"O intentado hacerlo, desde la apariencia de ello. Según el desarrollo de Reichen del informe de Berlín. Conseguimos un correo electrónico de él que él ingresara mas tarde hoy con una actualización".
"Es bueno saber que tenemos ojos y oídos en los que podemos confiar por allí", dijo Niko. "Mierda, Gideon. Nunca habría imaginado que yo pudiera darle alguno uso a un Darkhaven civil, pero Andreas Reichen está demostrando ser un aliado muy bueno. ¿Tal vez Lucan debería reclutarlo oficialmente en la Orden?"
Gideón se rió entre dientes. "No creas que él no lo ha considerado. ¡Ay!, somos solamente una barcaza de medio tiempo para la jornada de Reichen. Él puede tener el alma de un guerrero, pero su corazón pertenece a su Darkhaven de Berlín."
Y a una cierta hembra humana, por lo que Nikolai entendía. Según Tegan y Río, los dos guerreros que habían pasado demasiado tiempo con Andreas Reichen en la Oficina Central de Berlín, el líder Alemán Darkhaven estaba románticamente involucrado con la dueña de un burdel llamada Helene.
Era inusual que un varón de la Raza pudiera tener más de un encuentro ocasional, o una breve relación con una mujer mortal, pero Niko no estaba a punto de cuestionarlo porque desde luego Helene también estaba resultando útil en la reunión de información para la Orden desde el extranjero.
"Entonces, escúchame," dijo Gideon. "Espera tranquilamente donde estás, y yo te avisare una vez que tenga la información de tu partida para esta noche. ¿Te suena bien? "
– ”Sí. Tú sabes cómo encontrarme."
El murmullo de una voz femenina aterciopelada, suave por el sueño, fue llevada vagamente a través del receptor.
"¡Ah, infiernos, Gid. No me digas que estás en la cama con Savannah!”
"Yo lo estaba", respondió él, remarcando con fuerza en el tiempo pasado. "Ahora que ella está despierta, dice que se va a lanzar hacia una ducha caliente y una taza de café fuerte."
Nikolai gimió. "Mierda. Dile que lo siento por la interrupción".
"Oye, bebe," Gideón llamo a su amada compañera, unidos por el lazo de sangre hacia aproximadamente unos treinta y tantos años. "Niko dice que él lo siente por ser un bastardo tan grosero y por despertarte a estas horas tan inoportunas". "Gracias", murmuró Niko.
"Eres bienvenido".
"Me reportare contigo de nuevo desde el avión que me lleve a casa."
"Me parece bien," dijo Gideon. En ese momento, con Savannah colocada a un lado: "¿Oye, Amor?: Niko quiere que yo le diga que esta por colgar. Él dice que usted debe regresar a la cama y me permita a mí violarlo a él lentamente desde su inteligente y hermosa cabeza hasta sus deliciosos pequeños dedos de los pies." Nikolai se rió entre dientes. "Suena divertido. Pónganme en el altavoz para poder escuchar por lo menos."
Gideon resopló. "Ni lo pienses. Ella es toda mía."
"Bastardo egoísta", "arrastro las palabras Niko sarcásticamente. "Ya te veré más tarde." "Bien, hasta más tarde. ¿Y Niko sobre la situación de Yakut? En serio. ¿Ni se te ocurra pensar ser un vaquero, ok? Tenemos cuestiones más importantes con las que lidiar que tratar de acorralar a un Gen uno suelto. No es nuestra área, sobre todo no está bien ahora".
Cuando Niko inmediatamente no estuvo de acuerdo, Gideón se aclaró la garganta. "Tu silencio exactamente no me da una cálida tranquilidad, mi hombre. Necesito saber que tú me estás escuchando en esto."
"Sí", dijo Nikolai. "Estoy escuchándote. Te veré Boston más tarde esta noche."
Niko cerró su teléfono celular y lo deslizo de vuelta en su bolsillo.
Por mucho que le irritara pensar hacerse de la vista gorda hacia Yakut y sus enfermos actividades, él sabía que Gideón tenía razón. Lo que es más, él sabía que el líder de la Orden, Lucan, así como el resto de los guerreros en el complejo de Boston iban a decirle la misma cosa a él.
