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Traducido por Aletse

Renata se situó en el lavabo de pedestal en el cuarto de baño, escupió lo último de la pasta de dientes por el desagüe, luego se enjuago con varios puñados de agua fría. Ella había despertado mucho más tarde de lo que ella pretendía. Nikolai le dijo que ella que había parecido necesitar el descanso, así que él la había dejado dormir hasta casi las diez de la mañana. Ella podría haber dormido otros diez días más y ella probablemente todavía estaría cansada.

Ella se sentía fatal. Adolorida por todas partes, con sus débiles extremidades. Inestable en sus pies. Su cuerpo con su termostato interno al parecer no podía decidir entre el frío glacial y el calor abrumador, dejándola en una atormentada alternancia de escalofríos y ondas de cuentas de sudor en la frente y la parte de atrás de su cuello.

Con su mano derecha apoyada en el lavabo, ella llevo su otra mano debajo de la corriente del grifo, con la intención de sujetar como un anillo, sus dedos fríos, mojados alrededor del horno que ardía sobre su nuca. Un pequeño movimiento de su brazo izquierdo y ella protestó de dolor.

Su hombro se sentía como si estuviera en ardiendo.

Ella hizo una mueca cuando con cuidado se desabotonaba la parte superior de la amplia camisa tipo Oxford que era préstamo de Jack. Lentamente ella encogió el hombro para sacarlo fuera de la manga izquierda para así poder quitarse la venda y examinar su herida. La cinta aguijoneo cuando ella la arranco lejos de su sensible, adolecida piel. La coagulada sangre y el ungüento antiséptico recubrían la almohadilla gruesa de la gasa, pero la herida que se encontraba abajo aún estaba hinchada y filtrándose.

Ella no necesitaba a un doctor para que le dijera que esto no eran buenas noticias. Sangre y grueso fluido amarillo se drenaba desde el inflamado círculo rojo que rodea el punto abierto por donde la bala había entrado. No era bueno en absoluto. Tampoco necesitaba un termómetro para confirmar que ella estaría probablemente hundiera en una fiebre muy alta debido a la aparición de la infección.

"Mierda", susurró ella en su rostro demacrado, pálido en el espejo. "Yo no tengo tiempo para esto, maldita sea."

Un golpe abrupto en la puerta del cuarto de baño la hizo saltar.

"Oye." Nikolai llamó de nuevo, dos golpes rápidos. "¿Todo bien allí dentro?"

– ”Sí. Sí, está todo bien". Su voz raspo como papel de lija en su garganta, poco mejor que un tono áspero de sonido. "Solo me estoy lavando los dientes".

"¿Segura que estás bien?"

"Estoy bien". Renata levanto el arrugado sucio vendaje y lo tiró en el recipiente de la basura que estaba al lado del lavabo. "Estaré afuera en pocos minutos."

La tardanza en la respuesta no le dio la impresión de que él se marchara a ninguna parte. Ella hizo girar la manivela del agua para un mayor volumen y esperó, inmóvil, con sus ojos en la puerta cerrada.

"Renata… tu herida”, dijo Nicolás a través del panel de madera. Había una gravedad en su tono. "¿No esta curada todavía? Ella debería haber dejado de sangrar ya…"

Aunque ella no hubiese querido que él supiera lo que le estaba pasando, no había ningún motivo para negárselo ahora. Todos los de su Estirpe tenían sentidos absurdamente agudos, especialmente cuando estos aparecían al descubrir sangre derramada. Renata se aclaró la garganta. "No es nada, no es gran cosa. Sólo necesito una nueva gasa y un vendaje fresco".

"Voy a entrar", él dijo, y le dio un giro de la manija de la puerta. Esta se mantuvo, cerrada desde el interior por el seguro del botón que se encontraba oprimido. "Renata. Déjame entrar"

– ”Te dije, estoy bien. Estaré afuera en solo unos…"

Ella no tuvo la posibilidad de terminar la frase. Usando lo que sólo podría haber sido el poder mental de la Raza, Nikolai acciono la cerradura y abrió la puerta ampliamente. Renata lo podría haber maldecido por haber entrado como si fuera el dueño del lugar, pero ella estaba demasiado ocupada tratando de jalar de un tirón la manga larga, suelta de la camisa para cubrirse ella misma. A ella no le importaba tanto si él veía el estado de inflamación de la herida por el arma de fuego, eran las otras marcas las que ella deseaba hacer desaparecer.

