Выбрать главу

Ella se encogió de hombros. "Justamente era una de sus formas más creativas de recordarme que no era una buena idea molestar a él."

"Ese hijo de puta", dijo Nikolai furioso. "Él se merecía su inminente muerte. Sólo por esto – por todo lo que él te hizo a ti -, el bastardo maldito muy bien que se lo merecía." Renata parpadeó, sorprendida al oír tal furia, tan feroz sentido protector, procedente de él. Particularmente cuando Nikolai era uno de los de la Raza y ella era, como se le había aclarado el hecho a ella bastante a menudo en los dos últimos años, simplemente una humana. Viviendo solamente porque ella era útil. "Tú no te pareces a él en absoluto", ella murmuró. "Pensé que tu lo serias, pero tu en nada te pareces a él, o a Lex o los otros. Tu eres… yo no se… diferente”.

"¿Diferente?" Aunque la intensidad no había abandonado sus ojos, la boca de Nikolai se arqueó en la esquina. "¿Es este casi un cumplido, o simplemente la fiebre hablando?"

Ella sonrió a pesar de su estado de miseria en general. "Ambos, creo yo."

"Bien, ambos puedo manejarlos. Vamos a refrescarte antes de que tu comiences a lanzarme alrededor palabras con A".

"¿Las palabras con A?" – preguntó ella, observándolo mientras él tomaba con la mano la botella de jabón líquido del fregadero y chorreaba un poco dentro de la alargada bañera.

"Agradable", dijo él, y le lanzó una mirada irónica sobre su denso hombro.

"¿Tu no te conformarías con agradable?"

"Esa nunca ha sido una de mis especialidades".

Su sonrisa se torció y más de un pequeño y encantador hoyuelo se formo donde aquellas mejillas se curvaban sobre ambos lados. Mirándolo así, no era difícil imaginar que él era un macho de muchas especialidades, no todas ellas de la variedad las balas-y- dagas. Ella sabía de primera mano que tenía una boca muy agradable, muy diestra. Por mucho que ella quisiera negarlo, una parte de ella aún ardía por el beso que se dieron detrás de la mansión, y el calor que ella sentía nada tenía nada que ver con su fiebre.

"Desnúdate", le dijo Nikolai, y por un podrido segundo ella se preguntó si él había sido capaz de leer sus pensamientos. Él pasó su mano de atrás hacia adelante sobre el agua espumosa de la bañera, y luego la sacudió. "Ella casi se siente perfecta. Adelante, entra dentro."

Renata lo observo poner la botella de jabón en la parte trasera del fregadero, luego comenzó a buscar en el gabinete de los neceseres que estaba abajo, del cual saco una manopla doblada y una grande toalla. Mientras él estaba de espaldas a ella y estaba distraído buscando los artículos de aseo como paquetes de jabón y champú, Renata rápidamente se quitó el sujetador y las bragas luego entró en la bañera.

El agua fría era un deleite. Ella se hundió abajo con un suspiro, su fatigado cuerpo instantáneamente se tranquilizo. Mientras ella cuidadosamente se acomodaba dentro y se sumergía ella misma hasta los pechos en la espumosa bañera, Nikolai sumergía la manopla bajo el agua fría del fregadero.

Él la dobló y la presiono suavemente contra su frente. "¿Esto se sienten bien?"

Ella asintió con la cabeza, cerrando los ojos mientras él sostenía la compresa en su frente. El impulso de apoyarse hacia atrás en la bañera era tentador, pero cuando ella lo intento en ese breve momento la presión en su hombro la hizo retroceder, protestando de dolor.

"Por aquí", dijo Nicolai, poniendo la palma de su mano libre en el centro de su espalda. "Sólo relájate. Yo te sostendré".

Renata lentamente deje que su peso fuese a descansar sobre su mano fuerte. Ella no podía recordar la última vez que alguien había cuidado de ella. Ninguna como esta. ¿Dios, había habido alguna vez en todo este tiempo? Sus ojos fueron a la deriva cerrándose en señal de gratitud silenciosa. Con las manos fuertes de Nikolai en su cuerpo cansado, una desconocida, completamente extraña sensación de seguridad se extendió sobre toda ella, tan reconfortante como una manta. “¿Mejor?”, él preguntó.

