No tardó ni necesito mucho para evocar la imagen de nuevo en su cabeza. Oh, diablos, no, no mucho en absoluto. Esa imagen era tan buena como permanentemente grabada en su memoria y en todos sus sentidos. Nikolai trato de controlar a su pulso para tranquilizarlo. Llamando a su firme fuerza – sobre sus pies. "¿Qué mostro Mira a su atacante la semana pasada?" – él preguntó, desesperado por cambiar la atención de sí mismo ahora.
Yakut se encogió de hombros. "Sólo él puede saberlo. La niña no tiene ningún conocimiento de lo que sus ojos reflejan".
Gracias a Dios por eso. Niko odiaba pensar en la educación que ella podría haber obtenido de otra manera.
"Cualquier cosa que el hijo de puta haya visto", agregó Yakut, "fue suficiente para hacerlo vacilar y darme una oportunidad para escapar de la muerte que él me vino a entregar." El Gen Uno sonrió con satisfacción.
"¿El futuro puede ser alarmante, especialmente cuando uno no lo espera, sí?"
"Sí", murmuró Nikolai. "Supongo que puede ser."
Él acababa de conseguir una dosis decente de aquel conocimiento de primera mano. ¿Sobre todo cuando la mujer que había estado envuelto alrededor de él, desnuda y retorciéndose de manera tan apasionada entre sus brazos? No era otra sino la fría, hermosa Renata.
CAPÍTULO CINCO
Traducido por Laura
Esas imagines carnales, todas demasiado reales, obstinaron a Nikolai durante el siguiente par de horas de luz mientras el merodeaba por las zonas boscosas del recinto, buscando cualquier evidencia que pudiera quedar del ataque abortado a Sergei Yakut. El comprobó el perímetro de la casa principal pero no encontró nada. Ni siquiera una pisada en el suelo arcilloso y de barro.
La pista, si el intruso había dejado una, estaba fría ahora. Aún así, no era difícil suponer como el asaltante podría haberse acercado a su objetivo. Esta profundidad en los bosques, sin vallas de seguridad, camaras, o detectores de movimiento para alertar a la casa de intrusos en la propiedad, el atacante de Yakut podría haberse ocultado en el bosque circundante la mayor parte de la noche, esperando la mejor oportunidad de atacar. O el podría haber elegido una ubicación más destacada, pensó Nikolai, su mirada puesta en un pequeño granero situado a unos pocos metros de la parte trasera del recinto.
El paseó hasta allí, figurando que la fachada sería una adquisición reciente a la propiedad. El bosque estaba oscuro, no de las inclemencias naturales del tiempo como el resto del lugar, pero si de un tinte de nuez que lo hacía combinar en sus alrededores. No había ventanas en ningún lado, y la amplia puerta de paneles de enfrente estaba reforzada con una Z de dos por cuatro y perfilaba una gran cerradura de acero.
A través del hediondo aceite del barnizado bosque, Nikolai podía haber jurado captar un vago olorcillo cobrizo.
¿Sangre Humana?
El arrastró otra respiración, tamizando el sabor de ello a través de sus dientes, sobre las sensibles glándulas de su lengua. Era definitivamente sangre, y definitivamente humana. No mucha había sido derramada en el otro lado de la puerta, y por el débil cosquilleo en sus fosas nasales, juzgó estar demasiado seco y envejeciendo probablemente varios meses o más. El no podía estar seguro a menos que echara una mirada dentro.
Curioso ahora, el encajó la gran cerradura y estaba a punto de tirarla cuando el crujido de una hoja detrás de él captó su atención. Mientras el se giró para encontrar el ruido, extendió el brazo hasta una de sus pistolas-y maldijo al recordar que Yakut estaba todavía sosteniendo todas sus armas.
El alzó la vista para encontrar a Alexei mirándole desde donde el permanecía de pie en la esquina del granero. A juzgar por el desprecio brillante en sus ojos, parecía que su orgullo herido no se había recuperado todavía de su confrontación en la ciudad. No es que a Niko le preocupara. El tenía poco uso para gilipollas civiles pavoneándose, especialmente aquellos con cuestiones de derecho y egos delicados.
