorcieron. – ¿ "Tan ansiosa estas por librarte de mí, Hen"?

– "No," ella dijo rápidamente. -" Aunque más bien pensaba tú no quería permanecer demasiado tiempo conmigo. Soy perfectamente feliz de que te quedes ". Y en ese entonces agregó, por culpa de su orgullo, "Tú no interrumpirás mi rutina".-

– " Ah, sí, claro que no. Soy un tipo bastante agradable. Casi se me había olvidado de eso".

Henry se encogió de miedo por la amargura encerrada en sus palabras. -" No quería ir a Londres e interrumpir tu rutina, el cielo prohíba que te separe de tu vida social". ella le respondió

Él clavó los ojos en ella inexpresivamente. -" No tengo idea acerca de que estas hablando".

– "Eso es porque soy muy educada para discutirlo," ella masculló, casi deseando que él discutiese sobre su amante. " O piensas que no soy muy educada ".

Él estuvo parado. -" He viajado todo el día, y estoy muy cansado para desperdiciar mi energía tratando de resolver tus pequeños acertijos. Si tú me disculpas me voy a cenar. Únete a mí si gustas ". -Él se fue de pronto.

Henry ahora sabia bastante acerca de las costumbres de la sociedad para saber que él acababa de ser terriblemente grosero con ella. Y conocía bastante acerca de él para saber que lo había hecho a propósito. Ella se paro con rabia y fue tras él, dobló hacia las escaleras, huyo rápidamente, y gritó, -¡" No tengo hambre!

En ese entonces ella corrió subiendo las escaleras para su cuarto, ignorando los estruendos de su estómago.

* *

La cena supo como aserrín. Dunford se quedó con la mirada fija directamente en la comida, ignorando a los sirvientes cuando le hicieron señales por el puesto vacío y sirvieron la mesa para una sola persona en frente, obviamente preguntándose si deberían quitar el puesto de la señora.

Él terminó su comida en diez minutos, comiendo lo primero que vio e ignorando el resto. Fue un sentimiento terrible, viendo el sitio donde Henry debería haber estado, sintiendo la hostilidad de los sirvientes, quienes estaban pendientes de la pelea.

Con un empujón de su silla, se levantó y se retiró para su estudio, donde él se sirvió un vaso de whisky. Y otro. Y otro. No lo suficiente como para ponerse borracho, justo la adecuada cantidad para apaciguarse. Y lo suficiente como para pasar el rato hasta estar seguro que Henry se había quedado dormida.

Él se abrió paso hasta su dormitorio, caminado suavemente. ¿Qué él iba a hacer con su esposa? Dios mío, que desastre. Él la amaba pero no quería amarla. Quiso odiarla pero no podía a pesar de su falta de amor por él, ella era todavía la mujer que lo impresiono cuando se conocieron, y nadie podría encontrar un defecto en su amor y su devoción por su tierra. Él la quería y se despreciaba a sí mismo por su debilidad. – ¿Y que diablos estaba pensando ella? -

Además del hecho que ella no le amaba. Eso estaba muy claro.

– Ojalá pudiera... Deseo que le pudiese amar.

Bien, usted no le podría echar la culpa a la chica por no intentarlo.

Él revolvió la manija de la puerta y se encontró de pronto en el cuarto. Sus ojos cayeron sobre la cama. ¡Henry!

Él recobró su aliento. ¿Le había esperado? ¿Queria decir esto que ella quería estar con él?

No, él pensó perversamente, no había una cama en el otro dormitorio.

Ella descansaba allí, dormida, su pecho moviéndose suavemente al ritmo de su reparación. La luna llena, entro por la ventana abierta y la ilumino. Ella se veía perfecta era todo lo que él desea en una mujer. Él se hundió abajo en un gran sillón confortable, sus ojos nunca dejaron a la persona que dormía en la cama.

Por ahora esto sería suficiente. Simplemente observarla como ella dormía.

* *

Henry se despertó a la mañana siguiente. Había dormido desacostumbradamente bien, una sorpresa considerando el estrés de la noche anterior.

