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Oh, Cristo.

Nikolai le conocía. El había visto al hijo d eputa de cerca y personalmente solo unas pocas semanas antes, cuando una mission para la Orden había enviado a Niko a encontrarse con uno de los oficiales de más alto rango en la agencia de la ley. En ese momento, el hombre se atenía a un alias de larga permanencia- uno de los dos falsos nombres que la Orden había destapado no hacía mucho. Ahora ellos conocían al bastardo por su verdadero nombre, el único cuyo traidor padre Gen Uno antes que el lo había llevado también.

Dragos. Maldita…sea.

Durante semanas la Orden había estado investigando exhaustivamente durante incluso el más mínimo minuto para engañar a Dragos, todo sin éxito. Ahora el estaba aquí, tirado enfrente de ellos como un pez en un barril. El cabrón estaba aquí. Y maldita sea, el iba a caer- esta noche.

Niko se tranquilizó de vuelta en el matorral, entonces arrastró el trasero en dirección sur, donde el habia dejado a Renata con su coche deportivo robado de la agencia. El no podía esperar a llamar a Tegan y Rio y darles estas buenas noticias.

La confusion y angustia de Edgar Fabien sobre el debacle de su regalo estropeado para Dragos le sentó como un espectro mientras el y los otros seguían a su recien llegado líder a la sala de conferencias del refugio norte. El sabía que era peligroso, generalmente mortal, para desagradar a Dragos, algo que hubiera evitado muy bien hasta ahora. Pero el tambien sabía- mientras asumía que el resto de los vampiros de la raza se reunían aquí para este encuentro -que Dragos les había comprado a todos ellos juntos por un objetivo específico. Esta iba a ser una noche histórica. Una recompense, Dragos había prometido, durante sus años de sociedad encubierta y lealtad hacia un objetivo común.

Después de tanto tiempo y esfuerzo pasados congraciándose de Dragos durante decadas pasadas, Fabien solo rezaba porque no hubiera arrojado lejos ese desafortunado isntante cerca del muelle.

“Quédate sentado," Dragos les ordenó mientras ellos se presentaban y el tomaba su sitio en frente de la sala de reuniones. El vigilaba mientras Fabien y los otros seis, todos ocultos detrás de sus capuchas negras, ocupaban las sillas que estaban reunidas alrededor del bloque de granito pulido que servía como mesa de conferencias. “Todos nosotros nos reunimos aquí en esta habitación que comparte un interés común- que es el de ser el actual y futuro estado de nuestra raza”.Fabien asintió de acuerdo bajo su capucha, al igual que hicieron el resto de la mesa. "Compartimos un rencor común por la corrupción de nuestras líneas de descendencia por la mancha de humanidad y por la manera codiciosa en que estos en el poder dentro de la raza han elegido para gobernarnos con respeto a la inferioridad humana. Desde que las primeras semillas de la raza fueran sembradas en este planeta, el vampirismo ha degenerado en una gran y disciplente vergüenza. Con cada nueva generación nacida, nuestra descendencia crecía más y más mezclada con humanidad. Nuestros líderes prefieren que nosotros procurábamos ocultarnos del mundo de los Homo sapiens, todos ellos con miedo de ser descubiertos, y enmascarando esa cobardía con leyes y políticas puestas en lugar supuestas para proteger el secreto de nuestra existencia. Hemos estado debilitados por el miedo y el secreto. Ya es hora de que cambiara, y necesitamos un Nuevo y poderoso líder."

Ahora los asentimientos llegaron a ser más vigorosos, los acuerdos murmurados más fervientes.

Dragos comenzó sin prisas enfrente de la sala, sus manos juntas sin apretar a la espalda. “No todos compartis nuestro deseo de cambiar radicalmente los fallos pasados y restaurar la raza a una posición de poder. No todos veis el futuro que nosotros vemos. Algunos dirían que el precio es demasiado alto, los riesgos demasiado grandes. Mil excusas para explicar por qué la raza debería mantener su status quo y no tomar los pasos valientes requeridos para aprovechar el tipo de futuro al que tenemos derecho."

