– ¿Puede recordar cómo iba vestido?
– Gren no es precisamente elegante, ¿sabe? Quiero decir que le gusta llevar prendas de cuello alto, pero nunca camisas y mucho menos corbata, si puede evitarlo. Llevaba esa amarilla vieja, sí, eso era lo que llevaba, y un suéter y unos pantalones oscuros. No era la clase de ropa que me gustara, ¿sabe? Estaba seguro de que se iba a Francia, habría apostado por ello. Pero la verdad, eso no puedo saberlo. Cuando pienso que me dijo «estaré en París a medianoche, Vic» con ese tono de voz alto que tenía, y que nunca llegó allá, bueno, siento escalofríos por todo el cuerpo. Quiero decir que no sé qué pensar.
Baker no podía resistirlo más.
– La cuenta por favor -pidió bruscamente.
– Sí, claro, un momento. ¡Rita! Cuando aparezca, bueno… si hay algo que yo pueda hacer, algo en lo que pueda ayudar, no duden en consultarme. Esto me ha afectado mucho.
Estaba claro que Baker quería que los policías de Sussex volvieran a su madriguera lo antes posible. Incluso había consultado en el horario de trenes uno que saliera de la estación Victoria a una hora apropiada, y les había ofrecido un coche para llevarlos allí. Wexford ya era insensible a las indirectas -¡habría encajado tantas de haberse dado cuenta!-, y volvió resueltamente a la comisaría, donde Loring lo estaba esperando pacientemente.
– ¿Bien?
– Bueno, señor, lo he encontrado. -Loring consultó sus notas-. El nacimiento se registró en Myringham, en el condado de Sussex -dijo ingenuamente-, el 9 de septiembre de 1940. John Grenville West. El nombre de su padre era Ronald Grenville West, y el de su madre, Lilian West, nacida Crawford.
19
El pequeño John. Dulce y cariñoso, como suelen serlo los mongólicos… La voz de la señora Parker resonaba entre los susurrantes árboles. Podía oírla claramente, y también oía a Lilian Crown, insolente, dura y descuidada. Desde pequeño había estado en una residencia para retrasados…
– También busqué a los abuelos, señor, para asegurarme. Los padres de Ronald West eran John Grenville West y Mary Ann West, y el nacimiento de Ronald también se registró en Myringham, en 1914. La madre, Lilian West, era hija de William y Agnes Crawford, y nació en Canterbury en 1917. Ronald y Lilian West se casaron en Myringham en 1937.
– ¿Está seguro de que ese mismo día no nació otro John Grenville West en Myringham?
¿Cómo podía ser? Tal coincidencia sería casi sobrenatural.
– Totalmente seguro, señor -contestó Loring.
– Sé quién es ese hombre: un retrasado mental. Ha pasado la mayor parte de su vida en una residencia especial. -Wexford ya no sabía a quién le estaba hablando. Ni a Baker ni a Loring, ni siquiera al estupefacto Clements. Tal vez sólo a sí mismo-. ¡No puede ser! -exclamó.
– Es así, señor -dijo Loring sin comprenderlo, pretendiendo únicamente que su integridad no fuese puesta en duda.
Wexford se dio la vuelta y se llevó las manos a la cabeza. Burden habría calificado este gesto de «histérico» o quizá tan sólo «melodramático». Pero para Wexford, en este momento, representaba la única forma de estar solo. A su mente acudieron imágenes fantásticas de una madre internando a su hijo normal en una residencia para anormales, y así poder celebrar un matrimonio por interés. También acudieron a su mente las imágenes de ese niño adquiriendo una educación, siendo adoptado pero conservando su verdadero nombre. ¿Por qué lo había escondido entonces Lilian Crown?
Dio un respingo.
– Michael, ¿puedo utilizar su teléfono?
– Desde luego, Reg.
Baker ya no le lanzaba indirectas, había abandonado ese impaciente movimiento de manos. Wexford sabía lo que estaba pensando. Era como si alguien hubiera puesto delante de él un manual de consejos para policías ambiciosos: «Tómese con humor los raptos del tío de su jefe, aunque crea que el viejo está chalado. El nepotismo sólo aparece en la mente de los ambiciosos.»
La voz de Burden, desde el verde campo, sonaba saludable y animosa.
– Mike, ¿podría ir al hospital Abbotts Palmer? Vaya, no llame por teléfono, eso ya podría hacerlo yo. Han tenido, o todavía tienen, a un interno que se llama John Grenville West. Si puede, véalo.