“¿Conseguiste una llave para esta cerradura?” preguntó él, su mano todavía curvada alrededor del bulto del acero reforzado. Si el quería, como macho de la Raza, el podía rasgar la cosa con un giro de su muñeca. Más limpio aún, el podía flexionar su mente, y abrir la cerradura con una orden mental. Pero era más interesante fastidiar a Alexei por el momento que estaba. “Te importa abrir la puerta, o quizás necesites tener permiso de tu papa primero”.
Alexei gruñó en la esquina, los brazos doblados sobre el pecho. “¿Por qué debería abrirla para ti? No hay nada de interés ahí adentro. Es solo un granero. Vacío además.”
“¿Sí?” Niko dejó que la cerradura cayera de su mano, el metal golpeo pesadamente contra los paneles de madera. “Huele como si hubieras estado almacenando humanos aquí dentro. Ensangrentados. El hedor de la hemoglobina me golpeó cuanto más me acercaba.” Una exageración, pero el quería ver la reacción de Alexei.
El joven vampiro frunció el ceño y lanzó una cautelosa mirada a la puerta impedida. El lentamente agitó su cabeza. “No sabes de que estas hablando. Los únicos humanos que han puesto el pie en este granero eran carpinteros locales que lo construyeron hace unos pocos años”.
“Entonces no te importará si echo una mirada” apuntilló Nikolai.
Alexei se echó a reír por lo bajo. “¿Qué estás haciendo aquí, guerrero?”
“Tratando de descubrir quien intentó matar a tu padre. Quiero saber como el intruso pudo haberse acercado lo suficiente para atacar y donde el podía haber ido después”.
“Perdona mi sorpresa” dijo Alexei, sin disculpa en su tono, “pero encuentro difícil creer que un ataque fallido-incluso a un anciano de la raza como mi padre- sea suficiente para traer a un miembro de la Orden para una visita personal”.
“Tu padre fue afortunado. Hubo otros Cinco Gen Uno de la población que no fueron tan afortunados”.
La Mirada de suficiencia de Alexei se apagó, sustituida por una sombría gravedad. “¿Había habido otros ataques? ¿Otros asesinatos?”
Nikolai dio un asentimiento adusto. “Dos en Europa, los otros en Estados Unidos. Demasiados para ser al alzar, y demasiado expertos para ser nada excepto el trabajo de un profesional. Y no parece ser un único esfuerzo. Durante las pasadas semanas, una vez que supimos del primer par de asesinatos, la Orden ha estado contactando con todos los Gen Uno conocidos para avisarles de lo que había ocurrido. Necesitan entender el peligro potencial para poder tomar las medidas apropiadas de seguridad. ¿Tu padre no te lo dijo?”
El ceño fruncido de Alexei surcó su oscura ceja. “El no dijo nada de esto. Maldita sea, le habría protegido personalmente”.
Ese Sergei Yakut no había informado a su hijo del contacto reciente de Niko, o de la actual erupción de la caza de Gen Uno, estaba diciendo. No importa como Alexei intentara apoyarse en el brazo derecho de su padre, Yakut evidentemente lo mantenia a distancia cuando llegó a confiar. Sin sorprenderse, dada la naturaleza sospechosa de Yakut. Evidentemente esa sospecha se extendió a su propia familia de sangre también.
Alexei maldijo. “El debería habérmelo dicho. Me habría asegurado que el tuviera protección propia en el lugar en todo momento. En vez de eso, el bastardo que le atacó está todavía libre. ¿Cómo podemos estar seguros de que no volverá a intentarlo de nuevo?”
“No podemos estar seguros de eso. De hecho, será mejor que continuemos con la suposición de que habrá otro ataque. Mi invitado llegará más pronto que tarde.”
“Necesitas mantenerme informado” dijo Alexei, su tono tomando ese borde irritante de título nuevamente. “Espero ser alertado inmediatamente de cualquier cosa que encuentres, y todo lo que tu o la Orden pudieran saber sobre esos ataques. Todo. ¿Entendiste?”
Nikolai dejó que su sonrisita de respuesta se extendiera lentamente sobre su cara. “Trataré de recordar”.