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— Bien… una razón es que ellos encontrarán mi cuerpo esta mañana, mientras aún estén descargando. Entonces la buscarán.

— Estaré a muchos kilómetros al otro lado del horizonte. ¿Pero por qué deberían buscarme? No voy a dejar mis huellas dactilares en usted. Sólo algunas señales púrpura en torno a su cuello.

— Motivo y oportunidad. Botany Bay es una comunidad escrupulosamente observadora de la ley, señorita Viernes. Usted probablemente pueda salirse de sus problemas abandonando la nave aquí… otros lo han hecho. Pero si es buscada por asesinato a bordo de la nave, la gente local cooperará.

— Apelaré defensa propia. Un conocido violador. Por los clavos de Cristo, Pete, ¿qué voy a hacer con usted? Es un engorro. Sabe que no voy a matarle; no puedo matar a sangre fría. Tiene que ser forzada por las circunstancias. Pero si lo mantengo atado…

déjeme ver… cinco más tres son ocho, luego añádale al menos dos horas más antes de que le descubran aquí y le desaten… en total diez horas como mínimo… y tendré que amordazarle… y está empezando a hacer frío…

— ¡Y que lo diga que está empezando a hacer frío! ¿No podría envolverme un poco con mi propio suéter?

— De acuerdo, pero tendré que utilizarlo luego para amordazarle.

— Y además del frío, mis manos y mis pies están empezando a dormírseme. Señorita Viernes, si me deja usted atado de esta forma durante diez horas, mis manos y mis pies se van a gangrenar… y voy a perderlos. Aquí afuera no existe la regeneración. Y cuando volvamos ya no será tiempo, me convertiré en un tullido permanente. Mejor máteme.

— ¡Maldita sea, está usted intentando ganarse mi simpatía!

— No estoy seguro de que tenga usted ninguna.

— Mire — le dije —, si le desato y le dejo ponerse sus ropas para que no se congele, ¿me dejará luego que le ate y le amordace sin organizar escándalo al respecto? ¿O deberé golpearle más fuerte de lo que lo he hecho antes? ¿Corriendo el riesgo de romperle el cuello? Puedo hacerlo, y usted lo sabe. Me ha visto luchar…

— No la he visto; sólo vi los resultados. Oí acerca de ello.

— Es lo mismo. Entonces lo sabe. Y tiene que saber por qué puedo hacer esas cosas.

«Mi madre fue un tubo de ensayo…» — «…y mi padre fue un cuchillo» — interrumpió él —. Señorita Viernes, no va a tener que golpearme de nuevo. Es usted rápida… pero yo soy igual de rápido y mis brazos son más largos. Sabía que estaba usted perfeccionada, pero usted no sabe que yo también lo estoy. Así que nos encontramos en tablas.

Yo estaba sentada en la posición del loto, haciéndole frente, cuando hizo esa sorprendente afirmación. Me sentí mareada y me pregunté si iba a vomitar de nuevo.

— Pete — dije, casi suplicando —, ¿no me estará usted mintiendo?

— He tenido que mentir durante toda mi vida — respondió —, y usted también. Sin embargo… — Hizo una pausa y retorció sus muñecas; sus ligaduras se rompieron. ¿Han comprobado ustedes alguna vez la resistencia a la rotura de la manga enrollada de una buena camisa? Es superior a la de una cuerda de cáñamo de igual grosor… pruébenlo.

— No me importa arruinar la camisa — dijo en tono conversacional —. El suéter la cubrirá.

Pero preferiría no tener que arruinar también mis pantalones; espero tener que aparecer en público con ellos antes de poder conseguir otros. Usted puede alcanzar los nudos más fácilmente que yo; ¿querrá desatarlos, señorita Viernes?

— Deja de llamarme señorita Viernes, Pete; los dos somos PAs. — Empecé a trabajar con los nudos —. ¿Por qué no me lo dijiste mucho antes?

— Hubiera debido hacerlo. Pero otras cosas se interpusieron en mi camino.

— ¡Ya está! ¡Oh, tus pies están fríos! Déjame masajearlos. Eso te restablecerá la circulación.

Dormimos un poco, o yo dormí un poco. Pete me estaba sacudiendo el hombro y diciendo en voz muy baja:

— Mejor despierta. Debemos estar a punto de aterrizar. Se han encendido algunas luces.

