— A Anita le va a estallar un vaso sanguíneo.
— Veremos. Luego voy a exigir una reunión familiar y promover el que la parte de Ellen le sea pagada lo más rápidamente posible, con sus intereses correspondientes. — Añadí —:
Supongo que Anita va a ponerse furiosa de nuevo.
— Probablemente. Sin objeto, porque vas a perder la votación. Marj, ¿por qué tienes que hacer esto? Las cosas ya están lo bastante mal ahora.
— Quizá. Pero es posible que algunos de vosotros hayáis estado esperando simplemente que algún otro tomase la iniciativa en romper la tiranía de Annie. Al menos descubriré cuántos votos consigo. Vick, según el contrato que firmé, he pagado más de setenta mil dólares neozelandeses a la familia, y se me dijo que la razón por la que tenía que comprar mi matrimonio era que cada uno de nuestros muchos hijos recibirían una participación completa cuando abandonaran la casa. No protesté; firmé. Pero eso es un contrato implícito, no importa lo que Anita diga. Si no se puede pagar a Ellen hoy, entonces insistiré en que mis pagos mensuales vayan a parar a Ellen hasta el momento en que Anita pueda disponer del resto de la participación para acabar de pagar a Ellen.
¿No crees que eso es equitativo?
Tardó en responder.
— Marj, no lo sé. No he tenido tiempo para pensar.
— Entonces mejor tómate ese tiempo. Porque, antes del miércoles, vas a tener que pescar o cortar el sedal. No estoy dispuesta a permitir que Ellen siga siendo marginada. — Sonreí y añadí —: ¡Sonríe! Cuando entremos en la oficina de comunicaciones debes mostrarle a Ellen tu lado risueño.
Pero no llegamos a la oficina de comunicaciones; no llamamos a Ellen en aquel viaje.
En vez de ello nos bebimos nuestra cena y discutimos. No estoy segura exactamente de cuándo el tema de las personas artificiales entró en la discusión. Creo que fue mientras Vickie estaba «probando» una vez más lo liberada que estaba de los prejuicios raciales mientras exhibía aquella irracional actitud cada vez que abría la boca. Por supuesto que los maoríes eran correctos y naturalmente los indios americanos también y los indios hindúes igualmente y los chinos habían producido evidentemente su cuota de genios; todo el mundo sabía eso, pero había que trazar una línea en algún lugar…
Nos habíamos ido a la cama y estaba intentando desintonizar sus tonterías cuando una idea me golpeó. Me alcé.
— ¿Cómo lo sabes tú?
— ¿Cómo sé el qué?
— Dijiste: «¡Por supuesto que nadie se casaría con un artefacto!». ¿Cómo sabrías tú que una persona es artificial? No todas ellas llevan números de serie.
— ¿Eh? Vamos, Marjie, no seas tonta. Una criatura manufacturada no puede ser confundida con un ser humano. Si alguna vez has visto alguna de ellas…
— He visto una. ¡He visto muchas!
— Entonces lo sabes.
— ¿Entonces sé el qué?
— Que puedes identificar a uno de esos monstruos simplemente mirándolo.
— ¿Cómo? ¿Dónde están esos estigmas que señalan a una persona artificial diferenciándola de cualquier otra persona? ¡Nómbrame uno!
— Marjorie, cada vez está resultando más difícil no irritarse contigo. Eso no es propio de ti, querida. Estás convirtiendo nuestras vacaciones en algo desagradable.
— No yo, Vick. Tú lo estás haciendo. Diciendo tontas, estúpidas, desagradables cosas sin un ápice de evidencia en que apoyarlas. — (Y esa réplica mía demuestra que una persona mejorada no es un superhombre o una supermujer, ya que es exactamente el tipo de observación cierta y verídica que es con mucho demasiado cruel como para emplearla en una discusión familiar).
— ¡Oh! ¡Qué perversidad! ¡Qué insinceridad!
