Jesucristo. Niko se acerco con pasos silenciosos, deslizándose sigilosamente mas cerca y tratando de encontrar una posición adecuada para disparar sin poner a Renata o la niña en el fuego cruzado.
Bombardéelo, Renata.
Derribe al jodido y largarse de ese infierno.
Ella no utilizo el poder de su mente en él. Ella tampoco movió un solo dedo de sus manos hacia cualquiera de sus armas, las psíquicas o cualquier otra. No, para su horror, ella no hizo ningún movimiento. Solo permaneció allí de pie, en el centro de lo que podría convertirse muy rápidamente en una tormenta infernal de derramamiento de sangre y violencia.
Él propio miedo de Niko en ese momento era insondable. Lo único que él sabía era que el terror estaba triturándolo desde el interior, congelándole los huesos, con una desesperación tan salvaje y completa que puso a su corazón martillear como si tuviese un tambor en su pecho.
Él saco sus pistolas gemelas de 9 milímetros de sus fundas a los costados y camino hacia adelante. A pesar de que él se movió a una velocidad que sólo los de la Razas podían utilizar, Renata miro su dirección. Ella lo sintió, agitando el aire a su alrededor, incluso aunque sus ojos no podían registrar su velocidad. Su sangre le dijo que él estaba cerca, así era como siempre la encontraría.
Él estaba demasiado consumido por la ira para notar completamente que ella estaba mirándolo con alarma – alarma dirigida mas a él que al vampiro enemigo que se encontraba frente a ella.
Nikolai cargo hacia delante como un destello de movimiento, totalmente preparado para matar. Él dibujo un alto justamente detrás del gran Gen Uno, ambos cañones sosteniéndose firmemente apretados contra los glifos que ascendían hasta la parte posterior del cráneo afeitado del vampiro.
Todo sucedió en un parpadeo de tiempo, pero esos juegos de cuadros en cámara lenta enloquecieron la conciencia de Nikolai.
Él amartillo a las nueves, sus dedos en los gatillos.
Los ojos de Renata se abrieron ampliamente. Ella negó con la cabeza. "Niko… espera… no!"
El Gen Uno solto a Mira, dejando caer sus manos grandes a sus lados. Él ni siquiera reacciono a los cañones que estaban apuntándose sobre su cabeza. Su pecho se expandió cuando él tomo en un largo suspiro, luego lo dejó escapar en un suspiro resignado.
Él no iba a luchar contra su muerte.
A él no le importaba si moría.
Y en ese momento Mira grito, la voz de la niña sonó alta con el miedo. "¡No! ¡No lo lastimes! "
Nikolai observó con aturdida incredulidad – con total asombro- cuando Mira se abalanzó hacia delante y lanzó sus brazos alrededor de los amplios hombros del Gen Uno.
"Por favor, no le hagas daño!" – ella gritó, mirando hacia arriba Niko de forma suplicante mientras ella trataba de proteger al vampiro corpulento con su pequeño cuerpo. * * *
"Nikolai". Renata atrapo su mirada cuando el alzo la vista, incrédulo, aun con las dos grandes pistolas todavía amartilladas y listas, estabilizadas en torno a la cabeza del Gen Uno. "Nikolai… por favor, está bien. Simplemente espera un segundo." Él frunció el ceño dudando, pero su postura guerrera un poco relajada. “Levántate",ordenó al vampiro. "Levántate, y aléjate de la niña".
El Gen Uno obedeció sin comentarios, despegando lentamente los brazos de Mira de alrededor de su cuello y colocándolos mientras el se ponía de pie.
Niko se movío para estar frente a él, las armas aún fijas sobre él mientras se dirigía a la vez hacia Renata y Mira que estaban de pie detrás de él. "¿Quién demonios eres?"
Los ojos sobrios, inexpresivos contemplaron el suelo. "Me llamo Hunter."
"Usted no es de la Agencia de Ejecución”, dijo Nicolai con cautela.
"No. Yo soy un cazador."
Renata acerco a Mira, sosteniéndola cerca mientras el caos de la interrupción que estaba curso en el bosque y en la casa se estaba extinguiendo en torno a ellos. "Sus ojos, Nikolai,”, dijo ella, entendiendo todo ahora. "Él es el asesino de ojos dorados que intentó matar a Sergei Yakut aquella noche. Él es el único que vio a Mira en el Recinto."
