– ¿No creéis que estaría más guapo si le pongo un lazo azul?- preguntó ella mientras se echaba hacia atrás para verlo mejor.
– De eso nada- aseguró Matt. Cecil es todo un semental y no quiero que lo conviertas en un mariquita.
– Muy bien, pues entonces ya esta listo- comentó Erin. Vamos, chicos- añadió, volviéndose hacia los gemelos. Dejemos que Matt saque a Cecil para el desfile.
Para Matt, aquel desfile era la culminación de años de trabajo, ya que todos los potenciales compradores de ganado que se habían acercado a ver a Cecil al establo, terminarían de convencerse cuando o vieran correr libremente.
Sí, aquello iba a ser muy bueno para el negocio.
¿Por qué entonces se mostraba renuente a agarrarlo por la cuerda que lo sujetaba para llevarlo fuera?
Porque acababa de darse cuenta de lo que más le importaba de todo lo que había sucedido no había sido el ganar el concurso, sino el haber trabajado con aquella mujer y los gemelos.
Pero luego trató de volver a poner los pies en la tierra. El no querría seguir trabajando junto a ninguna mujer. Él había trabajado siempre solo y no tenía la más mínima intención de cambiar
– ¡Oh, Matt, cariño, está estupendo!
Casi se sintió aliviado al ver a Charlotte. Tenía un aspecto tan deslumbrante como era habitual en ella, toda vestida de blanco.
Sin duda, ella sería la mujer ideal de un rico granjero. Mucho mejor que Erin.
Pero el problema estaba en que con ella no se divertía como con Erin. Sin Embargo, se recordó así mismo lo que siempre le repetían sus padres: que la vida no solo era diversión.
– Sí, tiene muy buen aspecto.
Matt dio un respingo al darse cuenta de que Charlotte no había ido sola. Bradley estaba detrás de ella.
– Espero que no te importe que haya venido a acompañar a Charlotte- añadió el hombre.
– Al revés. Has sido muy amable- Matt sintió un repentino ataque de claustrofobia. Y ahora, Charlotte, tengo que irme. Es el momento del desfile de CECI. Bradley, ¿te importa cuidar de Charlotte mientras tanto?
– Es que yo tengo que ir a por Creighton Bow- comentó Bradley. Los caballos saldrán a continuación de los toros. Los mozos lo están poniendo a punto.
Ah, sí, claro- dijo Matt, acordándose del magnífico caballo de Bradley. ¿Así que Creighton Bow ha ganado?.
– Ha quedado en segundo lugar.
– Me alegro- dijo Matt.
Pero en el fondo no era así. No le parecía bien que Bradley dejara al caballo solo al cuidado de los mozos, sin ni siquiera supervisar el trabajo. Y tampoco se había quedado a pasar la noche con él. La sensación de claustrofobia se hizo aún mayor.
– Y ahora, tengo que irme.
En ese momento, sintió que alguien le tiraba de la camisa.
– ¿Podemos ir también nosotros?- le preguntó William.
Matt dudó un momento y luego se dio cuenta de que estaba perdido.
– Por favor, Matt…
Él se fijo en la mirada implorante de los pequeños. Era evidente que estaban preparados para que les dijera que no después de todos los reveses que habían sufrido en la vida.
– Os voy a hacer una propuesta- les dijo entonces Matt.
– ¿El qué?
Todo el mundo estaba mirándolo fijamente. Especialmente Erin. O quizá fuera que él solo tenía ojos para ella.
– ¿Os habéis fijado en lo tranquilo que está Cecil?-preguntó, mirando más a Erinque a los gemelos.
– Sí.
– Pues entonces, ¿qué os parece si lo llevo a su sitio en el desfile y luego dejo que seáis vosotros quienes lo llevéis, ya en la pista?
Todos contuvieron el aliento. Evidentemente estaban pensando que debía haberse vuelto loco para dejarles el toro a esos dos pilluelos.
Pero él sabía que no tenía nada que temer. Cecil estaría seguro con ellos, ya que los gemelos lo querían casi tanto como a Tigger.
– ¿Vas a confiar al animal a estos…?- Bradley se detuvo para pensar la palabra más adecuada. ¿A estos dos mocosos?.