"Mm-hmm. Es agradable", dijo ella, entonces abrió simplemente una rendija en uno de sus ojos y elevo la mirada hacia él. "La palabra con A. Lo siento."

Él gruñó cuando le quito la compresa fría de su frente. Él la estaba mirando a ella con una seriedad que hizo que su corazón diese pequeños golpes en su pecho. "¿Tu deseas contarme acerca de estas marcas en tu espalda?"

"No." La respiración de Renata se detuvo con la idea de exponerle aun más de ella de lo que ya había hecho. Ella no estaba lista para eso. No con él, nada semejante de eso. Era una humillación de la que ella apenas podía soportar recordar, y mucho menos poner en palabras.

Él no dijo nada para romper el silencio que se extendió sobre ellos. La mojada manopla estaba dentro del agua y atrajo un poco de la espuma jabonosa hacia su hombro bueno. La frescura fluyó sobre ella, arroyos que circulaban a través de las curvas de sus pechos y por su brazo. Nikolai lavo su cuello y su esternón, a continuación, cuidadosamente se hizo camino hacia la herida que se encontraba en su lado izquierdo.

"¿Esta todo bien?"- preguntó él, con un pequeño temblor en la voz.

Renata asintió con la cabeza, incapaz de hablar cuando su toque se sentía tan tierno y bienvenido. Ella lo dejó lavarla, mientras su mirada fue a la deriva sobre el hermoso patrón de colores que había en su pecho desnudo y sus brazos. Sus dermaglifos no eran tan numerosos o tan densamente complicados como habían sido los de Yakut. Las marcas de la Raza de Nikolai eran unos ingeniosos entrelazares de remolinos y florituras y formas relucientes que danzaba a través de su lisa piel color oro.

Curioso, y antes de que ella se diese cuenta de lo que estaba haciendo, Renata recorrió externamente uno de los diseños de arcos que se realzaban debajo de su abultado bíceps. Ella escucho el leve ingreso de su respiración, la interrupción repentina de sus pulmones cuando sus dedos juguetearon ligeramente por encima de su piel, así como el profundo estruendo de su gruñido.

Cuando él la miró, sus pequeñas cejas estaban elevadas sobre sus ojos. Sus pupilas reducidas bruscamente, y el color azul de su iris comenzaba a titilar con chispas de color ámbar. Renata retiró su mano, con una disculpa en la punta de la lengua. Ella no tuvo la oportunidad de decir una palabra.

Moviéndose más rápido de lo que podría rastrearlo, y con la gracia suave de un depredador, Nikolai cerró los pocos escasos centímetros que los separaban. En el instante siguiente, su boca se frotaba suavemente contra la suya. Sus labios eran tan suaves, tan cálidos y persuasivos. Todo lo que necesitó fue un tentador deslizar de su lengua a lo largo de las comisuras de su la boca y Renata ansiosamente, con avidez, lo dejó entrar.

Ella sintió que un nuevo calor brotaba a la vida dentro de ella, algo más fuerte que el dolor de su herida, que se convirtió en una insignificancia bajo el placer del beso de Nikolai. Él elevo su mano fuera del agua desde detrás de ella y la acuno en un abrazo cuidadoso, mientras su boca nunca abandono la suya.

Renata se fundió con él, demasiado cansada para considerar todas las razones por las que sería un error si permitía que esto fuera mas lejos. Ella quería que esto siguiera – lo deseaba tan mal que ella estaba temblando. Ella no podía sentir nada, salvo las manos fuertes de Nikolai que la acariciaban, sólo escuchaba el martillar de sus propios corazones, los latidos pesados emparejándose en un mismo ritmo. Ella solamente había probado el sabor de su seductora boca reclamándola… y sólo sabía que ella deseaba más.

Un golpe sonó desde el exterior del apartamento del garaje.

Nikolai gruñó contra su boca y se apartó. "Hay alguien en la puerta."