"Cogidas". Una maleta de cuero negro vino navegando hacia ella con apenas un previo aviso, lanzados hacia ella por Alexei, el líder designado en detalle para esta noche. Ella no se perdió la sonrisa satisfecha en su rostro delgado cuando la lona repleta de metal se estrelló contra su pecho. El impacto se sentía como las palpitación de un millar de clavos en su sensible piel y músculos, pero ella agarro la bolsa y abrió la correa hacia arriba a lo largo de su hombro sin pronunciar siquiera un gruñido de molestia.
Pero Lex lo sabía. Sabía de su debilidad, y él nunca la dejaba a ella olvidarla. A diferencia de ella, Alexei y sus otros compañeros eran vampiros de la Raza, todos ellos. Así como lo era su cautivo, Renata no tenía ninguna duda. Ella lo había sospechado como mucho cuando primero lo había visto en el club, una sospecha confirmada por el simple hecho de que ella pudo incapacitarlo con su mente. Su capacidad psíquica era formidable, pero no sin sus limitaciones. Estos solo influían en los de la raza; el humano mas simple con las células del cerebro que ellos tenían no se veían afectados por la explosión de alta frecuencia que ella era capaz de mentalmente de proyectar con la concentración de poco mas de un momento.
Ella era un ser humano, nacida ligeramente diferente a las acciones básicas de Homo sapiens.
Pero para Lex y su especie, ella era conocida como una compañera de raza, una de un pequeño número de mujeres humanas que nacían con habilidades únicas extrasensoriales y la capacidad aún más rara de reproducirse con éxito con aquellos de los de la raza. Para las mujeres como Renata, la ingestión de sangre de la raza siempre proporcionaba una mayor fuerza. Y la longevidad también. Una compañera de raza podía vivir durante algunos largos siglos mientras se alimentara regularmente de las venas de un vampiro.
Hasta hace dos años, Renata no tenía idea de por qué era diferente de todos los demás como ella lo sabia, o a donde ella podría pertenecer. El cruce de caminos con Sergei Yakut la había llevado rápidamente al conocimiento con toda velocidad. Él era la razón de que ella y Lex y todos los demás estaban de guardia esta noche, rondando la ciudad y buscando al individuo que había estado preguntando en los alrededores por el solitario Yakut.
El macho de la Raza encontrado por Renata en el club de jazz había sido tan descuidado con sus preguntas en toda la noche, que ella tenía que preguntarse si estaba tratando de provocar a Sergei Yakut para que llegara a él. De ser así, el tipo era un idiota o suicida, o alguna combinación de ambos. Tendría la respuesta a su pregunta muy pronto.
Renata tomó su teléfono celular de su bolsillo, lo abrió, y marco con velocidad el primer número que estaba almacenado en la agenda. "Sujeto recuperado", ella anunció cuando la llamada conecto. Ella dio su ubicación, luego rompió la comunicación del teléfono cerrándolo y lo dispuso lejos. Echo un vistazo hacia donde estaba Alexei y los demás guardias que se habían detenido con su cautivo inconsciente, ella dijo, "El coche esta de camino. Debería estar aquí en aproximadamente dos minutos".
"Dejen caer a este saco de mierda", ordeno Lex a sus hombres. Todos ellos soltaron su agarre que tenían sobre el macho de la Raza, y su cuerpo golpeó el asfalto con un ruido tremendo. Con las manos en las caderas, y con los puños que enmarcaban por un lado su pistola enfundada y por el otro un cuchillo grande de caza que se encontraban enfundados en su cinturón, Lex miró detenidamente hacia abajo a la cara del vampiro inconsciente a sus pies. Él soltó un aliento agudo, de desaprobación, y luego escupió, derrochando por poco sobre el mango de su cuchilla afilada que tenia debajo. El escupitajo blanco espumoso de su saliva aterrizo con un mojado sonido en el pavimento oscuro no a más de una pulgada de distancia de la cabeza rubia del hombre.
Cuando Alexei los miró de nuevo, había un brillo duro en sus ojos oscuros. "Tal vez lo deberíamos matar".
Uno de los guardias se rió entre dientes, pero Renata sabia que Lex no estaba bromeando. "Sergio dijo que se lo lleváramos"
Alexei se mofo. "¿Y darle a sus enemigos otra oportunidad para tomar su cabeza?" "No sabemos si este hombre tuvo algo que ver con el ataque."