– No son ningunos mocosos- aseguró Matt. Son mis ayudantes. Y seguro que puedo fiarme más de ellos que tú de los mozos que están cuidando tu precioso caballo- añadió Matt.
¡No iba a consentir que Bradley los llamara mocosos a sus chicos!.
Bueno, a los chicos de Erin, se corrigió.
– No estás hablando en serio, ¿verdad, Matt?- intervino Charlotte.
Pero él no la hizo ningún caso.
– ¿Te parece bien a ti?- le preguntó a Erin.
Erin se quedó pensativa unos segundos y luego miró a Matt con los ojos llenos de lágrimas.
– Por supuesto que me parece bien- consiguió decir. Si vosotros queréis, claro- añadió, refiriéndose a los chicos.
Los chicos apenas podían respirar de la emoción.
– ¿De verdad podremos llevarle nosotros solos?
– De verdad- les aseguró Matt con tono solemne.
NO os lo pediría si no estuviera seguro de que sois capaces de hacerlo. Yo os esperaré en la puerta del pabellón.
Erin se fijó en que Charlotte estaba fuera de sí.
Bradley se había ido a por su caballo, así que se habían quedado las dos solas.
– Si no hubiera venido en la camioneta de Matt, me volvería ahora mismo a casa- murmuró. Lo único que me interesaba de la feria era estar con Matt.
Erin la siguió hacia la puerta del estadio. Iba pensando que Charlotte debía estar tan enfadada porque no iba a poder presumir de que Matt, que seguro que llamaría la atención de la gente, era su prometido. Aquello habría sido para ella como la culminación de aquellos veinte años de esfuerzos.
Pero iba a tener que contentarse con ver a los dos chicos de siete años llevando al toro de su prometido.
– Bueno, al menos podrás ver a Bradley- comentó Erin, tratando de animarla.
Estaba tan contenta pro los gemelos, que hasta tomó del brazo a Charlotte. Y no se retiró cuando la otra trató de apartarse.
– Charlotte, siento mucho haberte amenazado con hacer públicas esas poesías- le dijo. Ya sabes que nunca haría algo así. De hecho, lo cierto es que Shanni las quemó.
Éramos unos críos, dijo entonces Charlotte con tono de disgusto.
No solo su prometido no iba a desfilar, sino que tenía que aguantar a esa pobretona, que se estaba comportando como si fuera su amiga.
– Fue una estupidez- añadió Charlotte, sentándose. Incluso me había olvidado de esas cartas.
Pues Bradley no parece haberse olvidado- aseguró Erin, sentándose a su lado. Es evidente que sigue enamorado de ti. ¿Por qué nunca saliste con él?.
Charlotte fijó la mirada en su anillo de compromiso.
– Porque Matt y yo…
– Pero a los quince años no estabas comprometida con él- dijo Erin. Matt no salió con ninguna chica hasta los diecisiete años. Y la primera fue Sally McKinley.
– ¿Cómo diablos te acuerdas de eso?
– Yo era tres años menor que Matt y tú- respondió Erin. Bueno, y ya sabes lo popular que era Matt. Todo lo que hacía él se acababa sabiendo. Él y Sally…
– No quiero oírlo.
– Está bien- Erin se fijó en que el ganado empezó a salir del pabellón, pero todavía no había ni rastro de Cecil. Sin embargo, recuerdo que Bradley era bastante guapo. Así que sigo sin entender pro qué no saliste nunca con él.
Charlotte se quedó en silencio durante un buen rato.
– Los pude haber tenido a los dos- confesó finalmente.
Erin arqueó las cejas con evidente sorpresa y entonces Charlotte soltó una risita.
– Bueno, no me refiero a los dos al mismo tiempo- continuó diciendo. Pero,sí, Bradley era un chico encantador. Y lo sigue siendo. Me ha pedido que me case con él en innumerables ocasiones.
– ¿Y por qué no has aceptado?.¿Por qué prefieres a Matt?- le preguntó Erin con mucho respeto.
– ¿Estás bromeando?-respondió Charlotte, volviendo a echarse a reír. NO hay comparación. La familia de Matt es una de la más ricas del distrito. Su abuelo incluso tenía un título.