Aidan maldijo. Con el corazón desolado, se apresuró hacia Donnie y lo agarró con una llave de cabeza. Miró a Leta en el suelo que parecía estar respirando más fácilmente que antes. Quería comprobarlo, pero sabía que era mejor que no lo intentara. Donnie no le permitiría acercarse a ella hasta que él no estuviera a cargo.
Aidan apretó su asidero en el cuello de Donnie.
– ¿Cómo pudiste matar a Ronald? ¡Era tu hijo!
– Puede haber sido de mi sangre, -dijo en tono abrasivo-, pero no era mi hijo. Te quería más que a mí. Siempre lo hizo. Mi casa no era tan chula como la del tío Aidan. Mi dinero no era tan bueno. Quería disculparse ante ti. Decirte cuan arrepentido estaba por todo lo que habíamos hecho. Dijo que no teníamos derecho a herirte, así que le dije a Dolor que se lo llevara y usara su cuerpo para llegar a ti.
Aidan se sentía enfermo con sus palabras. ¿Cómo podría haber sido su hermano reducido esto?
– Te quiero, Donnie. Habría hecho todo en este mundo por ti -Su puño se aflojó mientras intentaba estirarse a través del odio para encontrar al hermano que una vez había conocido y querido.
– Entonces muere -Donnie giró con una patada que aterrizó duramente en las costillas de Aidan.
Aidan gruñó mientras recuperaba el equilibrio.
Donnie sacó un cuchillo de su bolsillo y lo volteaba abriéndolo. Aidan le agarró la muñeca antes de que Donnie pudiera hundírselo. Abrió la mano de Donnie y envió el cuchillo volando antes de darle un revés a Donnie y patearlo.
Aidan se burló de él.
– Nunca en mi vida pensé que era mejor que tú hasta ahora. Yo nunca podría haber herido a mi familia del modo en que tú lo has hecho. La lealtad es todo para mí. Siempre lo ha sido y siempre lo será. Pero tú… tú no sabes como amar. Tus celos ni siquiera te dejarán reconocerlo cuando lo tengas. No puedo odiarte más, eres una excusa despreciable para un ser humano. Todo lo que puedo hacer es sentir compasión por ti.
Donnie chilló antes de correr hacia él.
Aidan lo agarró y lo arrojó al suelo.
– Eres patético.
Donnie se empujó hacia arriba.
– Tú eres el único patético. No tienes nada ahora.
– No es verdad. Tengo mi dignidad y a un millón de personas en el mundo que me quieren. La única cosa que tú tienes en tu vida es ira, amargura y una desconfianza que nunca vencerás. Todo lo que sabes hacer es envidiar a los demás. Nunca tendrás nada. Tu odio y avaricia no te lo permitirán.
Donnie se lanzó contra Aidan, pero antes de que lo pudiera alcanzar, Leta estaba allí entre ellos. Pateó a Donnie.
Aidan le besó la mano antes de dar un paso alrededor de ella.
– Gracias, Donnie, por permitirme reconocer y apreciar la amistad verdadera. Si no me hubieras atropellado, me habría casado con Heather y le hubiera permitido hacerme miserable durante el resto de mi vida, porque a diferencia de ti, no me alejo de las relaciones importantes. No les doy la espalda a las personas que amo. Infiernos, estuve a un paso de firmar mi propiedad entera sobre ella antes de casarnos. Más que eso, limpiaste mi jardín de todas las serpientes y me liberaste.
Miró a Leta y a Deimos.
– Ahora sé de quien puedo depender. Entiendo lo que es el amor verdadero y lo que significa poner a alguien más sobre mi propia pequeñez. Estoy agradecido a Dios de que seas tan despreciable y de que trataras de arruinarme, todo lo que hiciste hizo de mi vida un infierno mucho mejor. Gracias.
Donnie chilló y Aidan se rió.
En el momento en que lo hizo, Dolor alzó la mirada con un ceño.
Donnie hizo gestos al dios.
– ¡Mata al bastardo!
Aidan se reforzó para la pelea, pero no sintió que su ira se reavivara. Todo lo que sentía era compasión por el hermano que había permitido que sus celos insignificantes arruinaran su vida entera. Más que eso, los celos de Donnie le habían hecho matar a todas las personas que lo amaban.
