De no haber sido por la ayuda que me brindó Frontino, supongo que podría haberlo pasado mal. Pero él me facilitó un salvoconducto para que pudiera salir de la capital y me prestó un carro y un auriga; de modo que en la mañana del segundo día de la República, me encontraba nuevamente en la vía Apia, dirigiéndome hacia el sur. Por delante de mí tenía la vía Roma, Neápolis y un barco que me llevaría de regreso a casa.
Sólo una vez miré hacia atrás: el cielo estaba emborronado con nubarrones negros mientras las llamas se extinguían sobre la colina Palatina.
Título originaclass="underline" Roma Eterna
Traducción de Emilio Mayorga
Primera edición: octubre de 2006
© Agberg, Ltd., 2003
© Ediciones Minotauro, 2006
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ISBN-13: 978-84-450-7610-1 ISBN-10: 84-450-7610-8
Depósito legaclass="underline" B. 31343-2006
Fotocomposición: Anglofort, S. A.
Impresión: A & M Gráfic, S. L.
Impreso en España
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