"¿Y como eras tu entonces?"
"Salvaje," dijo el, diciéndolo mas como un epíteto que presumiendo. "Soy el primero en admitirlo. He sido siempre un poco temerario, sin preocuparme donde terminaría mañana mientras yo estuviera pasando un buen rato hoy. Dimitri le gustaba la contemplación, a mi me gusta la adrenalina. El disfrutaba uniendo cosas; a mí me gusta romperlas.”
"¿Fue eso por lo que te uniste a la Orden, por la adrenalina de la lucha?"
"Ese es parcialmente el por qué, sí." El posó sus codos sobre sus rodillas y miró al suelo. "Después del asesinato de Dimitri, tenía que alejarme. Me culpé por lo que ocurrió. Dejé el país y vine a los EEUU. Asociadome con Lucan y los otros en Boston no mucho tiempo después de eso”.
Ella no dejó de lado el hecho de que el había dicho que su hermano fue asesinado, no meramente muerto. “¿Qué ocurrió, Nikolai?”
El exhaló un largo suspiro. “Tenia una conversación mutual de odio con un gilipollas Darkhaven fuera de Ucrania. Llegamos a un serio mano a mano de vez en cuando, solo por aburrimiento principalmente. Excepto que una noche Dimitri oyó a este chupasangre en una taberna hablando estupideces sobre mí y decidio llamarle la atención. Dimitri sacó una espada y cortó al tipo delante de sus amigos. Fue un golpe de suerte de D – con armas. De todos modos, el cabreó al bastardo y dos minutos después, mi hermano estaba tumbado en una piscina con su propia sangre, su cabeza separada de su cuello”.
“Oh, dios mío” Renata dijo con respiración entrecortada, sintiéndose enferma en su corazón. “Lo siento mucho, Nikolai."
"Yo también." El se encogió de hombros. "Después, salí y perseguí al asesino de Dimitri. Tomé su cabeza y se la traje a mis padres a modo de disculpa. Me dejaron de lado, dijeron que debería haber sido yo quien estuviera muerto, no D. No podía culparles por ello. Demonios, tenían razón, después de todo. Así que huí y nunca miré atrás."
"Lo siento, Nikolai."
Ella no sabía que mas decir. Ella tenía poca experiencia ofreciendo consuelo, e incluso si la tuviera, ella no estaba segura de que el la quisiera o necesitara. Como un hombro repentinamente incómodo en su propia piel, Nikolai se quedó callado durante un largo rato.
El aclaró su garganta, entonces corrió una mano sobre su melena y se puso de pies. “Debería salir y echar otro vistazo alrededor del edificio. ¿Estarás bien durante unos minutos?"
"Sí. Estoy bien."
El la miró fijamente, buscando su cara. Ella no sabía que quería que le dijera, pero la mirada en sus ojos parecían indescifrables. “¿Que estas haciendo? ¿No hay ninguna señal todavía?"
Renata se encogió de hombros. "Un poco, pero no demasiado malo."
"¿Y tu hombro?"
"Bien," dijo ella, flexionando su brazo izquierdo para mostrarle que ya no tenía dolor. “Lo tengo mucho mejor ahora”.
Un silencio más largo y cobarde se extendió entre ellos, como si ninguno supiera como superarlo o hacer la cosa más facil y dejarlo durar. No fue hasta que Nikolai comenzó a separar algunas de las gruesas parras para dejar que Renata extendiera la mano para tocarle.
"Nikolai…yo, um…quería darte las gracias," dijo ella, consciente del hecho de que aunque el se había detenido, ella seguía con su mano en su brazo. “Necesito agradecerte…por darme tu sangre hoy”.
El se giró hacia ella, dio un dulce movimiento de cabeza. “La gratitud es agradable, pero no la necesito. Si nuestras situaciones estuvieran invertidas, se que habrías hecho lo mismo por mi”.
Ella lo habría hecho; Renata podia decirlo sin la más ligera duda. Este hombre quien había sido un extranjero para ella hace menos de una semana-este guerrero que tambien parecia ser un vampiro- era ahora su más fiable e intimo amigo. Si ella tuviera que ser honesta consigo misma, ella tendría que admitir que Nikolai iba más alla de eso, y había sido incluso antes de que el compartiera su sangre con ella. Incluso antes del sexo que aún así hacía que sus pies se retorcieran solo con pensarlo.