Olvídate de Sergei Yakut, al menos por el momento. Eso era lo mas sabio, la cosa más inteligente que podía hacer.
Y mientras él estaba en ello, sería prudente olvidarse completamente de Renata también. Ella tenía hecha su cama, después de todo. El hecho de que ella evidentemente la había hecho con una sádica sabandija como Sergei Yakut no era ningún asunto de Nikolai en absoluto. La hermosa, doncella de hielo Renata no era su problema, estaba bien alejado de ella.
Bien separado de todo el nido de víboras que él había descubierto en los dominios de Yakut.
Sólo unas pocas horas más para matar antes del anochecer, y entonces el podría dejar todo esto detrás de él.
Ella nunca se había acostumbrado a dormir durante las horas de luz del día, no en los dos años completos que ella había estado viviendo al servicio de un vampiro. Renata estaba en su cama, inquieta, incapaz de relajarse y cerrar sus ojos ni siquiera por unos pocos minutos. Ella se revolvió y dio vuelta colocándose sobre su espalda dejando escapar un suspiro, con su mirada fija hacia arriba en las vigas de madera.
Pensando en el guerrero… Nikolai.
Él se había marchado desde hacia varias horas, hace casi medio día entero, pero aún ella todavía sentía el peso de su desprecio presionandose sobre ella. Odiaba que el hubiese visto a Yakut alimentándose de ella. Le había sido difícil fingir que no estaba avergonzada cuando el sostuvo su mirada desde el otro lado de la habitación. Ella había intentado no parecer afectada, desafiante. Aunque dentro de ella había estado temblando, su pulso martillando casi fuera de control.
Ella no hubiese querido que Nikolai la viera así. Aún peor que él hubiese ilustrado los brutales crímenes de Yakut y claramente sus pensamientos fueron a que ella era parte de ellos también. Ella no podía lograr extinguir, la acusatoria mirada que él le había proporcionado de su cabeza.
Eso era ridículo.
Nikolai era de la Raza, como Yakut. Él era un vampiro, al igual que Yakut. Como Yakuto, Nikolai tenía que alimentarse de humanos para sobrevivir. Incluso con su limitado conocimiento de la Raza, Renata sabía que el beber de seres humanos era la única forma en que la Raza podía obtener su alimento. No aprovechaban utilizar los amigables vampiros los bancos de sangre donde ellos podrían recoger un litro de O-negativo para el camino. No los animales depredadores en calidad de un sustituto de la verdadera cosa.
Sergei Yakut y todo el resto de la Raza compartían el mismo impulso de sed: la necesidad de los glóbulos rojos de los Homos Sapiens, tomados directamente de una vena abierta.
Ellos eran salvajes-letales que resultaban parecer humanos la mayor parte del tiempo, pero que en su corazón – o en su alma, si es que en ellos todavía existía un poco de su humanidad. ¿Por qué ella debería pensar que Nikolai era diferente de lo que la rodeaba a ella.
Pero él había parecido diferente, aunque fuera sólo un poco.
Cuando ella había discutido con él en la perrera-, cuando la había besado, por Dios bien- él en realidad había parecido notablemente muy diferente a los demás de su Estirpe que ella conocía. No como Yakut. Ni tampoco como Lex.
Que probablemente sólo demostraba que ella es una tonta.
Y que ella era débil también. Con que otra cosa se podía explicarse el desgarrador deseo que ella sentía hacia Nikolai ¿Èl la podría haber sacado fuera de este lugar cuando él se había marchado hoy?
Ella a menudo no se permitía caer en esperanzas vanas, o perder el tiempo imaginando cosas que nunca podrían llegar a pasar. Pero había habido un momento… un breve momento, egoísta cuando ella se imagino a sí misma arrancada de la presa irrompible de Sergei Yakut.
Por un instante sin restricciones, ella se pregunto qué podría tener ganas de hacer cuando estuviera libre de él, libre de todo lo que la mantenía allí… y eso se había sentido glorioso.
Avergonzada por sus pensamientos, Renata balanceo sus piernas hacia un lado de la cama para quedar sentada. Ella no podía quedarse allí durante un minuto más, no mientras su estuviera girando con pensamientos que no le haría ningún bien en absoluto.