Estuvieron cara a cara uno frente al otro, y Henry no podría apartar la vista de él cuando se inclino hacia adelante como si le fuera a besar.
– ¿"Dijiste que me amabas? – Él susurró.
Henry no dijo nada, sintiéndose completamente atrapada.
Su mano agarró firmemente su cadera. -¿"Lo hiciste"?-
Ella intentó decir que sí, ella intentó decir que no, pero tampoco salió ninguna palabra de su boca. Atragantándose con sus palabras, ella lo empujo para librarse de su agarre y salio fuera de la cama.
– "Henry".- Su voz estaba baja pero exigía una respuesta.
– ¡" No te puedo amar!" – Ella gritó, metiendo sus brazos a la fuerza en la camisa que ella recientemente se había quitado.
Antes de que Dunford clavara los ojos en ella en estado de choque por varios segundos finalmente diciendo, -¿ "por que"?-
En ese momento ella se colocaba los pantalones. -"Tu necesitas más de lo que te puedo dar," ella dijo, quedándose sin aliento a punto de llorar. -"Y por eso, tú nunca puedes ser lo que necesito".-
El corazón de Dunford se rompió examinó rápidamente su primera frase y enfocó sólo su atención a la segundo. Su expresión se volvió como granito, empezó a buscar debajo de la cama su ropa. -"Muy bien entonces," él dijo tratando de no mostrar emoción en su voz. " Saldré con destino a Londres a toda prisa. Esta tarde, si puedo ".-
Henry tragó convulsivamente.
– ¿"Es bastante pronto para ti"?
– ¿tú tú tú te vas? Ella preguntó, con voz apagada.
– ¿"No es que lo que quieres"?- Él gruño, saliendo fuera de la cama dirigiéndose hacia ella como un dios peligroso, y desnudo -. ¿"No es eso"?
Ella negó con la cabeza. Fue un movimiento diminuto, pero él lo percibió. ¿"Entonces qué diablos quieres? Él chasqueó. ¿"Lo sabes?
Ella clavó los ojos en él silenciosamente.
Dunford dijo cruelmente. -" He tenido bastante de tus pequeños juegos, Henry. Cuando tú te decidas que deseas hacer con nuestro matrimonio simplemente me escribes una carta. Estaré en Londres, donde mis conocidos no intentan desgarrar mi alma y hacerla trizas ".-
Henry no sintió la furia originándose dentro suyo. Cayó sobre ella sin percatarse de lo que ocurría, en ese instante gritaba con toda la furia que se había acumulado semanas antes. -¡" Vete entonces! ¡Vete! ¡Vete a Londres y quédate con tus mujeres! ¡Vete y acuéstese con Christine "!-
Dunford estaba completamente sorprendido todavía pálido. – "¿Que estas diciendo,"? -él susurró.
– " Sé que tú todavía mantienes a una amante," – ella se atragantó. -" Sé que tú te acostaste con ella, mientras estábamos comprometidos, aún cuando me profesaste tu amor . Tu me dijiste que jugabas a las cartas con amigos esa noche, ya que no los verías en mucho tiempo cuando nos casáramos. Pero te seguí. Te vi. Dunford. ¡ Te vi"!-
Él camino un paso hacia ella, con su ropa deslizándose por sus dedos. -"Ha habido un terrible error".-
– "Sí, aquí esta," – ella dijo, con su cuerpo entero agitándose con emoción. -" Estaba equivocada para pensar que alguna vez podría ser bastante mujer para complacerle, estaba equivoca en pensar que alguna vez podría aprender la manera para que estés solo conmigo ".-
– "Henry," – él susurró desesperadamente, -" No quiero estar con ninguna otra mujer solo contigo".-
– ¡" No me mientas!" – Ella gritó. – " No me importa lo que tú me digas, con tal de que no me mientas. No te puedo complacer. Intenté tan duro. Intenté aprender las reglas, hasta me puse vestidos, aunque me gustó llevarlos puestos, todavía no fue suficiente. No lo puedo hacer. Sé que no puedo, pero yo – Oh, Dios mío ".- Ella se sentó en una silla, desesperado por la fuerza de sus lágrimas. Su cuerpo entero tembló de sollozos, y se agarró firmemente a sí misma, intentado no colapsar anímicamente. -"Todo lo que quise ser es se la única en tu vida," – ella se quedó sin aliento. "Eso es todo".-
Dunford se arrodilló enfrente de ella, tomó ambos de sus manos en la de él, y las alzó para sus labios en un beso reverente. -" Henry, bribona, mi amor, tú eres todo lo que quiero. Todo lo que quiero. No he mirado a otra mujer desde que te conocí ".-
Ella lo contempló a él, sus lágrimas fluyendo de sus ojos.