El estómago se le retorció con el pensamiento de lo que Donnie se había hecho.
No había más dolor dentro de él ahora. Ninguna amargura ni odio. Aidan no sentía nada excepto gratitud por no ser Donnie. Más que eso, estaba agradecido de que Leta le hubiera impedido convertirse en una sombra de su hermano.
Dolor, quien miraba exactamente como Donnie había hecho cuando Aidan se fue de casa para buscar su fortuna, dio un paso hacia delante. Aidan quería llorar por el hecho de que su sobrino estuviera muerto. Pero no había lágrimas. Otra vez, era compasión lo que sentía por Donnie. Por primera vez desde que Donnie le había atacado, no quería venganza.
Lo había superado.
– No luchas contra mí -gruñó Dolor.
Aidan sacudió la cabeza lentamente.
– Lucharé sólo por lo que importa -Miró sobre el hombro a Leta-. Su seguridad.
La mirada de Dolor siguió la suya hasta que descansó en Leta. La rabia le oscureció la frente. Dio un paso hacia delante, luego se congeló.
Aidan frunció el entrecejo mientras veía la lucha del dios, como si se contuviera en el sitio por alguna fuerza invisible. Dolor se estiró hacia él, y entonces se rompió en un polvo reluciente que cayó al suelo donde brilló.
Echó una mirada alrededor del cuarto, esperando que el dios se rematerializara.
Dolor no lo hizo.
Confuso, Aidan giró hacia Leta.
– ¿Qué ha sucedido?
– Se ha ido -dijo Deimos, sacudiéndose las manos contra los pantalones-. Lo has derrotado.
– ¿Cómo?
Leta habló en un tono callado.
– El dolor está aquí,
– agudo y claro.
– Aún así, debe desvanecerse,
– Y un nuevo camino debe hacerél. -Ella dio un paso hacia delante-. Eso es lo que Lyssa trataba de decirnos. Liberaste el dolor y la traición de dentro de ti… el temor… y lo dejó impotente para luchar contra ti.
– ¡No! -gritó Donnie, apresurándose hacia Aidan.
Aidan giró para encararlo, pero antes de que pudiera sintió un agudo dolor en su hombro. Volteó a su hermano sobre el brazo, y lo sujetó en el suelo. Fue sólo entonces que vio el cuchillo en la mano de Donnie. Con una mueca fiera, Aidan lo desarmó.
La furia lo agarró, pero no permaneció. Donnie no lo valía. No valía nada.
Deimos recogió el cuchillo del piso.
– ¿Quieres que lo mate por ti?
Aidan sacudió la cabeza.
– Quiero que viva con el conocimiento de que destruyó todo y a todos en su vida que lo amaban -Agarró la mano de Donnie mientras trataba de golpearlo y la sostuvo en el puño.
Donnie trató de escupir, pero Aidan lo eludió.
Aidan tragó el nudo de la garganta que lo estrangulaba. Aún después de todo lo que había pasado entre ellos, había todavía una parte de él que quería amar a Donnie… perdonarlo.
Pero al final, no pudo. Donnie nunca lo permitiría y lo sabía.
– Eras mi hermano, Donnie. Hubiera muerto por ti. Hubiera hecho en este mundo todo lo que me pidieras. Pero el problema es que no estarías satisfecho con eso. Tienes que tomar. Que Dios tenga misericordia de ti.
– No necesito tu compasión, gilipollas.
Esas palabras aplastaron cualquier misericordia que tuviera dentro de sí en lo que a su hermano concernía. Había gente allí fuera a la que ninguna cantidad de compasión o amor podía salvar y era tiempo de encarar el hecho de que Donnie era una causa perdida.
– Y no necesito basura en mi vida -Echó una ojeada a Leta-. ¿Alguna oportunidad de que el móvil funcione?
– ¿Sí, por qué?
– Porque quiero llamar a la policía para que vengan a sacar a este saco de mierda fuera de mi casa.
– ¡Esto no ha acabado! -gruñó Donnie.
Aidan sacudió la cabeza.
– Oh, sí, lo ha hecho. Vas a salir de aquí en unos pocos minutos y no pensaré nunca más en ti y en lo que has hecho. Realmente no me importas. No vales la sal de mis lágrimas o el poder del cerebro que me llevaría conjurar tu cara.