La expresión de Nikolai se oscureció. "¿Es verdad eso? ¡Usted es un asesino a sueldo?" "Yo era". El cazador dio una sombria inclinación de cabeza y finalmente levantó su mirada. "La niña me salvó. Algo… cambió en mí después de ver la visión en sus ojos esa noche. La vi salvar mi vida, precisamente como sucedió hace un momento. " En ese instante, el bosque circundante cobró vida con hombres armados que se dirigían hacia ellos desde todas las direcciones. Nikolai tenía sus armas en la mano, pero no hizo ningún movimiento para disparar con la próxima nueva amenaza. El pulso de Renata se aguijoneo con pánico. "¡Oh, mierda. Niko-"
"Esta bien". Él la calmo con una mirada tranquilizadora y unas cuantas palabras suaves. "Estos son los tipos buenos, mis amigos de la Orden."
Ella observo con alivio cuando cuatro de los compañeros guerreros de Nikolai entraron en la zona. Todos ellos eran formidables en tamaño y actitud, un cuadro de músculos y fuerza que parecían absorver todo el aire de los bosques por su sola presencia.
"¿Cómo te va, amigo? ¿Todo bien aquí?" – preguntó la suave voz acaramelada que Renata ahora recordaba como perteneciente a Río.
Nikolai asintió con la cabeza, mientras sus ojos y armas siguian enfocados sobre el Gen Uno que estaba en el centro. "Tengo esto bajo control, pero la situación en la casa esta completamente jodida. Edgar Fabien está muerto, y Dragos y los demás se escaparon por la parte trasera. Se fueron en barco hacia la otra orilla del lago. Traté de seguirlos, pero…" El miró hacia Renata. "Tenía que asegurarse de que todo estaba bien en esta zona primero."
"Escuchamos el zumbido de una aeronave de motor pequeño que volaba en lo alto cuando llegamos", dijo Río.
"Mierda", silbó Nikolai. "Esos seguramente eran ellos, sin ninguna duda. Se han ido. ¡Maldita sea!, Dragos estaba aquí mismo y hemos perdido el hijo de puta".
"Déjame ayudarte a encontrarlo."
Todas las miradas se volvieron hacia el vampiro que aún permanecen en punto de mira de Nikolai.
"¿Por qué deberíamos confiar en usted?" preguntó Nikolai, estrechando la mirada. "¿Por qué estarías tu dispuesto a ayudarnos a encontrar a Dragos?"
"Porque él es el que me creó". No hubo ninguna calidez en el matiz dorado de los ojos del asesino Gen Uno cuando respondió a la pregunta, solamente frio odio. "Él me hizo lo que soy. A mí, y a todos los otros Cazadores de la Raza criados para matar a por él".
"¡Oh, mí Dios," suspiro Renata. "¿Quieres decir que hay más como tu?"
La rapada cabeza asintió con la cabeza sobriamente. "No sé cuántos son, o donde se encuentran todos ellos, pero el mismo Dragos me dijo que yo no soy el único de mi especie. Allí hay otros".
"¿Por qué deberíamos creerle?", preguntó otro de los guerreros, este casi tan obscuro como la noche que estaba alrededor de ellos, sus dientes y colmillos brillaban como perlas haciendo contraste con su piel morena.
Otro guerrero intervino entonces, sus ojos rápidos y astutos, astutos como los de un lobo debajo de las puntas de color ébano de su cabello corto. "Permite a Tegan nos diga si podemos confiar en él."
Renata miro con asombro y no sin un poco de temor cuando el más grande del grupo- un guerrero que se había mantenido alejado del resto como un fantasma acechando en las sobras – dio unos pasos hacia adelante. Inmenso, con cabello leonado que se alcanzaba a observar debajo del gorro tejido de color negro que el llevaba, el era amplio, una losa elevada de músculos y oscura energía. Fácilmente tan grande como el Gen Uno que se encontraba delante de él, esperando su sentencia. Sin decir nada, el guerrero llamado Tegan tendió su gran mano. El Cazador latomó, sus ojos tan firmes como su asimiento.
Después de un largo momento, Tegan dio una enigmática inclinación de cabeza. "Él viene con nosotros. Vayamos a asegurar este sitio y larguémonos de aquí. "