– Así lo haré -respondió Burden-. ¿Me dejarán verlo? Quiero decir, ¿será uno de esos casos desesperados, incapaz de comunicarse?
– Si es quien creo, es más que capaz de comunicarse, y en ese caso ya no estará allá. Pero no lo estoy enviando sólo para que lo vea. También quiero que averigüe cuándo ingresó, cuándo dejó la residencia y en qué estado. Todo lo que pueda saber de él, ¿de acuerdo? Y si descubre que no está allá porque se curó y regresó al mundo cotidiano, pregunte a su madre. Tal vez tenga que ser duro con ella. Séalo. Averigüe si ella sabía que él era Grenville West, el autor, y por qué demonios no nos lo dijo.
– ¿Debo investigar sobre la identidad de su madre?
– Es la señora Lilian Crown. Carlyle Villas, número dos, Forest Road.
– De acuerdo -dijo Burden.
– Yo permaneceré aquí. Si pudiese, iría pero quiero esperar a que Polly Flinders vuelva a su casa esta tarde.
Baker aceptó eso último tan filosóficamente que bajó a buscar café. Wexford sintió lástima por él.
– Gracias, Michael, pero prefiero ir a dar un paseo. -Y dirigiéndose a Loring, dijo-: Usted puede ir al All Souls Grove y enterarse a qué hora esperan a Polly Flinders en casa. Si la señorita Patel tiene otro de sus días, apostaría a que su trabajo no será muy arduo.
Salió al sol, medio oculto por la niebla. La gente caminaba y holgazaneaba en las esquinas. Como suele ocurrir cuando alguien se siente turbado por algo, le resultaba extraño que todos fueran totalmente indiferentes a sus preocupaciones. El que está mareado piensa que es el mundo el que da vueltas a su alrededor. Estaba mareado, sí, pero era algo mental, y anduvo lenta y firmemente a lo largo de High Road. Cuando llegó a la puerta del cementerio entró en la gran necrópolis. Caminó a lo largo de sus callejuelas, entre las apretadas tumbas, y por fin se sentó sobre una lápida caída. En los cálidos días de verano no es fácil encontrar la soledad en parques o jardines, pero uno siempre puede estar seguro de que la hallará en un rincón de un cementerio. Los muertos parecen ordenar el silencio, mientras que la atmósfera del lugar y su propia naturaleza suelen repeler a la mayoría de la gente.
Fue desgranando los hechos metódica y cuidadosamente, apartando los susurros. West había sido cauteloso en lo que se refería a su pasado; había hecho nuevas amistades, todas ellas de un nivel intelectual que no se correspondía con el suyo. A sus editores y lectores les decía que había nacido en Londres, aunque su pasaporte y registro de nacimiento demostraban que lo había hecho en Sussex. Su amplio conocimiento del campo de Sussex y de sus grandes casas denotaba también cierta familiaridad con este condado. Nadie parecía saber nada acerca de su vida hasta los catorce últimos años, cuando fue por vez primera a Elm Green, dos años antes de escribir su primer libro. No habló de sus orígenes ni siquiera con su vecino y amigo íntimo, y le había negado cualquier posible vínculo familiar a otra persona llamada Grenville West.
¿Por qué?
Porque tenía algo que esconder, mientras que Rhoda Comfrey se había mostrado igualmente secreta para ocultar sus prácticas chantajistas. ¿Qué se obtenía al unir ambas cosas? La amenaza de un chantajista de desvelar algo. Tal vez no el hecho de que West fuera homosexual -Wexford no podía convencerse de que en estos días eso fuera importante-, sino quizá el de que nunca había ido a la universidad (como su biografía afirmaba), o que nunca había sido profesor, o mensajero, o periodista independiente, o que no había sido nada hasta los veinticuatro años, edad en que había salido de una residencia para retrasados mentales.
Como prima suya, Rhoda Comfrey debía de saber esto; a ella no resultaba tan fácil ocultárselo como a los demás. ¿Había utilizado esta arma -en este punto la teoría de Burden era sólida- cuando advirtió que estaba perdiendo a su primo a manos de Polly Flinders? West había oído la conversación telefónica de Rhoda con su madre, aunque ella hubiera llamado a Lilian Crown «cariño» para despistarlo. ¿Había supuesto que iba a ver a su madre? ¿Le sonsacó los detalles de su infancia, las opiniones de los médicos, todo lo que la señora Crown sabía acerca del confinamiento del niño y de su posterior liberación?