– "No sé lo que tú viste en Londres," – él continuó. -" Sólo puedo deducir que fue la noche que le dije a Christine, que necesitaría encontrar otro protector ".-
– "Tú te quedaste mucho tiempo".-
– "Henry, no te traicioné".- Sus manos apretadas alrededor de la de ella. -" Tú me debes creer. Te amo ".-
Ella miró perdidamente hacia esos ojos café líquidos y sintió a su mundo caer con estrépito alrededor de ella. – "Oh, Dios mío," – ella susurró una gran sacudida apretando su corazón. Ella se puso de pie temblando. -" Oh, Dios Mío. ¿Qué he hecho? ¿Qué he hecho "?-
Dunford miro las lagrimas en su cara, mientras la afrontaba. -¿"Henry"?- Él dijo con vacilación.
– ¿"Qué he hecho?. – Su voz se robusteció progresivamente. -"Oh, Mi Dios".- Y en ese entonces ella se escapó del cuarto.
Dunford, desafortunadamente, estaba demasiado desnudo para seguirla.
Henry bajó corriendo las escaleras hacia el jardín y de ahí por el pretorio a la niebla. Se mantuvo caminando hasta que se encontró rodeada de árboles, hasta que estaba segura que ni un alma la podría oír.
Y en ese entonces ella lloró.
Se hundió en la tierra húmeda y sollozó. Había tenido la oportunidad de tener la alegría más pura en tierra, y ella la había arruinado con mentiras y desconfianza. Él nunca la perdonaría. -¿Cómo podría perdonarla, cuándo ella no podía? -
Cuatro horas más tarde Dunford estaba listo a arañar la pintura de las paredes con sus uñas. – ¿ Dónde podría estar ella?
Él no había considerado mandar fuera a un grupo de rescate; Henry conocía la tierra mejor que nadie. Era improbable que ella hubiera tenido un accidente, pero comenzaba a llover, y ella había estado tan perturbada.
Media hora. Él le daría a ella la media hora más.
Su corazón se retorció cuando recordó la expresión angustiada en su cara en la mañana. Nunca él vio una mirada de puro dolor a menos que, por supuesto, que contara las veces que él se había mirado al espejo el mes pasado.
Repentinamente él no tuvo ni idea por qué su matrimonio tenia tantos problemas. Él la amaba, y por lo que percibía aparente ella le correspondía.
Pero hubo tantas preguntas sin responder. Y la única persona que las podría contestar no se encontraba en ninguna parte.
Henry tropezó en la casa con estupor. Apenas sintió la lluvia recorrer su cuerpo. Miró al frente, repitiendo para sí misma, -" Le debo hacer entender. Debo hacerlo ".-
Ella se había sentado a la base de un árbol por horas, sollozando hasta que sus lágrimas se acabaron. Y entonces, cuando su respiración se había aquietado, se preguntó si quizá no merecía una segunda probabilidad. Las personas tuvieron permiso de aprender de sus propios errores y seguir adelante, -¿Por qué no ellos? -
Y, sobre todo, ella le debía a su marido la verdad.
Cuando ella alcanzó el vestíbulo de Stannage Park, y quiso abrir la puerta esta se abrió antes de que pudiera tomar la manija.
Dunford apareció.
Él parecía contrariado, ligeramente desarreglado, dios. Sus cejas eran una línea firme, de color negro que ensombrecían su rostro, una vena palpitaba rápidamente por su cuello, y… su camisa no estaba abotonada correctamente.