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Leta maldijo al enterarse de que Dolor había encontrado un donante de cuerpo. La mayoría de la gente tendía a echar marcha atrás para evitar ser asesinada de ahí que un Dios pudiera usar sus cuerpos para asesinar a sus enemigos. Aparentemente no eran tan afortunados esta vez.

– ¿Quién era el sacrificio?

Él sacudió con fuerza la barbilla hacia Aidan.

– Su sobrino. Donnie le dio al chico para que el fantasma proveyera un cuerpo para el uso de Dolor.

Aidan se quedó frío de repente con las noticias.

– ¡De ninguna manera!

– Si quieres que el dios Dolor haga su oferta, tienes que pagar un alto precio por ello. Sangre y Hueso, amigo mío. Sangre y Hueso.

Eso dejó tambaleando los sentidos de Aidan. Sabía que su hermano le odiaba, pero no tanto… Seguro por Dios, Donnie no podía haber matado a su propio hijo para vengarse de él.

¿Verdad?

No, no era posible.

– No pudo haber hecho algo así.

Pero por la luz en los ojos de Deimos, sabía la verdad que sólo quería negar.

– Hablas sobre un hombre que se dispuso a arrastrar a la ruina al hermano excesivamente amoroso que le dio a su jodido culo un camino fácil. ¿Por qué crees que esto está más allá de él?

Porque Aidan recordó cuando ambos eran niños. Recordaba la risa que habían compartido. Los tiempos difíciles, habían sido un frente único en contra de un mundo que estaba afuera para derrotarlos totalmente. Sin Donnie, no habría superado la muerte de sus padres. No habría tenido la confianza para salir y hacerlo por su cuenta.

¿Cómo era posible que ese chico que solía reírse con él se hubiera convertido en el tipo de monstruo que podía matar a su propio hijo?

– No puedo creerlo. Sólo no puedo. ¿Cómo pueden hacer esto los celos? ¿Cómo? No pueden envenenar a alguien hasta este extremo, ¿verdad? Quiero decir, realmente…

Deimos lo miró compasivo, pero no había alivio o confort en esa mirada fija. Ninguna pacífica comprensión para algo tan parecido a la brutal realidad.

– Puede y lo hacen. Créeme. He visto a muchos peores que éste en mí más o menos billón de años de existencia, que el primer asesinato cometido por el hombre fuese el de un hermano contra el otro por ninguna otra razón más que la mezquina emoción. Los celos recurren al odio que luego empieza a envenenar. Se infecta y destruye hasta que se come a alguien vivo. Tu hermano estaba tan enfadado porque hiciste algo de tu vida, porque tenías fans que harían cualquier cosa por ti. Él no podía tenerlo; no podía entender por qué tenías algo como eso mientras que él no. Su única meta ha sido la de hundirte y volver a ponerte de nuevo donde perteneces… debajo de él. Si no puede conseguirlo, entonces maldición si lo harás tú.

Todavía no tenía sentido para él que Donnie sintiera algo como eso por él.

– Pero nunca dejé que la fama me ganara. Nunca he cambiado. Siempre he recordado quién soy y de dónde procedo.

– Sip, -dijo Deimos-. ¿Y te acuerdas de la vieja canción de Joe Walsh, Been Life Good?

– ¿Qué pasa con ello?

– Todo el mundo es tan diferente, yo no he cambiado.

Aidan se quedó en silencio mientras las palabras hacían eco en su cabeza. No había pensado en esa canción en años, pero Deimos tenía razón. Él seguía siendo el mismo muchacho que prefería correr descalzo en verano porque necesitaban conservar los zapatos para ir a la escuela. Todavía decía "por favor" y “gracias” a todo el mundo a su alrededor, independientemente de quienes fueran.

Pero Donnie… no era el hombre que había sido una vez. Al minuto en que Aidan le había dado a probar el sabor de la riqueza, había empezado a tratar a las personas como si estuvieran por debajo de él. Como si fuera incluso mejor aunque no había sido el que la había ganado.