Una débil claridad penetraba por debajo, alrededor y a través de la lona embreada que cubría el dinosaurio bajo el cual habíamos dormido. Bostecé.

— Tengo frío.

— Tonterías. Tú estabas en la parte interior. Es más cálida que la exterior. Yo estoy helado.

— Exactamente lo que te mereces. Violador. Estás demasiado delgado; tienes poca cosa entre la piel y los huesos. Pete, vamos a poner un poco de grasa en este cuerpo. Lo cual me recuerda que no hemos desayunado. Y el pensar en la comida… creo que voy a devolver.

— Oh… Pasa por aquí al lado y procura hacerlo ahí en aquel rincón. No aquí, donde tendremos que estar chapoteando en ello. Y manténte tan silenciosa como puedas; es posible que haya alguien en la cala ahora.

— Bruto. Bruto insensible. Sólo por eso no voy a vomitar.

En conjunto me sentía bastante bien. Había tomado una de las pequeñas píldoras azules justo antes de abandonar la cabina BB, y parecía estar haciendo efecto. Sentía como una mariposa o dos revoloteando por mi estómago, pero no eran unas mariposas muy musculares… no de la clase que gritan: «¡Apártate que voy!». Llevaba conmigo el resto de la provisión que me había dado el doctor Jerry.

— Pete, ¿cuáles son los planes?

— ¿Y tú me lo preguntas? Tú planeaste esta escapatoria, no yo.

— Sí, pero tú eres un hombre alto, fuerte, masculino, que ronca. Supuse que te harías cargo y lo tendrías todo planeado mientras yo dormía. ¿Estoy equivocada?

— Bueno… Viernes, ¿cuáles son tus planes? Los planes que hiciste cuando no esperabas tenerme a tu lado.

— No era exactamente un plan. Una vez tomáramos tierra iban a tener que abrir una puerta, quizá una puerta para la gente o una gran puerta de carga; no me importaba cuál, puesto que cuando lo hicieran, iba a salir a escape de aquí como un gato asustado, atropellando sin contemplaciones a cualquiera o cualquier cosa que se interpusiera en mi camino… y no pensaba pararme hasta estar a una buena distancia de la nave. No deseo herir a nadie, pero espero que nadie intente con demasiada vehemencia detenerme…

porque no me voy a detener.

— Es un buen plan.

— ¿Lo crees realmente? No es exactamente un plan. Sólo una determinación. Una puerta se abre, yo salgo a escape.

— Es un buen plan porque no tiene muchas posibilidades de salir mal. Y tiene una gran ventaja. No se atreverán a herirte.

— Me gustaría poder estar segura de eso.

— Si resultas herida, será por accidente, y el hombre que lo haga va a ser colgado de sus pulgares. Como mínimo. Después de oír el resto de tu historia comprendo ahora por qué las instrucciones que me dieron fueron tan enfáticas. Viernes, ellos no te desean viva o muerta, te desean en perfecto estado de salud. Te dejarán escapar antes de hacerte ningún daño.

— Entonces va a ser fácil.

— No estés demasiado segura de ello. Por indomable que seas, ya ha quedado demostrado que un número suficiente de hombres puede sujetarte e inmovilizarte; los dos sabemos eso. Si descubren que te has ido… y creo que lo han hecho; esta nave se retrasó más en una hora en su partida de la órbita…

— ¡Oh! — Miré a mi dedo —. Sí, ahora hubiéramos debido de haber aterrizado. ¡Pete, me están buscando!

— Eso es lo que creo. Pero no tenía ningún objeto despertarte hasta que las luces se encendieran. En estos momentos han dispuesto ya de cuatro horas para asegurarse de que no estabas en la cubierta superior con los excursionistas de primera clase. También deben haber comprobado con todos los emigrantes. De modo que, si estás aquí y no simplemente escondida en la nave propiamente dicha, tienes que estar en la sala de carga. Todo esto es una simplificación extrema del asunto, pues hay todo tipo de formas de jugar al escondite en un espacio tan grande como el de esta nave. Pero ellos vigilarán los dos cuellos de botella, la puerta de carga en este nivel y la puerta de pasajeros en el nivel de arriba. Viernes, si utilizan la gente suficiente, y lo harán, y esos tipos van equipados con redes y fuertes cuerdas y lazos, y lo irán, te atraparán sin herirte apenas salgas de esta nave.