Lo que hice a continuación no puede atribuirse a la lealtad hacia otras personas artificiales porque las PA no sienten lealtad de grupo. No hay bases para ello. He oído decir que los franceses morirían por La Belle France… ¿pero pueden ustedes imaginar a alguien luchando y muriendo por la Homunculi Unlimited, Pty., sección de Jersey del Sur?
Supongo que lo hice más bien por mí misma aunque, como muchas de las decisiones críticas en mi vida, nunca he sido capaz de analizar el porqué. El Jefe dice que todo mi pensamiento importante se produce al nivel inconsciente. Puede que tenga razón.
Salté de la cama, me saqué mis ropas, me detuve frente a ella.
— Mírame — pedí —. ¿Soy una persona artificial? ¿O no? En cualquiera de los dos casos, ¿cómo lo sabrías?
— ¡Oh, Marjie, deja de hacer alardes! Todo el mundo sabe que tienes la mejor figura en la familia, no necesitas probarlo.
— ¡Respóndeme! Dime lo que soy y explícame por qué lo sabes. Utiliza cualquier tipo de prueba. Toma muestras para análisis de laboratorio. Pero dime lo que soy y qué signos lo prueban.
— Eres una chica traviesa, eso es lo que eres.
— Posiblemente. Probablemente. ¿Pero de qué clase? ¿Natural? ¿O artificial?
— ¡Oh, tonterías! Natural, por supuesto.
— Falso. Soy artificial.
— ¡Oh, deja de decir estupideces! Vuelve a ponerte tu ropa y regresa a la cama.
En vez de ello seguí atacándola, diciéndole qué laboratorio me había diseñado, la fecha en que fui extraída del seno artificial… mi «fecha de nacimiento», aunque nosotras las PA somos «cocinadas» un poco más de tiempo para acelerar la maduración… la obligué a escuchar una descripción de la vida en la inclusa de un laboratorio de producción. (Corrección: la vida en la inclusa donde me crié; en otros laboratorios de producción puede que las cosas sean distintas).
Le hice un resumen de mi vida después de abandonar la inclusa… la mayor parte de ello mentiras, puesto que no quería comprometer los secretos del Jefe; simplemente repetí lo que le había dicho hacía mucho tiempo a la familia, que era un viajante de comercio confidencial. No necesitaba mencionar al Jefe porque Anita había decidido hacía años que yo era agente de una multinacional, el tipo de diplomático que siempre viaja anónimamente… un comprensible error que me sentía feliz alentando con el simple hecho de no negarlo.
Vickie dijo:
— Marjie, desearía que no hicieras esto. Una sarta de mentiras como estas puede dañar tu alma inmortal.
— No tengo ningún alma. Todo es como acabo de decirte.
— ¡Oh, basta ya! Naciste en Seattle. Tu padre era un ingeniero electrónico; tu madre era pediatra. Los perdiste en el terremoto. Nos lo contaste todo acerca de ellos… nos mostraste sus fotos.
— «Mi madre fue un tubo de ensayo; mi padre fue un cuchillo». Vickie, puede que haya un millón o más de gente artificial cuyos «registros de nacimiento» fueron «destruidos» en la destrucción de Seattle. No hay ninguna forma de contabilizarlos, puesto que sus mentiras jamás han podido ser confirmadas o negadas. Después de lo que acaba de ocurrir este mismo mes va a empezar a aparecer una enorme cantidad de gente de mi clase que ha «nacido» en Acapulco. Tenemos que encontrar pretextos como este para evitar ser perseguidos por la gente ignorante y llena de prejuicios.
— ¿Estás diciendo que soy ignorante y estoy llena de prejuicios?
— Estoy diciendo que eres una muchacha encantadora a la que sus mayores alimentaron con una sarta de mentiras. Estoy intentando corregir eso. Pero si el zapato encaja, puedes meter el pie en él.