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El primero de Betty casi con toda seguridad no es un trabajo de cuchillo y puede que sea legítimo. Pero Betty es una desalmada facinerosa capaz de hacerte creer que consiguió ese hijo en una violación en grupo durante un baile de máscaras. Nueva Brisbane es un lugar tranquilo pero ninguna casa que tenga a Betty Frances en ella es nunca aburrida.

Ustedes seguramente sabrán más del regreso de la Peste Negra que yo. Gloria me adjudica a mí el mérito de mi advertencia que salvó a Luna City, pero es más correcto atribuirle el mérito al Jefe… mi corta carrera como adivina era como la de Trilby a su Svengali.

La plaga no salió de la Tierra; eso fue seguramente obra del Jefe… aunque en una ocasión, en los tiempos críticos, Nueva Brisbane señaló que una nave de aterrizaje no podía aterrizar a menos que fuera expuesta primero al vacío, luego represurizada.

Evidentemente, ese tratamiento mató algunas ratas y ratones… y pulgas. Su capitán dejó de hablar de cargar los gastos a la colonia cuando todo eso se puso en evidencia.

Contribuciones: el correo entre Botany Bay y la Tierra/Luna toma de cuatro a ocho meses… no está mal para ciento cuarenta años luz. (Una vez oí a un turista preguntar por qué no utilizábamos el correo radiofónico). Gloria pagó mi contribución a la colonia con toda la rapidez posible y fue espléndida en enviarme el capital para iniciar mi vida aquí… el Jefe le había dado amplios poderes. No envió el oro aquí; fue contabilizado en la cuenta corriente de la colonia en Luna City, por cuenta de la cual pueden ser enviadas a ella todos los artículos para la granja o cualquier otra cosa que necesitemos.

Pero Pete tenía poca cosa en la Tierra que traer, y Tilly, una cuasi-esclava, nada. Yo aún tenía el premio de aquella lotería y toda mi paga de liquidación e incluso algunas otras cosas desperdigadas. Eso podía servir para pagar su contribución a la colonia (nuestra colonia jamás devuelve una contribución)… pero iba a tomarles años devolver esa contribución, dijeron.

Hubo una pequeña disputa. Los dos se irritaron. Yo me irrité más. No sólo todo queda en la familia, sino que sin la ayuda tanto de Percival como de Matilda casi con toda seguridad hubiera sido atrapada, luego enviada a El Reino… y muerta. Pero ellos insistieron en pagarme.

Llegamos a un compromiso. Sus pagos, y lo que quedaba del resto de todos nosotros, sirvió para iniciar la Fundación Da-De-Comer-Al-Hambriento, Da-De-Beber-Al-Sediento, cuya misión sería ayudar a pagar las contribuciones de los tipos que llegaran allí y se encontraran en dificultades.

Ya no pienso acerca de mi curioso y a veces vergonzoso origen. «Se necesita una madre humana para dar a luz un niño humano». Georges me dijo esto hace mucho tiempo. Es cierto, y yo tengo a Wendy para probarlo. Soy humana, y ¡soy aceptada!

Creo que eso es lo que desea todo el mundo. Ser aceptada. Ser «gente».

¡Palabra, soy aceptada! La semana pasada estaba intentando darme cuenta de lo corta que voy de tiempo. Soy la secretaria del Consejo de la Ciudad. Soy presidenta de programas de la Asociación de Padres-y-Maestros. Soy encargada de tropa de las nuevas Chicas Exploradoras de Nueva Toowoomba. He sido presidenta del Club de Campo, y estoy en el comité de planificación de la universidad que estamos iniciando en la comunidad. Sí, soy aceptada.

Es una sensación cálida y feliz.

FIN