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– No te preocupes, mi leal y hermosa amada -Quin sonrió al adivinar la conversación que debieron de tener las dos hermanas-. Les diré a tu hermana y a Dom que te has quedado en mi casa, cuando los vea.

– ¿Irás a verlos?

– Ambos lo haremos… mañana -la movió para poder verla a los ojos. Sus ojos grises brillaban de calidez-. Vas a querer que estén presentes el día de nuestra boda, ¿no?

– ¡Boda! -exclamó Bliss con voz ronca. Su corazón empezó a palpitar con fuerza.

– Por supuesto, nuestra boda -confirmó Quin-. Supe que quería casarme contigo, por sobre todas las cosas, el día en que te dije que tenía dos hermanos casados y con hijos. Estuve a punto de añadir que estaba muy contento de tener sobrinos, pues así podía gozar de mí soltería. Y no era cierto, no lo fue desde ese día en Machu Picchu. Entonces estuve seguro de que sólo podría ser realmente feliz si estaba casado… contigo.

– Oh, Quin -suspiró Bliss y fue besada por su amado antes de que éste pidiera una respuesta más concreta.

– ¿Crees que le importará a tu padre que su segunda hija se case dentro de unos cuantos meses?

– En unos meses… -Bliss casi no podía respirar por la emoción.

– No vas a hacerme esperar para poder casarme contigo, ¿verdad? -la miró a los ojos, sin parpadear. Bliss sabía que él hablaba en serio.

De pronto, su rostro se iluminó con una sonrisa.

– ¡Por nada del mundo! -declaró con suavidad. Un momento después, Quin la volvió a estrechar contra su corazón.

Jessica Steele

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