Y Donnie no era el único que había cambiado. Tantas personas entrado y salido por la vida de Aidan. Esos que habían tenido poca utilidad para él cuando había sido un actor muerto de hambre tratando de conseguir un descanso, se había convertido en el colega de todos en el momento en que había empezado a obtener papeles de su elección. De repente era importante y las personas querían ponerse en contacto con él. Pero Aidan todavía se sentía como el joven actor que había sido dejado fuera de populares pubs nocturnos porque no lo apreciaban. El mismo actor que otros habían tildado de insignificante.

Y entonces allí había estado Heather…

Demonios, el viejo Joe había sido un profeta con esa canción. Le hacía preguntarse quién había jodido al cantautor con el fin de haber podido expresarlo tan elocuentemente.

Deimos dio un paso adelante.

– Tenemos que conseguir despertaros a los dos. Dolor va de camino hacia tu casa para machacaros a los dos mientras estáis inconscientes.

Leta maldijo.

– Estamos durmiendo como patos.

Deimos asintió.

– Es un buen plan para acabar con él.

Sí, lo era. Aidan miró a Leta antes de preguntarle a Deimos.

– ¿Puedes despertarnos?

– No lo sé. Pero habrá que intentarlo. -El dios se desvaneció.

Aidan se volvió hacia Leta que le observaba cuidadosamente. Tenía una mancha roja en la cara del golpe que le había dado uno de los otros dioses. Estaba despeinada y sus pálidos ojos llenos de admiración. Esa apariencia lo desgarró a través y hizo que se doliera.

Le tendió la mano.

Su tierna caricia lo dejó en llamas mientras ella envolvía sus dedos alrededor de los de él. Su pene se endureció instantáneamente, haciéndole desear que tuvieran un momento a solas. No podía creer que se hubiera infiltrado en su vida tan fácilmente, pero estaba contento de que lo hubiera hecho.

– Si acabo muerto esta noche, sólo quiero darte las gracias.

Ella le dedicó una mirada traviesa.

– ¿Por qué?

– Por llamar a mi puerta y meterte a la fuerza en mi vida.

Ella le sonrió.

– No hay problema. Sólo siento no haber hecho un mejor trabajo salvándote.

Esas palabras eran una sinfonía para sus oídos.

– Sabes, en una forma extraña, creo que lo hiciste.

– ¿Qué quieres decir?

Tiró de ella más cerca a fin de que pudiera sentir el calor de su cuerpo contra su piel. Esto le dejó los nervios de punta y recordándole exactamente lo que había traído ella a su vida.

– He estado dormido durante mucho tiempo. Viviendo en un lugar vacío. Ahora no me siento tan vacío. Hay algo más.

– ¿Algo más?

Él asintió, envolviendo con sus brazos alrededor de ella.

– Eres tú. -Él tocó su corazón-. Me despertaste y siento de nuevo. Es realmente agradable, y si ésta es la última oportunidad, entonces tengo que decirlo, sólo pensé que deberías saberlo.

El corazón de Leta saltó por las palabras que sabía eran difíciles de pronunciar para él. Lo significaban todo para ella. Y se sentía de la misma forma.

– Después de que murió mi marido, nunca pensé que sería capaz de encariñarme de otra persona. Y entonces te encontré. No permitiré que ellos te tengan, Aidan. No lo permitiré.

Él le besó la mano antes de ahuecar su cara en las manos y depositar el más tierno de los besos en sus labios. Sus sentidos dieron vueltas. Si pudiera, se quedaría aquí con él. No había nada que quisiera más que el ser humana y quedarse a su lado.

Si sólo pudiera.

– ¿Leta? -Ella oyó la voz de Deimos como un débil susurro en la cabeza.

Un minuto más.

Pero no fue así. Sintió que algo tiraba de ella de regreso, alejándola de Aidan.

¡No!

Y aún así se sintió a sí misma deslizándose, cayendo por un oscuro túnel hasta que volvió otra vez a despertar en el plano humano. Tan atontada que apenas podía moverse, parpadeó abriendo los ojos para encontrarse a Deimos mirándola.

– ¿Aidan?

Él indicó la zona al lado de ella con un movimiento de su barbilla.

– No consigo despertarlo.

– ¿Dónde está Dolor?

Como si fuese en respuesta a su pregunta, oyó a alguien próximo a las escaleras.