"Oye, oye," Fabien interfirió, ansioso por ese futuro lamiéndole como una llama.

“Estoy encantado de que todos vosotros en esta sala entendáis el hecho de que deben tomarse pasos valientes” dijo Dragos. “Cada uno de vosotros individualmente ha jugado un papel en avanzar nuestra vision a su siguiente nivel. Y lo habeis hecho sin preguntas, sin conocer al otro…hasta ahora. Nuestro propio momento de secretismo ha acabado. Por favor” dijo el, “quitaos vuestras capuchas, y dejadnos comenzar la fase más nueva de nuestra alianza”.

Fabien extendió la mano hacia el paño negro que cubría su cabeza, la inseguridad haciendo a sus dedos dudar. El se detuvo hasta que un par de los otros asistentes se habían quitado sus capuchas antes de encontrar el valor para quitarse la suya.

Por un momento, ninguno de los vampiros de la raza dijo una palabra. Las miradas pasaron alrededor de la mesa, algunos engreídos con reconocimiento de miradas conocidas, otros cautelosos de los extraños que tenían ahora, con esta confesión de malintencionada traición, llegaron a ser sus más profundos aliados. Fabien conocía a varias de la media docena de caras que le devolvieron la Mirada- todos ellos Darkhaven de alto rango u oficiales de la agencia de la ley, algunos de EEUU y otros de fuera.

“Somos un consejo de ocho” anunció Dragos. “Justo como los Antiguos que llegaron aquí hace tanto tiempo. Somos, todos nosotros, segunda generación de hijos para esos poderosos ultramundos. Pronto, una vez el ultimo vampiro Gen Uno sea eliminado, estaremos entre los más ancianos y más poderosos de nuestra raza. Cada uno de vosotros ha ayudado con ese esfuerzo, o proporcionando las ubicaciones de los miembros que quedaban de nuestra primera generación o apoyando la causa con compañeras de raza para llevar las semillas de nuestra revolución”.

“¿Qué hay sobre la Orden?” preguntó uno de los asistentes europeos, su acento alemán era afilado como una cuchilla de afeitar. “Esos dos guereros Gen Uno con los que todavía tenemos que lidiar”.

“Y lo haremos” dijo Dragos sin problemas. “Estaré planeando as altos directos en la Orden muy pronto. Después de su reciente golpe contra mí, será un placer personal enterrar su operación y ver a los guerreros -y a sus compañeras- encontrarse con la muerte.”

Un director de la agencia de la ley de la Costa Oeste de EEUU se inclinó hacia atrás en su silla y arqueó sus cejas castañas. "Lucan y sus guerreros han sobrevivido a otros ataques antes. La Orden ha existido desde la Edad Media. No caerán sin una lucha- una muy dura y sangrienta.”

Dragos se rió entre dientes. "Oh, ellos sangrarán. Y si todo sale como yo espero, pedirán misericordia y no recibirán ninguna. No del poderoso ejército que tendré a mis ordenes.”

"¿Cuándo comenzaremos a crear ese ejército?" alguien más en el grupo preguntó. La sonrisa de Dragos se llenó de malicia. "Comenzamos hace cincuenta años. En verdad, esta revolución comenzó incluso hace mucho más tiempo que eso. Mucho más.”

Todos los ojos estaban clavados en él mientras el paseaba a zancadas hasta un ordenador portátil que el había ordenado a Fabien tener listo en la sala. Mientras el mecanografiaba una orden en el teclado, el gran monitor plano de la sala de conferencias se alzó desde el suelo. Dragos dio más instrucciones y pronto ese oscuro monitor parpadeó, mostrando lo que parecía ser un laboratorio de investigación.

"Un satelite conecta con una de mis fortalezas," explicó, usando el control táctil para controlar la camara al otro lado de la conexión. “Es aqui donde he estado colocando las piezas”. El ojo de la camara vagaba hacia una pared de bidones codíficados criogénicos, después pasó una flota de microscopios, ordenadores, y vasos contenedores de ADN alineados en filas de mesas. En medio de todo este equipo científico estaban varios subordinados vestidos con mascaras y batas de laboratorio blancas.