Ella bostezó, se desperezó, y se puso derecha. Y en ese entonces le vio. Él se había quedado dormido en el sillón grande de su cuarto. Estaba completamente vestido y terriblemente incómodo. ¿Por qué él durmió ahí? ¿Pensó él que ella no querría recibirle en la cama? ¿O ella le repugnaba tanto que no podía dormir con ella en la misma cama?.

Con un suspiro silencioso, ella salió a hurtadillas de la cama y logró llegar por medio de astucia al vestidor. Ella se puso encima sus pantalones, su camisa y avanzo sigilosamente de vuelta al dormitorio.

Dunford no se había movido. Su pelo oscuro estaba todavía en sus ojos, sus labios se vieron igual de besables, y su cuerpo musculoso estaba todavía alojado torpemente en el sillón.

Henry no lo podría soportar. No le importó que él la hubiera dejado el día después de que habían regresado a Cornualles. No le importó que hubiese sido increíble grosero con ella la noche anterior. Aun no le importó que él no desease que lo suficiente como para tener una amante.

El único pensamiento en su corazón fue que ella todavía le amaba a pesar de todo eso, y no podría soportar verle tan incómodo. Pisó suavemente donde él estaba, puso sus manos debajo de sus brazos, y tiró fuertemente. -"Levántate, Dunford," – ella se quejó, tratando difícilmente de no botarlo a sus pies.

Sus ojos se abrieron todavía con sueño. – ¿"Hen"?-

– "Es hora de dormir, Dunford".

Él sonrió abiertamente con descuido. – ¿"Vienes"?-

Su corazón latió fuertemente. -" Yo… Ah… No, Dunford, yo estoy ya vestida. Yo… Ah… Tenga tareas para hacer. Sí, tareas ".- Sigue hablando, Hen, no sea que te tiente y te metas en la cama con él.

Él se vio completamente alicaído, y se inclinó hacia adelante ebriamente. -¿"Te puedo besar?

Henry tragó, él no estaba completamente despierto. La había besado una vez antes medio dormido-; ¿ Qué daño le podría hacer besarlo una vez más?. -Y ella lo quería tanto… Estaba mal desearlo tanto.

Ella se apoyó arriba y rozó sus labios contra lo de él. Le oyó gemir, entonces sintió sus brazos alrededor de ella, sus manos buscando sus nalgas.

– "Oh, bribona," – él gimió. Si él estaba todavía dormido, ella pensó, al menos él estaba con la persona correcta esta vez. Al menos la quería. Ahora mismo, al menos, él la deseaba. Sólo a ella.

Ella se acerco y lo beso. Se vinieron abajo encima de la cama, sus brazos y piernas enredándose en el camino hacia abajo, medianamente arrancándose de un tirón las ropas mutuamente. Él la besó desesperadamente, saboreando su piel como un hombre muerto de hambre. Ella fue igual de frenética, abrigando sus piernas alrededor de él, intentando aproximarse más cerca y más cerca a ella directamente donde podían ser una sola persona.

Antes de que ella se diese cuenta, él estaba dentro de ella, y sintió como si el cielo mismo había descendido en su dormitorio y los había envuelto adentro en un abrazo perfecto.

– "Oh, Dunford, yo te amo a ti, yo te amo, yo te amo. – Las palabras volaron directamente de su corazón a su boca, sin importar su condenado orgullo. A ella ya no le importó si no era suficiente mujer para él. Ella le amó, y él la amó a su manera y tenía que hacer cualquier cosa, para mantenerle a su lado. Se tragaría su orgullo, se humillaría cualquier cosa para evitar la dolorosa soledad del mes anterior.

Él no pareció haberla oído, tan concentrado en sus necesidades físicas. Él se zambulló en ella, sus gemidos salieron su boca con cada empuje. Henry no podría distinguir si su cara era de agonía o éxtasis, quizá era una mezcla de ambos. Finalmente, sus músculos comenzaron a estremecerse a su alrededor, él estaba aturdido, grito su nombre y vertió su semilla en ella.

El aliento de Henry se detuvo estaba estupefacta por el poder de su liberación. Le dio la bienvenida al peso de Dunford cuando se derrumbado sobre ella, saboreando la dificultad de los movimientos acompañados de una respiración lastimera. Pasaron varios minutos, silenciosos y contentos, hasta que Dunford gimió y cayó acomodándose junto a ella.