“No estoy segura de como hacer esto…”Renata alzó la vista hacia el, luchando con las palabras pero necesitando decirlas. “No estoy acostumbrada a contar con nadie. No se como estar con alguien así. No es algo que haya hecho antes, y solo…siento como que todo lo que pensé lo sabía, todas las cosas que una vez me ayudaron a sobrevivir, están huyendo de mi. Estoy a la deriva…estoy aterrada”.Nikolai acarició su mejilla, entonces la rodeó con un abrazo. "Estas a salvo," dijo el tiernamente detrás de su oreja. “Te tengo, y voy a protegerte”.
Ella no se dio cuenta cuanto necesitaba oír esas palabras hasta que Nikolai se las dijo. Ella no sabía cuanto se moría por tener sus brazos alrededor de ella o lo profundo que ella podía ansiar su beso hasta que Nikolai la acercó mas y pusó su boca sobre la de ella. Renata le besó con despreocupación, dejándose llevar en el momento porque Nikolai estaba con ella, sosteniéndola, dándola seguridad. Su beso creció más apasionado, el se incline sobre la tierra almohadillada de su refugio. Renata reveló el sentimiento de su peso sobre ella, sus cálidas y seguras manos acariciándola. El ahondó bajo su suelta camiseta, pasando sus dedos por su estomago y por encima de sus pechos.
El dio a su labio un pequeño y burlón roce de sus colmillos mientras el se apartaba de besarla. Sus ojos brillaban como ascuas bajo la pesada caída de sus párpados. Ella no necesitaba ver su cara transformada para saber que el la quería. La muy dura evidencia de eso apretaba insistentemente contra su cadera. Ella movió sus manos por encima de su médula espinal y el gimió, su pelvis golpeando con un reflexivo empujón.
Su nombre fue un gemido gutural mientras el movía su boca bajo su barbilla y por su cuello. El subió su camiseta y Renata arqueó su espalda para recibir sus labios mientras el descendía sobre sus pechos desnudos y la suave planicie de su estómago. Ella estaba perdida en el placer de su beso. Sintiendo el dolor de su piel contra la suya.
Con hábiles dedos, desabrochó sus vaqueros y los deslizó por sus muslos. Su boca siguió su progreso, quemándola desde la cadera hasta el tobillo mientras el separaba sus piernas y empujaba sus ropas a un lado. Ella gritó mientras el entonces se inclino entre sus muslos y se los chupó, su lengua y colmillos llevándola a una velocidad de exquisita tormenta.
"Oh, Dios," jadeó ella, sus caderas alzándose del suelo mientras el enterraba su boca en su sexo.
Ella no sabía como el lo lograba tan rápidamente, pero un momento más tarde el estaba desnudo también. El se avecinó sobre ella, algo más que humano, algo más que simplemente un hombre, y cualquier mujer en la situación de Renata temblaba de deseo. Ella abrió sus piernas a él, ansiosa por sentirle dentro de ella, llenando el vacío con su fuerza y calor.
"Por favor," ella gimió, jadeando de necesidad.
El no se lo hizo pedir dos veces.
Moviéndose para cubrirla, Nikolai apretó sus rodillas entre sus piernas y la desplegó debajo de él. La punta de su pene golpeó ligeramente el interior del agujero oscuro de cuerpo, entonces se sumergió, largo y lento y profundo.
Su gruñido mientras el se hundía dentro de ella fue fiero, un redoble de truenos que hacían eco en sus huesos y en su sangre. El comenzó a empujar lentamente, tomándose su tiempo al principio, aunque estaba claro que la paciencia era una tortura. Renata podía sentir la intensidad de su hambre por ella, la profundidad de su placer mientras el cuerpo de ella le cubría, de cabeza a testículos.
"Te siento tan bien," el murmuró entre dientes mientras se retiraba para empezar de nuevo, más profundo que antes. El empujó fuerte, estremeciéndose con el esfuerzo. "Jesus, Renata… te siento tan jodidamente bien."