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– ¿,Quieres decir que los fuegos artificiales se han terminado? gritó ella-. Oh, no, no es posible que hables en serio.

– Claro que no se han terminado. Cuando Tommy vuelva, voy a prepararle para que ocupe mi puesto. El se encargará de las cuestiones prácticas, pero tú y yo planearemos las funciones y tú, además, llevarás el aspecto financiero de la empresa. Y, de vez en cuando, durante las vacaciones y los fines de semana, volveremos a la carretera.

– Y en nuestra luna de miel -dijo ella animada.

– ¿No quieres ir a una playa tropical?

Jane negó con la cabeza.

– Tú, yo y Perry -contestó Jane-. Esa es mi luna de miel perfecta.

– Y la mía -declaró él satisfecho-. La verdad es que es mi idea de perfección… siempre.

Jane bajó el rostro y, con suavidad, le cubrió los labios con los suyos. Dentro de ella, los fuegos artificiales comenzaron a estallar. No un cohete, sino algo lento y brillante que ardería toda la vida.

Lucy Gordon

***