"¿Podemos estar seguros que él no lo hizo?" Alexei volvió a mirar fijamente sin pestañear a Renata.
"De ahora en adelante, no confío en nadie. Yo pensé que tú no darías ninguna posibilidades de arriesgar su seguridad como yo."
"Yo sigo sus órdenes", respondió ella. "Dijo Sergio que encontráramos a quien estaba en la ciudad pidiendo informes a acerca de él y se lo lleváramos para interrogarlo. Eso es lo que me propongo hacer".
Los ojos de Lex se estrecharon como cuchillas debajo sus cejas de color marrón intenso. "Bien", él dijo, con voz muy tranquila, demasiado calmada. "Tu tienes razón, Renata. Tenemos nuestras órdenes.
Lo vamos a llevar, como tú dices. Pero, ¿qué vamos a hacer nosotros mientras esperamos a que llegue el transporte?
Renata lo observo, preguntándose a dónde se dirigía ahora. Lex paseaba en los alrededores al lado del macho de la Raza que estaba inconsciente y le dio una patada tanteándolo con la bota en las costillas que estaban desprotegidas. No hubo reacción alguna. Sólo la dilatación suave y la caída del pecho del macho cuando este respiraba.
Alexei desnudo los labios hacia atrás y sonrió abiertamente, moviendo su barbilla hacia los otros hombres. "Mis botas están sucias. ¿Tal vez este equipaje inútil los limpie mientras nosotros esperamos, ah? "
En el calor de las carcajadas de sus compañeros, Lex levantó uno de sus pies y lo dejo sobrevolar sobre la cara inerte de su cautivo.
"Lex-" Renata comenzó, sabiendo que él no le haría si ella trataba de persuadirlo y convencerlo para que se detuviera. Pero fue en ese preciso momento en que ella notó algo extraño en el macho rubio, que se encontraba tumbado en el suelo. Su respiración era estable y poco profunda, sus miembros se encontraban inmóviles, pero su rostro… él lo sostenía demasiado bien, incluso si realmente estaba inconsciente. Pero él no lo estaba.
En una fracción de segundo de claridad, Renata se dio cuenta, sin la menor duda de que él se encontraba muy despierto y consiente. Demasiado consciente de todo lo que estaba sucediendo.
¡Oh, Cristo!
Alexei se echó a reír entre dientes ahora, mientras bajaba la pierna cuando él comenzaba a trasladar la suela gruesa de la bota hacia abajo sobre la cara del macho.
"¡Lex, espera! Él no es…-"
Nada de lo que ella pudo haber dicho hubiese cambiado la explosión que resulto de todo ese caos.
Lex todavía estaba en movimiento cuando el macho levantó las manos y lo agarro del tobillo. El lo sujeto con las abrazaderas abajo y lo enrosco con fuerza, enviando a Lex volando hacia él y gritando en agonía en el suelo que estaba cercano. No pasó un segundo antes de que el hombre se enrollara en sus pies, fluido y fuerte, como nada que Renata hubiese visto alguna vez antes en algún guerrero.
Y mierda santa- él tenía la pistola de Lex.
Renata dejó caer la maleta engorrosamente y se enfrentó a su propia arma, una.45mm que estaba oculta en una funda a su espalda. Sus dedos se encontraban todavía engarrotados por su esfuerzo mental antes empleado, y uno de los otros guardias respondió antes de que ella pudiera liberar su arma. El disparo una ronda precipitada, perdiendo a su objetivo que se encontraba a menos de un pie.
Y más rápido que cualquiera de ellos para que pudieran seguirle la pista, el que antes era su cautivo les devolvió el fuego, poniendo una bala directamente adelante del cráneo del guardia. Uno de los guardaespaldas se encogió sobre sus manos, uno de los que más tiempo habían servido a Sergei Yakut cayó sobre el pavimento en un montón sin vida.
¡Oh, Jesús, pensó Renata por la preocupación que aumentaba cuando la situación se dirigía rápidamente al sur. ¿Podría Alexei haber tenido razón? ¿Había sido este macho de la Raza él mismo asesino que había tratado de atacar aquí antes?