Las permanentes que habían sido quemadas en la piel de su espalda.

Ella logro conseguir llevar la suave tela de algodón alrededor de ella, pero todos los movimientos y el tironeo hizo a su hombre gritar y su estomago revolverse cuando el dolor le causo una ola de fuertes náuseas.

Jadeando ahora, inundada en un sudor frío, ella misma se dejó caer hacia abajo en la cerrada tapa del inodoro e intento actuar como si ella no estuviera a punto de derramar su estómago por todas partes sobre los diminutos azulejos negros y blancos que se encontraban bajo sus pies.

"Por crissake [4]". Nikolai, con su torso desnudo, por el prestado calentamiento que estaba ejecutado en el punto bajo de sus caderas estrechas, le echó una mirada a ella y se dejó caer en cuclillas delante de ella. "Tu estás muy lejos de estar bien aquí." Ella se sobresalto cuando él trato de alcanzar el flojo cuello abierto de la camisa. "No lo haga".

"Solamente voy a revisar tu herida. Algo no está bien. Ella debería estar curada a esta hora." Él aparto hacia fuera la tela de su hombro y frunció el ceño. "Mierda. Esto no se ve bien en absoluto. ¿Cómo se ve el punto de salida?"

Él se levanto y se inclinó sobre ella, con sus dedos cuidadosos mientras él deslizaba más de la camisa de su camino. A pesar de que estaba ardiendo, ella podía sentir el calor de su cuerpo, mientras el estaba tan cerca de ella en este pequeño espacio. "¡Ah, mierda… de este lado esta peor que del frente. Voy a sacarte de esta camisa para que pueda ver exactamente con lo que estamos tratando".

Renata se congeló, su sistema completo se agarroto. "No, yo no puedo."

"Claro que tu puedes. Yo te ayudaré". Cuando ella no se movió, quedándose sentada allí sujetando la parte delantera de la grande camiseta en un puño apretado, Nikolai sonrió abiertamente. "Si tu piensas que tienes que ser reservada conmigo, no lo hagas. Infiernos, tu ya me has visto desnudo por lo tanto es justo, ¿cierto?" Ella no se rio. Ella no podría. Era difícil mantener su fija mirada, difícil de creer la preocupación que estaba comenzando a oscurecer sus invernales ojos azules, mientras él esperaba por su respuesta. Ella no quería ver repulsión allí, ni, mucho menos, compasión. "¿Tu albedrio justamente… acaba de marcharse ahora? ¿Por favor? Permíteme encargarme de cuidar de esto yo mismo."

"La herida está infectada. Tu estás con fiebre debido a ella."

"Lo sé".

La cara de Nikolai se volvió sobria con una emoción que ella no podía distinguir. "¿Cuándo fue la última vez que tu te alimentaste?"

Ella se encogió de hombros. "Jack me trajo un poco de comida anoche, pero yo no tenía hambre."

"No comida, Renata. Estoy hablando de sangre. ¿Cuándo fue la última vez que tú te alimentaste de Yakut?"

“¿Tu te refieres a beber su sangre?" Ella no pudo ocultar su repulsión. "Nunca. ¿Por qué tu estas preguntándome eso? ¿Por qué piensas eso?”

"Él bebió de ti. Lo vi alimentándose de tu vena en su habitación en el recinto. Supongo que supuse que era un acuerdo mutuo".

Renata odiaba pensar en eso, y mucho menos recordar que Nikolai había sido testigo de su degradación. "Sergio me utilizaba por sangre cada vez que él sentía la necesidad. O cada vez que él deseaba hacer una demostración."

"Pero él nunca te dio su sangre a cambio?"

Renata negó con la cabeza.

"No me extraña que tu no estés sanando rápidamente", murmuró Nikolai. Él le dio una ligera sacudida a su cabeza. "Cuando lo vi beber de ti… pensé que tu estabas emparejada con él. Supuse que ustedes estaban unidos con el lazo de sangre entre sí. Pensé que tal vez tu sentías cariño por él".

"Tu pensaste que yo lo amaba,” dijo Renata, dándose cuenta hacia donde se dirigía. "No era eso. Ni siquiera se acercaba."